El rol del agua en la Estrategia Española de Economía Circular
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La repercusión imparable del cambio climático y la situación pandémica actual originada por el virus SARS-CoV-2, han generado un periodo de inestabilidad que ha puesto a prueba la adaptabilidad constante de entes pertenecientes a los sectores industrial, tecnológico/investigador y académico, así como a las administraciones públicas de todo el mundo. Esta inestabilidad social y económica global está causando estragos en nuestro estilo de vida y está encareciendo de manera significativa el acceso, la disponibilidad y la comercialización de estos recursos naturales.
Políticas de cambio: estrategia española de economía circular
En este contexto generalizado, diferentes estimaciones indican que España requiere de más de dos veces y media su superficie para poder abastecer las necesidades actuales de su población e industria, recalcando su fuerte dependencia de la economía exterior y, por tanto, de su vulnerabilidad a las fluctuaciones internacionales ya no solo en materia económica o productiva, sino en las áreas mencionadas previamente como sanidad, higiene y medio ambiente.
El reto de introducir el concepto de circularidad en la economía española reside en entender este concepto como elemento transversal, tratando de concentrar los esfuerzos ya no en la fase final del ciclo de productivo, sino en la fase inicial de la cadena para maximizar la durabilidad frente a la obsolescencia programada del producto e impulsar la servitización, reutilización, reciclaje y reprocesado de los materiales. Así pues, la fase final del ciclo productivo requerirá menos esfuerzos y costes de gestión conforme la economía adquiera un carácter más circular.
La investigación, el desarrollo de tecnologías y la innovación pueden ser pieza clave para proponer soluciones que permitan a las empresas cambiar el modelo económico lineal hacia uno más circular y, por tanto, ser los principales propulsores dentro del desarrollo y afianzamiento de la economía circular para poder salvar las barreras existentes de tipo económico, higiénico, sanitario, normativo, etc.
Esto ha llevado al Gobierno estatal a la elaboración y aprobación de la Estrategia Española de Economía Circular (EEEC) o España Circular 2030. Este documento entronca con el Plan de Acción para la Economía Circular presentado por la Comisión Europea dentro del marco del Pacto Verde Europeo y de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (junto con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS) y sienta las bases estratégicas para la creación de una economía sostenible, limpia y competitiva que aporte beneficios a la sociedad y a la industria nacional. Así, la EEEC está alineado el ODS 12 “Producción y consumo sostenibles” que garantiza los modelos de consumo y producción sostenibles y el ODS 6 “Agua y saneamiento” que procura garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos.
El agua, pieza angular hacia la circularidad
El agua es un bien esencial y adquiere gran relevancia dentro de la Estrategia Española de Economía Circular (EEEC), convirtiéndose en uno de los caballos de batalla que fomenta la entrada de la circularidad dentro del modelo de producción y consumo existente. Conviene recordar que el agua es un recurso natural fundamental para el desarrollo y supervivencia de los seres vivos en el mundo, y se encuentra en un punto crítico ya que actualmente existe un peligroso desequilibrio entre la accesibilidad limitada de agua potable de calidad, debido a su elevada demanda y al impacto originado por el cambio climático en el ciclo hidrológico (alteraciones en la temperatura de las reservas de agua o el cambio drástico en el régimen de precipitaciones) que han llevado a alterar gravemente en la disponibilidad del agua, mermando su cantidad y calidad.
La implantación de la circularidad en el recurso hídrico reside en dos aspectos:
En primer lugar, cabe tener presente la mejora de la eficiencia del uso del agua en los procesos productivos, lo que lleva principalmente a reducir su demanda a través de la gestión sostenible de los recursos hídricos, e introducir instrumentos propios de una economía circular como: el aprovisionamiento sostenible de materias primas con un empleo responsable y eficiente de agua; el ecodiseño de instalaciones; las mejoras de procesos productivos en términos de sostenibilidad medioambiental y económica; la regeneración y reutilización del agua dentro de la misma planta industrial (o fábrica) o la utilización de indicadores ambientales como herramientas de mejora (huella hídrica), posicionando a la empresa dentro del sector, entre otros.
En segundo lugar, hay que tener en cuenta la mejora en la depuración de las aguas residuales con el fin de cerrar el ciclo del agua. Se hace necesario continuar con el desarrollo del Plan Nacional de Depuración, Saneamiento, Eficiencia, Ahorro y Reutilización (Plan DSEAR), así como: fomentar la innovación y transferencia tecnológica en el sector del agua a través de la eficiencia energética e integral de las plantas de tratamiento y reutilización; potenciar el consumo del agua potable “de grifo” frente al agua embotellada debido a la transposición de la Nueva Directiva de agua potable a la normativa española; profundizar, a través de la investigación, en el conocimiento del impacto que los microplásticos sobre los organismos acuáticos y desarrollar soluciones innovadoras que permitan su eliminación en plantas de tratamiento de aguas residuales, o establecer una adecuada metodología de contabilidad del agua que permita cuantificar el grado de circularidad de la economía en términos no financieros y definir criterios para la contratación pública ecológica en el sector de depuración de aguas residuales.