Un nuevo procedimiento permitirá evaluar la contaminación química en el agua
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Algunos de los problemas más severos, dañinos y preocupantes de contaminación son imperceptibles para los sentidos, y quizá por ello hemos pasado demasiado tiempo sin prestar la debida atención a sus causas y consecuencias. Nos referimos a la mayoría de los casos de contaminación química, que es debida a la introducción de sustancias potencialmente tóxicas en el medio ambiente.
Esta forma de contaminación está asociada fundamentalmente a actividades humanas, y es una de las más nocivas por diferentes motivos: suele implicar a varias sustancias químicas con elevado potencial tóxico y persistencia, no entiende de fronteras y es prácticamente invisible. De este modo, sus efectos sobre la salud de los seres vivos se manifiestan en silencio, sin llamar la atención. Esta contaminación a menudo se vuelve crónica y afecta a los individuos y sus poblaciones, poniendo en riesgo la supervivencia de muchas especies.
La contaminación química y sus efectos son especialmente preocupantes cuando alcanza los ecosistemas acuáticos, ya que suponen la degradación del hábitat y la pérdida de biodiversidad en los lugares más frágiles. Y es que ni los espacios naturales teóricamente más prístinos, como las Áreas Importantes para la Conservación de las Aves y la Biodiversidad (IBA), se libran de este problema medioambiental.
Evaluar la contaminación en puntos calientes de biodiversidad como las IBA no suele contemplarse en el marco de programas de monitorización ambiental por su dificultad, ya que requiere un intenso esfuerzo de muestreo, logística y coordinación desde la recogida de las muestras hasta su análisis en el laboratorio. Además, para estas muestras, es crucial usar métodos de análisis multiresiduo capaces de detectar simultáneamente diversos tipos de contaminantes cuyas concentraciones, en teoría, se espera que sean bajas.
Con el fin de abordar los posibles problemas de contaminación química que puedan generarse en espacios naturales de alto valor ecológico, un equipo de científicos del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA – CSIC), la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) y el Grupo de Investigación en Toxicología de Fauna Silvestre del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM), ha desarrollado e implementado un procedimiento metodológico para determinar gran cantidad de microcontaminantes orgánicos de distintas familias químicas y de forma simultánea, en muestras de agua recolectadas en 21 IBA representativas de los diferentes tipos de hábitats existentes en España.
La parte analítica del procedimiento metodológico se basa en el uso de técnicas de cromatografía líquida acoplada a espectrometría de masas en tándem (LC-MS/MS). Gracias a esta técnica se han podido analizar, de forma simultánea, 21 fármacos, 17 productos fitosanitarios, 3 ésteres organofosforados, 17 compuestos perfluorados y la benzofenona.
Los resultados muestran que el 83% de las sustancias químicas analizadas (un total de 59) han sido detectadas en las IBA españolas, lo que demuestra que incluso los espacios naturales de mayor valor ecológico, que serían en teoría los más prístinos, sufren el impacto de la contaminación química.
Entre los microcontaminantes estudiados, los fármacos (como la cafeína, el ibuprofeno o el paracetamol) y los ésteres organofosforados resultan ser los más ubicuos. La cafeína, que fue detectada en el 79% de las muestras analizadas, es un indicador de contaminación antrópica, de modo que su presencia es un síntoma de la intrusión humana en los espacios naturales.
La presencia de fármacos en el agua de las IBA, detectada en el 98% de las muestras analizadas, es de gran relevancia ecológica porque estas sustancias químicas son bioactivas, por lo que pueden interferir en la regulación y expresión de genes y la respuesta inmune, afectar al desarrollo y a los sistemas neuroendocrino y cardiovascular de la fauna vertebrada.
Según la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), los fármacos presentes en el agua a concentraciones superiores a los 10 ng/L deberían ser sometidos a una evaluación de riesgos ecotoxicológicos. Lamentablemente, los fármacos analizados superan este límite en el 12% de las muestras recolectadas en las IBA españolas.
Por su parte, los ésteres organofosforados han sido detectados en el 76% de las muestras. Estos compuestos químicos son usados como retardantes de llama y como aditivos en plásticos, pinturas y otros materiales de mobiliario y componentes electrónicos.
Otros contaminantes químicos, como los productos fitosanitarios (estrechamente asociados a las actividades agrícolas), los compuestos perfluorados (componentes del GoreTex®, el teflón, usados como surfactantes, en la industria agroquímica y como aditivo en espumas contra incendios, por ejemplo) y la benzofenona (usada en cosmética y como aditivo en la industria del plástico) fueron detectados en el 60, el 29 y el 17% de las muestras analizadas, respectivamente.
En su conjunto, esta metodología, desarrollada e implementada en el marco del Proyecto LIBERA impulsado por SEO/BirdLife en alianza con Ecoembes, pone de manifiesto la necesidad de destinar esfuerzos de investigación y gestión a evaluar la contaminación química, la “basuraleza” que no se ve, incluso en los espacios naturales de España que, en teoría, se consideran más libres de presiones antrópicas. Esto pasa por la identificación de las fuentes de contaminación y de las sustancias contaminantes, así como por la evaluación de su impacto sobre la fauna con el objetivo de implementar medidas de mitigación.
Puedes consultar la publicación científica de este trabajo de investigación en:
- Dulsat-Masvidal, M., Ciudad, C., Infante, O., Mateo, R. Lacorte S. 2022. Pilot monitoring scheme of water pollutants in Important Bird and Biodiversity Areas. Ecotoxicology and Environmental Safety 237, 113562.