Una veintena de países anuncian una alianza contra el carbón en la Cumbre del Clima de Bonn
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La Cumbre del Clima de Bonn (COP23) ha reunido durante las últimos dos semanas a cerca de 25.000 personas de unos 200 países. El objetivo era analizar la letra pequeña del Acuerdo de París. De la cumbre, salen algunos compromisos concretos. Canadá y Reino Unido lanzaron este jueves una alianza para pedir a los países que establezcan un calendario de cierre de sus centrales de carbón, el combustible fósil que más contribuye al cambio climático.
A alianza se suman también Angola, Austria, Bélgica, Costa Rica, Dinamarca, Fiyi, Finlandia, Francia, Italia, Luxemburgo, Islas Marshall, México, Holanda, Nueva Zelanda, Portugal, y Suiza. Y el objetivo es llegar a la próxima cumbre del clima de Katowice (Polonia) con al menos 50 países en la plataforma.
El objetivo es llegar a la próxima cumbre del clima de Katowice (Polonia) con al menos 50 países en la plataforma.
El carbón genera el 40 % de la electricidad en el mundo, pero que es "una de las mayores fuentes de contaminación, y de problemas para la salud de las personas", dijo al hacer el anuncio la ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático de Canadá, Catherine McKenna.
La creación de alianzas de países es para clave para Jose Luis Samaniego, Director de la División de Desarrollo Sostenible de la Comisión Económica para América y el Caribe (CEPAL). “El gran reto es lograr trabajar con los mejores ejemplos regionales y hacer grandes grupos de países que favorezcan el cambio”, explica en una entrevista con Noticias ONU.
Samaniego cree que en América Latina se lograrían más avances si se abordara el cambio climático como región y no país a país.
“Por ejemplo comparar metodologías es mejor hacerlo a nivel regional y permite que los países aprendan más rápido. Alcanzar un estándar de contabilidad o medición también es un esfuerzo que funciona mejor regionalmente que yendo país por país, porque acabas no teniendo datos comparables”, explica.
Considera que el mayor reto de la región es generar una mentalidad coherente en torno a los nuevos requerimientos del desarrollo.
“Y ahí tenemos el problema no sólo del cambio climático, sino de la Agenda 2030 y no todos los objetivos son compatibles entre sí, en el sentido de que una tasa de crecimiento alta puede favorecer las emisiones y una tasa que no sea suficientemente alta no te resuelve los problemas del empleo”, remarca. “Tienes que lograr el punto donde ambas políticas se encuentran. Tienes que lograr que la política climática se convierta en una política de desarrollo, que mejore en todos los campos: empleo, crecimiento, genere diversificación productiva y proteja tus divisas”.
¿Cómo se logra esto? “Con una combinación de, por ejemplo, mayor absorción de energías renovables, mayor penetración de vehículos de transporte eléctricos a escala masiva, pero junto con una política industrial que te permita fabricar regionalmente los componentes de esos nuevos sectores industriales. Ahí estarías combinando, protección de divisas, protección de empleo y un motor nuevo para el desarrollo con protección del clima”.
Samaniego insiste en que las alianzas hacen ver a los países reticentes que no es imposible reproducir políticas comparables.