Canal de Isabel II y la reutilización de agua: el futuro es hoy
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28-03-2019
Madrid es una región con 6,5 millones de habitantes y una superficie de 8.000 km2. Está integrada por 179 municipios con poblaciones dispares, desde los apenas 50 habitantes de Robregordo o Madarcos, a los casi 3,2 millones de Madrid.
Las características climáticas en nuestra zona son la irregularidad y la escasez de precipitaciones y, consecuentemente, de aportaciones.
En cuanto a las precipitaciones conviene señalar algo que quizás no sea tan evidente como su tendencia decreciente, y que repercute negativamente en las reservas de recursos superficiales: se observa un desplazamiento de las lluvias registradas en los embalses de la región hacia la zona urbana de Madrid; es decir, en años pasados las precipitaciones registradas en la sierra eran alrededor de un 55% mayores que las registradas en la capital; en el año hidrológico que acaba de terminar esta diferencia ha sido sólo del 13%.
Las aportaciones tienen un comportamiento paralelo al de las precipitaciones; la media de las aportaciones naturales de los ríos a nuestros embalses en el periodo 1968-2018 es de 660 hm3; si analizamos la serie integrada por los últimos 20 años, esta media se reduce a 593 hm3.
En cuanto a las demandas, usos diversos coexisten en la Comunidad de Madrid; además de los gestores del abastecimiento, comunidades de regantes y empresas hidroeléctricas tienen que convivir con la descrita situación de estrés hídrico.
Centrándonos en las demandas para abastecimiento, en los últimos 20 años, con un incremento de población del 29%, los caudales derivados han disminuido un 7,5% hasta estancarse en los 500 hm3 anuales desde 2013. El cierre del pasado año hidrológico 2017-2018 arroja un descenso del 2,7% con un volumen derivado de 485 hm3.
Canal de Isabel II es la empresa pública de la Comunidad de Madrid que se ocupa del ciclo integral del agua. Nació en 1851 para solucionar el grave problema de abastecimiento a la Villa de Madrid, problema que hacía peligrar su crecimiento y también su condición de capital del Reino. La solución se materializó con la construcción de la presa del Pontón de la Oliva, en la confluencia de los ríos Lozoya y Jarama, y con la ejecución de un canal, “la traída de aguas a Madrid”, más un depósito de regulación, infraestructuras que permitían garantizar el abastecimiento de agua en cantidad y calidad adecuadas para sustentar el incremento de población de la ciudad.
Hoy en día se hace cargo de 13 presas, con una capacidad de embalse de 945 hm3, y de 78 captaciones subterráneas, recursos que son apoyados por otros transvases y tomas directas desde río. Estos recursos son tratados adecuadamente en 14 ETAP y transportados, almacenados y distribuidos en una vasta red compuesta por 350 depósitos y más de 17.500 km de conducciones.
Pero Canal no es solo abastecimiento. Es también saneamiento: la recolección y transporte de aguas residuales, procedentes de usos domésticos, comerciales e industriales y de drenaje urbano, su gestión en episodios extraordinarios y su limpieza en estaciones depuradoras, forma parte desde hace años del corazón de la empresa. La longitud de colectores y emisarios gestionada por canal alcanza casi los 15.000 km y contamos con 157 EDAR para garantizar el retorno a cauces en las condiciones adecuadas de los aproximadamente 500 hm3 de aguas residuales que anualmente se generan en la Comunidad.
Conviene resaltar la singularidad de la empresa Canal de Isabel II en al menos dos aspectos, dado que esa singularidad condiciona las decisiones tomadas en materia de reutilización de aguas:
• Modelo territorial supramunicipal
• Gestión completa del ciclo del agua
La gestión del ciclo integral del agua requiere fuertes inversiones en infraestructuras que han de ser planificadas tomando en consideración todas las infraestructuras de la región y de forma coordinada con la planificación urbana y las políticas de desarrollo territorial. Sin duda esta coordinación, realizada también por Canal, es más eficaz con un esquema supramunicipal.
Pero, además, una actividad intensiva en infraestructuras exige, para ser sostenible y garantizar la prestación correcta del servicio, una potente partida presupuestaria de mantenimiento, tanto correctivo como preventivo, y de reposición. La gestión territorial supramunicipal supone un ahorro manifiesto tanto por la posibilidad de que núcleos diferenciados compartan infraestructuras como por las evidentes ventajas de operación de sistemas compartidos: personal, compras a gran escala, etcétera.
En resumen, la gestión conjunta de todos los municipios de la región y del ciclo completo aporta importantes sinergias y economías de escala.
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