La trampa climática del Covid-19
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Por Elvira Carles Brescolí, Directora de la Fundación Privada Empresa & Clima
El Covid-19 es una amenaza más en la lucha medioambiental. A corto plazo, si se da un efecto rebote, se incrementarán y justificarán las emisiones; y a medio y largo plazo puede descentrar a la sociedad, la economía y la política en su objetivo irrenunciable, que no es otro que centrar todos nuestros esfuerzos en hacer frente al Cambio Climático.
En contra de la opinión simplista de algunos, el Covid-19 no es ni será un aliado en la lucha contra el Cambio Climático. Al contrario es una amenaza más. Es cierto que si recurrimos a estadísticas, imágenes de satélites y estudios recientes —ninguno de ellos oficiales— los confinamientos y los parones empresariales han supuesto una reducción en las emisiones durante los dos últimos meses. Pero no va a ser más que un accidente. Fuentes acreditadas señalan que el impacto medioambiental volverá a crecer cuando países como China retomen su actividad empresarial. Incluso puede ser que la situación empeore si, tomando el ejemplo de la salida de anteriores crisis, se da un efecto rebote tanto en la actividad industrial como en el consumo.
De la grave situación que estamos viviendo podemos extraer algunas lecciones. Aunque tal vez algunas de ellas ya las hemos experimentado, por supuesto que en menor grado, al hacer frente a algunos accidentes ambientales recientes. La primera tiene que ver con la fragilidad de nuestra especie ¿Se acuerdan Uds. de la tormenta Gloria, que dejó en nuestro país 10 muertos y cuatro desaparecidos? ¡Esto ocurrió hace sólo 10 semanas! ¿O lo incendios que han asolado Australia durante meses, con la muerte de millones de animales? Pues ahora un virus tiene confinados a 3.000 millones de personas. Somos una especie más vulnerable de lo que creemos.
Una segunda lección que debemos aprender es económica. ¿No sería este un gran momento para parar y repensar el modelo económico que queremos para este siglo? Un modelo absolutamente bajo en carbono y que apostase ya definitivamente por las empresas que hacen de la economía verde su eje. Parece que no va a ser así, algunas voces ya señalan que de esta crisis hay que salir rápido y si hace falta se recurrirá a la sobreexplotacion de los combustibles fósiles. Un contrasentido.
Por otro lado parece claro que esta crisis dejará nuevos modelos de trabajo y de cómo nos relacionamos. El teletrabajo, las teleconferencias, la reducción de desplazamientos inútiles o una mayor conciliación, sin dejar de ser igualmente productivos, son una serie de iniciativas que van a quedarse, con el consecuente ahorro medioambiental que esta va a suponer.
Una tercera lección es social. Debemos aprovechar la fuerza y el capital que supone que millones de personas se hayan unido por un bien común, el de parar una emergencia sanitaria. Eso debe reflejarse en la lucha contra el Cambio Climático. Deberíamos preguntarnos, ¿qué mejor bien común para todos existe hoy en día que cuidar nuestro planeta y dejar un mundo mejor a nuestros hijos? El activismo social, una vez superada esta crisis, debe ser todavía más potente, a la vez que más maduro y realista, y proponer acciones más contundentes, consensuadas con los actores económicos y políticos. Solos no avanzarán.
La última lección es política. Siempre relacionada con nuestra actividad, sería catastrófico que la agenda climática que venimos trabajando desde hace décadas no avanzase al ritmo establecido. Todo debe mantenerse, la COP26 de Glasgow debe recoger el testigo fallido de Madrid y avanzar. No hay excusa para que el Acuerdo de París no entre en vigor el 1 de enero de 2021 y las iniciativas particulares de estados y partes como el European Green Deal deben tener, ahora más que nunca el máximo apoyo político, sin cortoplacismos. También en el plano estatal, hay que apoyar las iniciativas legislativas que el Ministerio de Transición Ecológica proponga.
La semana pasada, Antonio Guterres, Secretario General de Naciones Unidas dijo que "el coronavirus es una enfermedad que esperamos que sea temporal, con impactos temporales, pero el cambio climático ha estado allí por muchos años y se mantendrá por muchas décadas, y requiere de acción continua”. Debemos ser otra vez todos nosotros los que decidamos si la pandemia es una lección de la que podamos extraer aprendizajes, ya no digo positivos, sino ejemplarizantes. O, por el contrario, estamos ante un caballo de Troya que nos complica todavía más llegar a unos objetivos en la lucha contra el Cambio Climático, que son irrenunciables.