Tecymacan diseña plantas a medida para el tratamiento y la gestión de RCD
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La empresa navarra Tecymacan pronto celebrará su 25 aniversario. Con sede en la localidad de Sarasa, la compañía diseña fabrica, comercializa, mantiene y repara, entre otros equipos, plantas para el tratamiento de residuos de construcción y demolición (RCD), y se encuentra inmersa en una mejora continua de sus productos, aplicando mejoras e innovaciones a las máquinas que están funcionando y también desarrollando y fabricando nuevas instalaciones.
Esta ampliación de su gama de productos es una de las bases de su crecimiento, tanto de oferta como de presencia geográfica. En este sentido, la empresa —gracias a su red comercial, nacional e internacional— está presente en países como Bolivia, Cuba, Ecuador, Panamá, Polonia o Australia.
Instalaciones móviles y fijas
En este segmento de actividad, la gama de producto de la compañía —al frente de la cual se encuentran Adolfo y Natalia Tapiz, quienes han tomado el relevo del fundador de la compañía, Alfredo Tapiz— se divide entre plantas fijas y móviles, que se utilizan para distintos tipos de materiales, están indicadas para distintos clientes y tienen puntos críticos diferentes.
Las instalaciones móviles suelen utilizarse para RCD homogéneos; es decir, materiales que llegan limpios hasta la planta y están dedicadas a empresas constructoras o de derribos. Según detalla, Natalia Tapiz, responsable de la parte financiera, marketing y exportación de Tecymacan, estas "suelen constar sólo de las fases de trituriación y separación magnética con overvand". En el caso de los materiales homogéneos, “la parte crítica es la trituración; es decir, la machacadora o molino. Cuando se trituran los RCD, el problema son los hierros que entran dentro, ya que no son triturables, y en los molinos de impacto puede generar más daños que en las machacadoras”, explica Natalia.
Las instalaciones estacionarias o fijas, por el contrario, suelen recibir materiales mixtos o heterogéneos, que "son más complicados de procesar en plantas móviles"; y están indicadas para clientes gestores de RCD.
El punto crítico de las segundas se encuentra en la fase de clasificación. El primer cribado se suele realizar con trómel o criba y ése es uno de los puntos más delicados porque como el material llega mezclado con papeles, plásticos..., que se pegan en las mallas de las cribas o en el propio trómel, que se puede llegar a cegar. Natalia Tapiz explica que antiguamente se utilizaban más los trómeles de clasificado, ya que —aunque se le peguen tanto plásticos como papeles— se despegan más fácilmente al ir girando continuamente.
Otra desventaja que tienen es que las piezas de hormigón con varillas se pueden enganchar en plásticos o papeles que todavía están dentro de la máquina, por lo que las piedras pueden estar dentro del trómel dando vueltas mucho más tiempo, provocando daños, añade Tapiz. Esta es la razón por la que en la actualidad se utilizan más las cribas de clasificación, que “son más fáciles y accesibles para su limpieza. Aunque se ciegan algo más que los trómeles, son más eficientes en el cribado, aclara.
Novedades
Las más modernas plantas de gestión de RCD incorporan novedades para incrementar su fiabilidad y rendimiento. Así, los molinos impactores, en los que tradicionalmente se utilizaban elementos de fundición de manganeso, en la actualidad incorporan aleaciones de martensítico con cerámico, que soportan mejor la abrasión y el impacto.
Además de recurrir a materiales más resistentes, Tecymacan ha automatizado sus equipos, reduciendo así la intervención humana, lo que genera mayores rendimientos e incrementa la seguridad de los operarios, menos expuestos a riesgos. “Ahora, con los sopladores, los separadores magnéticos e incluso con los equipos de flotación, se ha automatizado todo mucho más y no hace falta tanto personal. Aunque hay puestos, como el triaje, que requieren del trabajo manual sí o sí”, remarca Natalia Tapiz.
Adaptación al cliente
Otro aspecto reseñable en Tecymacan es la adaptación a las características de los materiales recibidos, así como los que se quieren obtener, que determinan el diseño de cada planta de valorización de RCD.
De esta tarea se encarga la oficina técnica de Tecymacan, liderada por Adolfo Tapiz, quien explica que “generalmente, los materiales de salida suelen ser comunes en la mayoría de las plantas de tratamiento de RCD: un material de 0 a 30 mm, de 30 a 80 mm y de 80 a 300 mm. Este último se tritura después y se hace árido más fino”, aclara.
En función de si el cliente va a recibir material RCD homogéneo o heterogéneo se plantea un tipo de instalación u otra, apunta Adolfo, quien añade que “para las plantas fijas depende de las capacidades que tiene cada cliente y, sobre todo, de la población en la que se ubica la planta.
"Hay muchos gestores de RCD que se encuentran en poblaciones pequeñas que no van a recibir mucho material, por lo que las plantas que diseñamos son de un tamaño más reducido y más sencillas que otras que están en ciudades grandes, como Madrid o Barcelona, que reciben mucha mayor cantidad de material para tratar y llevan a cabo procesos mucho más completos”.
Los clientes más habituales de este tipo de instalaciones de Tecymacan suelen ser gestores de RCD y también empresas que se dedican a excavaciones, transportes y constructoras que —por la necesidad derivada de su propia actividad— se convierten en gestores e instalan plantas más sencillas para tratar estos materiales de demolición.