Ya no es un paisaje que nos sea ajeno, ni es una visión quijotesca. Da igual viajar en tren o por carretera, a medida que recorremos España es habitual adivinar, recortadas sobre el horizonte, grandes estructuras rematadas por aspas que buscan generar energía eólica. Los aerogeneradores o turbinas eólicas se elevan sobre todo en Castilla y León, Aragón, Castilla-La Mancha, Galicia o Andalucía, según la clasificación de la Asociación Empresarial Eólica (AEE).
Pero no son las únicas infraestructuras destinadas a la obtención de energía renovable que se han hecho habituales en nuestro territorio. Las instalaciones fotovoltaicas, ya sea en grandes parques solares o en los techos de empresas o viviendas particulares, hacen su fotosíntesis particular absorbiendo la energía del sol que llega a España. Castilla-La Mancha, Navarra, Andalucía, Castilla y León, la Comunidad Valenciana y la Región de Murcia encabezan el listado del barómetro solar elaborado por la empresa emovili.
Pese a este gran despliegue, las renovables siguen enfrentándose al reto del almacenamiento de la energía para paliar los problemas de la intermitencia del viento y el sol. Las distintas opciones de baterías de almacenamiento han mejorado en los últimos años y siguen en constante evolución.
Todo esto suena muy a favor de la imprescindible transición energética, pero hay que prestar atención a los detalles y las posibles sombras. ¿Qué pasa cuando acaba la vida útil de un aerogenerador? ¿Y cuándo termina la de un panel fotovoltaico? Por el camino, esos paisajes de turbinas eólicas, placas solares y baterías dejan un reguero de estructuras y residuos que, una vez inservibles, hay que gestionar. Favorecer su reciclaje, promover su reutilización y hacer que la transición energética sea circular es uno de los desafíos al que se enfrentan asociaciones, empresas y centros de investigación del sector.
Materiales de especial complejidad
En general, aunque parta de la mejor de las intenciones, “cualquier residuo supone un problema para nuestra sociedad desde un punto de vista medioambiental, especialmente en economías de crecimiento lineal o exponencial en las que la resolución de ese problema cada vez es más compleja”, recuerda Jesús Chapado, director de Innovación de Naturgy. No obstante, “este paradigma cambia en un contexto de economía circular, donde los residuos se transforman y valorizan en nuevos vectores energéticos o materiales de segunda vida que se incorporarán de nuevo en la industria”.
En el caso del sector de las energías renovables, los residuos que se originan tienen una complejidad particular, según Chapado: “Sus características hacen que los procesos de reciclaje, reprocesamiento y recuperación de materiales sean de especial complejidad, fundamentalmente debido a la composición de los elementos que integran estas infraestructuras”.
Hablamos de los mencionados paneles fotovoltaicos, baterías y algunas partes de los aerogeneradores que “están integrados por materiales complejos como resinas, fibras, polímeros, compuestos químicos y materiales preciosos, cuya separación para su tratamiento de forma independiente resulta difícil y costosa con las tecnologías actuales disponibles”, considera el experto. Veamos cómo se puede abordar este problema.
Aerogeneradores: de las aspas a desmantelar un parque eólico
Se prevé que en los próximos años el sector eólico deberá gestionar el desmantelamiento de un número significativo de aerogeneradores y, por tanto, de las palas eólicas que los conforman.
“Actualmente es viable reciclar o reutilizar entre el 85% y el 90% del peso de un aerogenerador. La mayoría de los grandes componentes de parte de su estructura disponen de procesos para su reciclaje o reutilización al estar fabricados a partir de materiales como el acero, el cobre, el aluminio o el hormigón, y también se pueden aprovechar muchos de los componentes como piezas de repuesto”, explica Carlos Arenal, ingeniero de Proyecto en la AEE.
El mayor reto está en las palas del aerogenerador, “residuos muy voluminosos cuya gestión todavía no está totalmente resuelta a nivel comercial” ya que están fabricadas de madera, metales y materiales compuestos, “una combinación de fibras reforzadas (vidrio o carbono) con una matriz a base de resinas poliméricas” difíciles de separar y reutilizar, detalla Arenal. A estas resinas compuestas se las conoce como composites.
Por su dificultad para ser reciclados, “actualmente la mayor parte de estos residuos se están depositando en vertedero y solo una pequeña parte se tritura para ser reutilizados como cargas, una problemática importante que debe ser acometida cuanto antes”, considera Nora Lardiés, investigadora en Reciclado Químico en AIMPLAS.
"Actualmente la mayor parte de las palas de los aerogeneradores se están depositando en vertedero y solo una pequeña parte se reutiliza, una problemática importante que debe ser acometida cuanto antes", destaca Nora Lardiés, investigadora en Reciclado Químico en AIMPLAS.
Las tecnologías de recuperación para solventar este problema están en investigación. Arenal menciona la trituración mecánica y Lardiés destaca dos procesos: pirólisis y solvólisis. “En pirólisis se calienta el residuo por encima de 450 ºC en ausencia de oxígeno, para conseguir degradar la cadena polimérica obteniendo finalmente tres fracciones: aceites pirolíticos, gases y sólidos; estos sólidos son las fibras limpias de residuo y de ensimaje”, indica la investigadora. Esta tecnología ya se está desarrollando a escala industrial para el reciclado de composites.
En el caso de la solvólisis, “se trata de un proceso químico de rotura de la cadena polimérica mediante la acción de disolventes, catalizadores y temperatura; además de obtener la fibra limpia se pueden purificar los monómeros y utilizarlos para sintetizar de nuevo resinas termoestables”. En el proyecto ELIOT desarrollado por AIMPLAS en colaboración con el centro holandés TNO se concluyó que este era el mejor método desde el punto de vista técnico, medioambiental y económico.
Una vez recuperados los materiales, Jesús Chapado de Naturgy señala que podrían tener una segunda vida en distintos mercados o industrias: “Las maderas podrán ser utilizadas en aplicaciones de encofrados para construcción o para la fabricación de muebles, y las fibras de vidrio se podrán comercializar en sectores naval o automóvil, o incluso en la fabricación de materiales de construcción como el hormigón o el asfalto”.
Puede parecer anecdótico tener que reemplazar las palas de un aerogenerador, pero pensemos en todas las que puede haber en un parque eólico. Cuando un parque eólico se aproxima al final de su vida útil de diseño (unos 20 años), si no se puede extender su vida operativa habrá que desmantelarlo. “En el desmantelamiento de un parque eólico, la primera consideración que debe tenerse en cuenta es la posibilidad de recuperar los equipos, incluidas las palas, que por su naturaleza y estado siguen manteniendo un valor importante, y que pueden seguir siendo utilizados en otras instalaciones eólicas”, subraya Arenal de la AEE.
En el desmantelamiento de un parque eólico, la primera consideración que debe tenerse en cuenta es la posibilidad de recuperar los equipos, incluidas las palas, afirma Carlos Arenal, ingeniero de Proyecto en la Asociación Empresarial Eólica (AEE).
En este ámbito, el experto destaca a la empresa española Surus Inversa, que realizó el desmantelamiento de los parques eólicos de Malpica, Zas y Corme en La Coruña (Galicia).
En el caso de que la evaluación técnica de la pala concluya que no se puede reutilizar o reinstalar, Arenal ejemplifica otros usos (mobiliario urbano, reservas de agua, barreras acústicas), aunque reconoce que, hasta el momento, “los ejemplos de reutilización de palas son solo proyectos de demostración testimoniales que no se pueden considerar soluciones a gran escala para el futuro”.
Proyectos que dan un giro al reciclaje: EROS y GIRA Wind
Para que la cosa no acabe en palas apiladas en grandes cementerios, como el de Wyoming en Estados Unidos, hay otras ideas en marcha en España que podemos destacar.
Es el caso del proyecto EROS, de AIMPLAS, donde han utilizado “el reciclado mecánico (trituración y separación) como un pretratamiento a los posteriores procesos de reciclado químico (pirólisis y solvólisis) que han permitido obtener finalmente el polvo de fibra de vidrio y la fibra de carbono”, detalla Nora Lardiés. Han introducido estas fibras recicladas en el sector cerámico (fibra de vidrio) y en el transporte y automoción (fibra de carbono).
En concreto, se revalorizó la fibra de vidrio para fabricar una baldosa y su esmalte; y el disolvente procedente de la solvólisis para fabricar la tinta. En el caso de la fibra de carbono, se investigó en la fabricación y aplicación del ensimaje que pierden estas fibras durante su reciclado y se utilizaron para volver a fabricar una pieza de composites para el sector transporte, nos explica la investigadora.
Además, Lardiés señala que se trata de un proceso de reciclaje sostenible: “Se ha elaborado un estudio tecno-económico y un análisis de ciclo de vida, y se ha demostrado que ambas tecnologías son rentables y sostenibles”. Aunque la pirólisis se está desarrollando a nivel industrial, aún no se puede decir lo mismo del proceso de solvólisis, pero de momento Lardiés celebra el proyecto porque han sido capaces de “obtener fibra de carbono y de vidrio limpia sin restos de resina mediante procesos técnica y medioambientalmente sostenibles”.
Otra iniciativa a destacar es GIRA Wind, empresa pionera en el reciclaje de parques eólicos creada por Naturgy y Ruralia en la provincia de Soria. También cuenta con la participación de otras empresas, como holding industrial de la Caja Rural de Soria, Posteléctrica Fabricación y Huso 29 Renovables, y con la colaboración del Centro de Desarrollo de Energías Renovables (CEDER), las universidades de Alicante, Valladolid y Zaragoza, la Fundación CIRCE y el Centro Tecnológico CARTIF.
El proyecto se dedicará a las tareas de desmantelamiento y reciclaje integral de parques eólicos. “Hemos comenzado a trabajar con una planta de I+D+i en Soria, pero nuestra vocación comercial es desplegar una planta comercial en Garray (Soria) y otras plantas en cada una de las comunidades autónomas donde desarrollaremos nuestra actividad”, detalla Chapado de Naturgy.
"Recuperar los materiales críticos de alto valor de los paneles es fundamental para poder crear un incentivo económico al reciclaje fotovoltaico y es donde se encuentra la mayor dificultad", destaca Jesús Chapado, director de Innovación de Naturgy.
Paneles fotovoltaicos, residuos y materiales de alto valor
Pasamos a la energía solar fotovoltaica, ¿qué pasa con los paneles fotovoltaicos que ya no funcionan y con la contaminación indirecta que dejan por el camino? Héctor de Lama, director técnico de Unión Española Fotovoltaica (UNEF), explica que la vida útil de estos paneles es de entre 25 y 30 años, aunque ahora se pueden producir paneles con vidas útiles aún más prolongadas gracias a la innovación. “Los paneles fotovoltaicos pueden reutilizarse hasta que dejan de funcionar, que a veces puede ser después de los 30 años”, indica De Lama.
Una vez termina su vida útil, estos pueden reciclarse extrayendo sus componentes principales. “En el reciclaje de paneles fotovoltaicos se aprovecha hasta el 95% de los materiales que los componen. Lo único que no suele reciclarse en el panel son los polímeros que se emplean como pegamento para unir las distintas partes del mismo”, detalla el director técnico de UNEF.
Para el resto, actualmente se lleva a cabo “un proceso energético-intensivo en el que el vidrio (que conforma un 75% del panel) y el aluminio (que conforma un 12% del panel) se separan y se funden para darles nuevos usos”. El reciclaje de estos materiales está muy consolidado, como subraya De Lama: el aluminio se recicla al 100% y el vidrio se recicla en un 95%.
Pero aún quedan algunos materiales que, aunque están en una proporción significativamente menor, es necesario recuperar por su alto valor, añade Jesús Chapado de Naturgy: “Para la fabricación de los módulos fotovoltaicos, además del marco de aluminio que lo protege, el vidrio de la cubierta y el plástico de la cubierta posterior, se utilizan otros materiales que alcanzan menor porcentaje en volumen, pero entrañan una mayor complejidad a la hora de su recuperación y reciclaje, ya que van embebidos en un polímero”.
El experto enumera. Plata, que se dispone en delgadas tiras atravesando el panel y que traslada la electricidad hasta el cableado; su coste puede alcanzar el 50% del valor del módulo, aunque solo supone un 0,5% del peso total del panel. Silicio, conductor de la electricidad y cuya fabricación representa el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero en el proceso de fusión y tratamiento del cuarzo. Materiales conductores como el cobre, el zinc y otros semiconductores como telurio, selenio o indio, sujetos a rigurosos requisitos de tratamiento. “Se trata de materiales de alto valor, ya sea por considerarse preciosos, por su escasez o bien por los procesos de fabricación a los que están sometidos”, resume Chapado.
El director de Innovación de Naturgy explica que hasta ahora no hay grandes iniciativas para recuperar esos materiales críticos de mayor valor, porque las técnicas que funcionan basadas en tratamientos térmicos “aún están lejos de alcanzar las rentabilidades óptimas por una cuestión de escalado de los procesos”. También menciona algunas de las técnicas más innovadoras: procesos de combustión o craqueo en hornos a 500 o 600 ºC, aplicación de disolventes en la capa del encapsulante, procesos ópticos de corte del encapsulante a partir de láser y procesos químicos de separación. “Recuperar los materiales críticos de alto valor de los paneles es fundamental para poder crear un incentivo económico al reciclaje fotovoltaico y es donde se encuentra la mayor dificultad”, concluye.
Además del reto de recuperar los materiales de alto valor, los expertos señalan un par más. No todos los paneles fotovoltaicos son iguales, aunque la mayoría de módulos sigan normas similares en cuanto a tamaño y estructuras. “Existen más de 50.000 diseños distintos, así que la industria del reciclaje se debe adaptar a esta variedad de conformaciones, espesores y materiales”, indica Chapado.
Por otro lado, para De Lama uno de los principales retos es “automatizar el desensamblado de los paneles para que sea rápido y sencillo separar los componentes que los conforman”, y además realizar este proceso de desensamblado “sin romper los elementos para que estos puedan tener una segunda vida útil”.
La necesidad de una industria dedicada al reciclaje de módulos fotovoltaicos
Aunque gran parte de los módulos fotovoltaicos aún no hayan llegado al final de su vida útil, hay que mirar a la huella que dejarán en el futuro próximo. El estudio Research and development priorities for silicon photovoltaic module recycling to support a circular economy publicado en Nature Energy en 2020 advertía de que, para 2030, la masa acumulada de módulos que han terminado su vida útil habrá alcanzado los 8 millones de toneladas en todo el mundo. Para 2050, se prevén 80 millones de toneladas.
Por eso es necesario que se presenten proyectos para hacer frente a esos residuos cuando llegue el momento. “Dado el aún limitado volumen de paneles que han alcanzado su vida útil, no ha habido hasta ahora una industria específica dedicada al 100% al reciclaje de módulos fotovoltaicos, que se ha realizado hasta ahora en plantas de tratamiento de residuos electrónicos”, indica Chapado de Naturgy.
Sí que hay algunos ejemplos, “como la asociación PV Cycle, que tiene más de 15 años de recorrido; o CERFO (Centro Europeo de Reciclaje Fotovoltaico), de reciente creación y especializado en el reciclaje de paneles”, ejemplifica De Lama de UNEF.
Pero el ejemplo más paradigmático es el de Veolia, en Francia. En la localidad de Rousset opera desde 2018 la primera planta de Europa específicamente diseñada para el reciclaje de paneles fotovoltaicos al final de su vida útil. Según se recoge en el análisis del estado del arte del reciclaje de paneles fotovoltaicos publicado por UNEF en 2020, esta planta permite alcanzar una tasa de recuperación de material del 95% a niveles industriales: el vidrio de desecho se utiliza como materia prima en la industria del vidrio, el marco de aluminio en las refinerías de aluminio y el silicio vuelve a los canales de metales preciosos. Por último, los cables y conectores se trituran y se venden en forma de granalla de cobre, que se puede utilizar para fabricar nuevos cables y componentes electrónicos.
Baterías de almacenamiento de renovables
Después de obtener la energía renovable, solar o eólica, llega el desafío de almacenarla para garantizar el suministro de energía. En el sistema de ecuaciones presentado entra la variable de las baterías de almacenamiento, que evolucionan rápidamente. Hay de distintos tipos (de las baterías de iones de litio a las revolucionarias de hierro-aire) y presentan sus propios desafíos de economía circular.
“El principal reto al que se enfrenta la industria del reciclaje [en baterías] está relacionado con el volumen elevado y la heterogeneidad de residuos, debido a las diferentes químicas y tecnologías de almacenamiento que existen”, indica Nestor Antuñano, ingeniero sénior de CIC energiGUNE especialista en materias primas y reciclaje. Estos residuos son considerados “peligrosos” ya que contienen “materiales explosivos, corrosivos y tóxicos”. Además, en el panorama actual el sector se enfrenta a la escasez de materias primas, por lo que Antuñano resalta la importancia de recuperar los materiales de las baterías agotadas “en unos procesos que necesariamente sean eficaces y rentables”.
¿Qué dificulta la reutilización de una batería de almacenamiento estacionario? En este caso, el estado de degradación en el que se considera su fin de vida invalida directamente la posibilidad de ser reusada, siendo el reciclaje su única alternativa. En cambio, las baterías utilizadas en automoción podrían tener una segunda vida, porque dejan de servir en un vehículo cuando aún les queda un 80% de su vida útil.
En CIC energiGUNE trabajan en distintos proyectos y estrategias para hacer que los procesos de reciclaje de diferentes baterías sean más flexibles y adaptables, detalla Antuñano: ruta directa, pirometalúrgica e hidrometalúrgica, y su combinación, además de distintas etapas de separación y purificación de los distintos elementos contenidos en las baterías tras su trituración.
"El principal reto del reciclaje [en baterías] está relacionado con el volumen elevado y la heterogeneidad de residuos. Su reutilización es difícil por el estado de degradación de la batería, la variedad de celdas o el coste de reacondicionamiento", destaca Nestor Antuñano, ingeniero sénior de CIC energiGUNE.
Para la separación, se usan los pretratamientos mecánicos (separadores gravimétricos, magnéticos o electrostáticos, cribas y ciclones) y térmicos (combustión, pirólisis, termólisis o destilación), que “se integran dentro de los procesos de reciclaje de baterías para maximizar el rendimiento de recuperación de materiales y permitir su valorización”. El tipo de pretratamiento dependerá del tipo de batería a tratar y de la estrategia de reciclado que se vaya a seguir.
Una vez hecho esto, es el momento de recuperar todos los elementos posibles para poder reutilizarlos en la fabricación de una nueva batería. De nuevo, entran en el proceso distintas tecnologías que variarán según la batería tratada, especifica el ingeniero.
“CIC energiGUNE trabaja activamente en explorar todas las vías de reciclaje posible y su combinación e integración para encontrar una solución rentable y sostenible a la heterogeneidad de residuos de baterías. También se busca incrementar la circularidad del negocio de baterías, para integrar materias primas secundarias en su cadena de valor y estudiar la valorización de corrientes de reciclado de baterías por otras industrias”, aglutina Antuñano.
Ecodiseño y automatización a futuro
Cabe preguntarse si, antes de tener que idear todos estos escenarios de reciclaje, se podría haber mejorado la reutilización de los propios residuos desde el propio diseño.
En el caso de las baterías de almacenamiento, Antuñano de CIC energiGUNE alude al Design for Recycling, “un concepto necesario de introducir y aplicar en el negocio de baterías, donde de una manera transversal a toda la cadena de valor se trabaja por aumentar la reciclabilidad de las mismas”. El experto señala que es clave que se produzca un “flujo de información entre desarrolladores de materiales activos y componentes de las futuras baterías, diseñadores e integradores de las celdas y recicladores” para que, en paralelo con la fabricación de mejores baterías, “estas sean más reciclables y sostenibles, y se optimice su ciclo de vida y su circularidad”.
Ocurre lo mismo con el ecodiseño de los aerogeneradores. “Se están investigando algunos desarrollos como, por ejemplo, la utilización de resinas 3R (reciclables, reprocesables y reparables) o las resinas vitrímeras. En ambos casos se facilita el posterior reciclado del conjunto del composite, ya que estas resinas se disuelven muy fácilmente mediante disolventes”, detalla Nora Lardiés de AIMPLAS. Carols Arenal de la AEE amplía que los grandes fabricantes europeos de aerogeneradores también han adoptado el reto de impulsar la economía circular en el sector eólico desde la fase de diseño para prevenir la generación de residuos: “Ya han sacado al mercado nuevos diseños de palas altamente reciclables y el objetivo es poder fabricar aerogeneradores totalmente circulares en los próximos años”.
A lo largo de este análisis se han mencionado distintos tipos de tecnologías específicas, pero hay una que en los últimos meses sobrevuela todos los sectores y que también hay que atisbar: la inteligencia artificial y su capacidad de automatizar procesos. Algo que además podría ayudar en estos escenarios, en los que los residuos pueden contener elementos de riesgo para el ser humano si no se tratan adecuadamente.
En el caso de las baterías agotadas hablamos de “peligrosidad por riesgo de incendio o explosión” y una gestión manual sujeta a “las diferentes geometrías, químicas y tecnologías”, lo que aumenta los riesgos y disminuye el volumen que se puede procesar, explica Antuñano. Por eso se busca automatizar ciertos procesos.
En general, el experto concluye que “la automatización e inteligencia artificial aplicada al reciclaje permitirán gestionar los residuos propios de la transición energética de una manera más segura, eficiente y con la menor huella ambiental posible”.
Dónde está España en el reciclaje de residuos de la transición energética
La primera generación de aerogeneradores instalados en España está llegando al final de su vida operativa y el país puede enfrentarse a tener que desmantelar una extensa cantidad de parques de turbinas eólicas en poco tiempo. “Los aerogeneradores que alcanzan los 20 años de vida útil todavía se encuentran en buenas condiciones, por lo que la tendencia natural del sector español ha sido extender su vida útil hasta los 25 o 30 años. Por eso, a pesar de la antigüedad del parque eólico español, a fecha de 31 diciembre de 2022 en España solo se habían repotenciado 11 parques eólicos”, señala Carlos Arenal de la AEE.
“Pero esto no podrá hacerse indefinidamente y llegará un momento en el que los parques más antiguos tendrán que ser desmantelados”, añade. Ese momento tiene un horizonte temporal cercano a 2030, cuando se estima que casi el 90% de los aerogeneradores instalados en España tendrán más de 20 años de vida y el 50% se aproximará a los 25 años.
El experto también recuerda que el sector eólico español anunció en junio de 2021 el compromiso junto con WindEurope, la patronal eólica europea, de “eliminar en toda Europa las palas de aerogeneradores desmantelados para 2025” con la idea de reutilizar, reciclar o recuperar el 100% de las palas desmanteladas y no enviarlas a otros países para su vertido.
Para estar preparados ante todos estos objetivos, Arenal menciona la búsqueda de soluciones impulsada por el Gobierno de España a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) y la convocatoria de varias líneas de ayuda enfocadas a proyectos de economía circular en el sector eólico y al reciclaje de palas. Desde el lado de las empresas del sector, hay muchos proyectos orientados a la construcción de plantas de reciclaje de palas: el consorcio formado por Endesa, LM Wind Power y PreZero; EnergyLOOP, empresa formada por Iberdrola y FCC Ámbito; RenerCycle, sociedad creada por 18 empresas; y REOLTEC, la plataforma tecnológica del sector eólico español.
Si hablamos de energía solar, España es el primer país de Europa y quinto país del mundo por potencia fotovoltaica instalada en 2022 (un total de 8,1 gigavatios) y el séptimo por capacidad fotovoltaica acumulada (26,6 gigavatios), según el informe Snapshot of Global PV Markets 2023. Además, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) coloca a nuestro país en el primer puesto mundial por mayor penetración fotovoltaica, con una tasa del 19,1%.
Héctor de Lama de UNEF recuerda que a día de hoy en España todavía no hay muchos paneles que sea necesario reciclar porque hace 25 o 30 años apenas había paneles fotovoltaicos instalados, por lo que de momento hay muy pocos que estén llegando al final de su vida útil: “Se instalaron 4 gigavatios de paneles fotovoltaicos entre 2005 y 2012, por lo que la mayoría siguen estando dentro de su vida útil. Llegarán al final a lo largo de los próximos 10 o 15 años”.
Pero sí que puede haber otros escenarios en los que ya sea necesario sustituirlos. Por un lado, “hay algunas plantas en las que se cambian los paneles antiguos para reemplazarlos por otros mejores”. Por otro, “están aquellos paneles que han sufrido alguna rotura durante el transporte o tienen algún desperfecto de fábrica, aunque estos suponen una proporción ínfima de los paneles nuevos”. En estos dos casos sí hay cierta demanda de reciclado de paneles.
De Lama cree que de momento “la capacidad de reciclado de paneles en España es suficiente para asumir la demanda de reciclaje de paneles antiguos que están siendo reemplazados y de paneles nuevos que no llegan a instalarse”. Además, el experto recuerda que el reciclaje de paneles es obligatorio y está regulado a través de la directiva europea WEEE (Directiva de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos). En España la directiva está transpuesta a través del Real Decreto 110/2015, de febrero de 2015, sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos.
¿Y a futuro? Para Chapado, “si pensamos en el fuerte despliegue del parque solar fotovoltaico y dada la vida útil de estos equipos, así como las posibles sustituciones por repotenciación o por paneles defectuosos, algunas estimaciones (como las de la Agencia Internacional de las Energías Renovables, IRENA) hablan de hasta tres millones de toneladas de módulos obsoletos en la Unión Europea para 2030”. Esto convertiría a la UE en el segundo mercado de residuos fotovoltaicos después de Asia. Por tanto, “parece muy urgente desarrollar un escenario oportuno para crear una industria que tenga que ver con la recogida, gestión y reciclaje de los residuos procedentes de estas instalaciones”, concluye Chapado.
Con una visión general, Ion Olaeta, presidente de la Federación Española del Reciclaje, cree que “tanto en paneles fotovoltaicos como en baterías de tracción eléctrica se están desarrollando proyectos para disponer de una capacidad de tratamiento adecuada tanto en Europa como en España”. Por eso, Olaeta estima que “no será un problema particular de nuestro país y consideramos que estaremos preparados para liderar las tasas de reciclaje de estos materiales”. Sin embargo, si hablamos de residuos de la energía eólica, el presidente de FER cree que “la gestión de las palas será especialmente compleja por la logística y su composición”.