Recursos hídricos alternativos: de opción a necesidad
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Podemos afirmar que se ha alcanzado un colapso permanente entre la disponibilidad de recursos hídricos convencionales (aguas superficiales y subterráneas) y la creciente demanda de agua en zonas con riesgo de escasez hídrica. Esta situación se ha evidenciado especialmente en zonas costeras semiáridas (como podría ser la cuenca Mediterránea), donde las cada vez más frecuentes sequías, acuciadas por el cambio climático y la sobrepoblación, han generado desajustes que ponen en riesgo la explotación de las fuentes de agua fresca, potenciando la degradación de las masas de agua y aumentando los costes de explotación de las plantas de tratamiento. En estos casos, introducir recursos hídricos alternativos (agua regenerada o agua de mar desalada) en el ciclo integral del agua deja de ser una opción para ser una necesidad.
El concepto “regeneración de agua” se refiere a transformar un agua residual depurada en un agua que cumpla los requisitos de calidad para ser reutilizada de forma planificada para otros usos. Los usos no-potables del agua regenerada son los que tienen una mayor adopción, siendo los más habituales los usos agrícolas, industriales, urbanos, recreativos y ambientales. Por otro lado, los usos potables, menos comunes, son aquellos en los que el agua regenerada es intencionadamente introducida de una forma directa o indirecta en los procesos de potabilización.
Cuando planteamos estrategias para garantizar el suministro de agua, especialmente en zonas de escasez hídrica, es importante definirlas a largo plazo para que nos permitan no solo resolver un problema puntual sino también blindar la disponibilidad de los recursos hídricos. Específicamente, la regeneración y reutilización de aguas residuales es un proceso con un impacto económico y medioambiental significativamente menor al de la desalación de agua de mar o a la importación de agua.
Cuando planteamos estrategias para garantizar el suministro de agua, especialmente en zonas de escasez hídrica, es importante definirlas a largo plazo para blindar la disponibilidad de los recursos hídricos.
Son muchos los países en los que las infraestructuras a escala real operan de forma continua para regenerar grandes volúmenes de aguas residuales urbanas. Las primeras experiencias de IPR se remontan a los años 60 y 70 en Estados Unidos, siendo el proyecto Orange County Water Factory 21 (1976) uno de los más ilustrativos. El caso de Namibia (Windhoek) es de especial interés dado que en 1968 representó la primera referencia de reutilización potable directa (DPR) en el mundo. También destaca el caso de Israel y cómo desde 1977 han recargado el acuífero con agua regenerada para extraerla en el desierto del Negev e impulsar la actividad agrícola. Singapur cuenta con una estrategia clara de gestión de agua basada en los llamados “Four National Taps”, en los que el agua regenerada (NEWater) ya representa el 40% del suministro total. España no se queda atrás y ejemplo de ello son el Área Metropolitana de Barcelona, Sabadell, Alicante, Murcia o Canarias, entre muchos otros.
Sin embargo, a día de hoy todavía hay mucho camino por recorrer ya que el potencial de reutilización en Europa dista mucho de los volúmenes de agua regenerada actualmente asignados. La Comisión Europea reportó en 2021 que solamente el 2,4% del total del agua residual producida en Europa fue regenerada y reutilizada (964 Hm3/años). El potencial de reutilización en Europa es mucho mayor y se estima en torno a los 6000 Hm3/año, lo que supone más de seis veces más que el volumen actualmente reutilizado.
A día de hoy todavía hay mucho camino por recorrer ya que el potencial de reutilización en Europa dista mucho de los volúmenes de agua regenerada actualmente asignados.
Como demuestran los muchos casos de éxito en reutilización que existen a nivel mundial, el déficit de implementación de proyectos de este tipo no está asociado a una falta de desarrollo tecnológico, sino que las barreras que nos encontramos suelen ser locales y de carácter transversal.
El origen del agua regenerada (proveniente de agua residual tratada) en sí mismo ya resulta incómodo para una parte de la población, aflorando preocupaciones, debates y, en muchos casos, desinformaciones en cuanto al riesgo que comporta reusar agua regenerada en la salud pública o ambiental. Por otro lado, los modelos de gobernanza y la planificación del agua regenerada suelen estar basados en documentos estáticos, generados a partir de estudios territoriales en los que se identifican demandas potenciales (usuarios) y volúmenes de agua regenerada asignables. Sin embargo, la volatilidad económica y social puede perturbar los planes directores establecidos que habitualmente cubren horizontes de entre 5 y 10 años. Muy ligado a la gobernanza, la viabilidad económica de los proyectos de reutilización supone una barrera para su implementación. En algunos casos, la falta de involucración y coordinación de los múltiples actores territoriales clave en las etapas tempranas del proyecto puede desajustar el dimensionamiento de las nuevas infraestructuras en función de la demanda, en algunos casos sobredimensionándolas respecto a las dotaciones concedidas. Este sobrecoste en la inversión (CAPEX) y en la explotación (OPEX) puede resultar en sistemas de recuperación de costes ineficientes y en medio o largo plazo en la quiebra financiera del proyecto.
Abordar los retos que tenemos en la reutilización de agua regenerada no es sencillo, es por ello que la innovación debe jugar un papel clave.
Abordar estos retos no es sencillo, y es por ello que la innovación debe jugar un papel clave. En Cetaqua, Centro Tecnológico del Agua, trabajamos en tres ejes para desbloquear la reutilización:
1. Generación de nuevos modelos de gobernanza y economía circular. El desarrollo de herramientas holísticas y plataformas físicas y/o digitales que ayuden a una planificación más dinámica y ágil permitirá disponer del tipo de resultados o evidencias (estimaciones rápidas de CAPEX y OPEX e impactos ambientales territoriales) necesarios para convencer a los usuarios y a la administración de los beneficios de los proyectos. Ejemplo de ello es el proyecto B-WATER SMART en el que Cetaqua y Aguas de Alicante han impulsado la creación del primer Living Lab de reutilización de aguas, ubicándolo en la ERA de Rincón de León (Alicante).
2. Implementación de mejoras operativas y desarrollo de proyectos demostrativos. Es imprescindible seguir trabajando en la optimización de las tecnologías de regeneración existentes con el fin de minimizar los costes de los sistemas de reutilización. Validar tecnología puntera, así como realizar pilotajes demostrativos, ayuda a una mayor adopción por parte de los usuarios. En la última década, Cetaqua ha impulsado distintos proyectos en los que tecnología innovadora se ha validado a una escala representativa con el fin de demostrar la robustez técnica y económica de la misma. El proyecto GUARDIAN demostró un sistema de reutilización de agua para la prevención de incendios en Valencia, LIFE WIRE ayudó a validar esquemas descentralizados en distintas industrias, y LIFE REMINE WATER impulsa el desarrollo de esquemas de vertido líquido cero en el sector minero y metalúrgico.
3. Gestión del riesgo y mejora de la percepción pública. Implementar metodologías de gestión del riesgo como pueden ser los SSP (Sanitation Safety Plan) ayudan a reforzar la confianza de los usuarios y los reguladores y a través de la nueva directiva europea (2020/741) son de obligatorio cumplimiento. LIFE MATRIX, coordinado por Cetaqua, ha desarrollado una herramienta para monitorizar el riesgo en la recarga de acuíferos.
Más allá de estos retos y las soluciones que trabajamos, cuando se analizan los casos de éxito mundiales todos ellos tienen un mismo denominador común: la necesidad. El coste de “no hacer nada” puede ser muy alto en función del contexto, y esa acaba siendo siempre la llave, que junto al desbloqueo del resto de barreras transversales, permite que los proyectos de reutilización se implementen. En línea con lo sospechado, el driver “necesidad” empieza a aflorar en España en el marco de la situación de sequía actual. •