BRAINYMEM, tecnologías MBR con control avanzado para la regeneración de aguas residuales
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08-11-2015
Con el objetivo de minimizar el impacto de las actividades de la compañía sobre el medio ambiente, ACCIONA Agua ha puesto en marcha un proyecto para reducir el impacto ambiental de las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR). El proyecto comenzó el 1 de julio de 2014 y finalizará el 30 de junio de 2017 y se encuentra dentro del programa europeo LIFE, que es el único instrumento financiero de la Unión Europea dedicado de forma exclusiva al medio ambiente. Su objetivo general para el período 2004-2020 es contribuir al desarrollo sostenible y al logro de los objetivos y metas de la Estrategia Europa 2020 y de las estrategias y planes pertinentes de la Unión en materia de medio ambiente y clima.
Debido a la creciente preocupación por el cambio climático en las últimas décadas, cada vez existe una mayor conciencia con respecto a la emisión de gases de efecto invernadero (GHG). Las actividades antropogénicas como la agricultura, la industria, el vertido de residuos, deforestación y especialmente el consumo de combustibles fósiles han producido un incremento paulatino de los GHGs. Los principales GHGs son el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O). A pesar de que el más conocido es el CO2, que se asocia generalmente al consumo de energía eléctrica (emisiones indirectas), los tres gases se producen durante el tratamiento de aguas residuales (Hofman et al., 2011). El principal consumo energético de las EDAR es el asociado a la aireación de los reactores biológicos así como al bombeo y agitación de los lodos activos. En el caso de los bioreactores de membrana se añaden a estos consumos la aireación de la membrana, necesaria para controlar su ensuciamiento. Aparte de las emisiones indirectas, se producen emisiones directas a la atmósfera de CO2 y N2O durante los procesos biológicos de eliminación de materia orgánica y nitrógeno en las EDAR (Colliver and Stephen- son, 2000; Kampschreur et al., 2008). La contribución del CO2 proveniente de las EDAR al cambio climático no suele ser considerada por pertenecer al ciclo rápido del carbono (no proviene de combustibles fósiles). Sin embargo, las emisiones de N2O son un problema emergente puesto que las aguas residuales ocupan el sexto lugar en la contribución de emisiones de N2O mundiales, llegando a emitir un 3% del N2O total emitido (Kampschreur et al., 2009). Así, las emisiones de N2O de las plantas de tratamiento de aguas residuales aportan el 26% de la huella de carbono de todo el ciclo del agua.
Aparte del impacto sobre la atmósfera, las EDAR también conllevan un impacto sobre las aguas receptoras. Las plantas de tratamiento de aguas residuales están diseñadas generalmente para eliminar materia orgánica, sólidos en suspensión, nitrógeno y fósforo y minimizar así este impacto. Sin embargo, existen sustancias recalcitrantes que no son eliminadas eficazmente con los procesos de tratamiento convencionales. Estas sustancias, llamadas contaminantes emergentes, incluyen desde fármacos a productos de higiene personal y nanomateriales y pueden llegar a las aguas receptoras en cantidades relevantes. La naturaleza de estos contaminantes emergentes depende en gran medida de las actividades humanas y por tanto, su aparición no se restringe a ningún área geográfica. En particular, en el sur de España, varios estudios han detectado una gran variedad de fármacos en el Guadalquivir (Martín et al., 2011), así como en zonas importantes del Parque Nacional de Doñana (Camacho-Muñoz et al., 2013), reserva natural de gran valor. Si bien se ha observado que estos compuestos pueden afectar negativamente a los ecosistemas acuáticos, los estudios en redes de distribución de agua no han podido demostrar ningún efecto adverso sobre la salud humana.
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