Preservar la biodiversidad para evitar futuras pandemias
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Con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra hoy bajo el lema ‘La Hora de la Naturaleza’, Fundación Aquae pone el foco en la vital importancia de preservar la biodiversidad, ya que de ella dependen todas las especies del planeta, incluida el ser humano. De la mano de su colaboradora Mónica Fernández-Aceytuno, Premio Nacional de Medio Ambiente, analiza el binomio biodiversidad-salud humana, epicentro de la infografía diseñada por Aquae con motivo de esta efeméride.
El papel de la diversidad biológica es clave para mitigar las alteraciones climáticas, garantizar la seguridad alimentaria e hídrica y prevenir pandemias como la que ahora azota al mundo. Al destruir la biodiversidad se alteran las cadenas ecológicas y tróficas de forma que se reduce el control natural establecido por la propia naturaleza. Por tanto, si no preservamos la biodiversidad y desaparecen todo tipo de especies, desde bacterias microscópicas hasta grandes mamíferos, nuestra salud se ve gravemente afectada al incrementarse el riego de que aparezcan enfermedades infecciosas como la COVID-19.
«Acabar con la fauna silvestre y sus hábitats provoca, por un lado, que los animales en ocasiones se acomoden a vivir en lugares humanizados, pudiendo transmitir nuevas enfermedades; y por otro lado, que los virus que llevan millones de años en el medio natural busquen otros huéspedes, entre los que nuestra especie, por su abundancia, es hoy más que nunca susceptible de convertirse en hospedador», explica la bióloga Mónica Fernández-Aceytuno.
Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), cada cuatro meses surge, de media, una nueva enfermedad infecciosa en los humanos. Algo que no debe extrañarnos teniendo en cuenta que más del 70% de las enfermedades humanas tienen origen zoonótico, es decir, se producen cuando los microorganismos patógenos se transmiten al hombre a través de una especie animal. Entre las zoonosis, ya sean víricas o bacterianas, se encuentran el SARS-COV-2 (causante de la COVID-19), el sida, el ébola, la gripe aviar, la gripe estacional, el Síndrome Respiratorio de Medio Oriente (MERS), el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS), el virus del zika o la salmonelosis.
Como se aprecia en la infografía adjunta, algunos de los factores que más aceleran la pérdida de diversidad biológica son la sobreexplotación de los recursos naturales, la contaminación (del agua, del aire y del suelo), el cambio climático, las especies invasoras, el uso de plaguicidas y de agentes químicos y biológicos, el actual modelo de producción y consumo y la urbanización, así como la agricultura y ganadería intensivas.
«Afortunadamente, cada vez más se escucha hablar de la salud de los suelos, que comienzan a gestionarse con un profundo conocimiento de la biología del subsuelo para que funcionen las tierras como ecosistemas vivos que sustenten no solo a los seres humanos, sino también a las plantas y a los animales. Esta nueva gestión del suelo, alejada de la química, al ser más eficaz, podrá mitigar los efectos de las sequías e inundaciones, además de evitar la deforestación para ganar tierras de cultivo, que no solo agrava las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que dejan sin espacio a la fauna silvestre, aumentando el riesgo de nuevas zoonosis», destaca Fernández-Aceytuno, directora de Clips Natura, micro-documentales sobre la naturaleza con los que Fundación Aquae pone en valor la diversidad biológica en España.
Cada año se extinguen 10.000-50.000 especies
«Cuando hablamos de biodiversidad nos referimos a las especies contemporáneas con las que convivimos formando, entre todas, una red que sustenta nuestra existencia sobre la Tierra. Cualquier agujero en esa red hace que nuestra especie sea más frágil», indica Mónica Fernández-Aceytuno. Por este motivo, no es de extrañar que una de cada cuatro muertes en el mundo esté relacionada con la destrucción del medio ambiente: agua contaminada (más de 1.800 millones de personas la consumen); aire contaminado (provoca 8,8 millones de muertes al año en el mundo y unas 30.000 en España); suelo contaminado (el 33% de los suelos ya están degradados, lo que provoca que unos 815 millones de personas sufran inseguridad alimentaria y unos 2.000 millones no dispongan de alimentos suficientemente nutritivos); o ruido ambiental. Los efectos del cambio climático sobre nuestra salud también son enormes: todos los años fallecen cientos de miles de personas por olas de calor, sequías, inundaciones, ciclones, incendios forestales, inseguridad alimentaria y hambruna o por la transmisión de enfermedades como el dengue.
El número de especies amenazadas de extinción en la actualidad es mayor que en cualquier momento de la historia de la humanidad. «Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), cada año se extinguen en nuestro planeta entre 10.000 y 50.000 especies. Los anfibios constituyen la clase de vertebrados más amenazados y en el mar destaca la vulnerabilidad de los corales. Lo más lamentable es que hay especies que van a extinguirse sin haber sido descritas. Es decir, la pérdida de hábitats no solo afecta a las especies catalogadas, sino a las que ni siquiera sabemos aún que existen pero que son necesarias para nuestra existencia», subraya la directora de Clips Natura.
En la infografía diseñada por Fundación Aquae se señalan algunas medidas para frenar o minimizar la destrucción de nuestro entorno: eliminar el tráfico y mercado de especies; reducir nuestra huella de carbono y ecológica; apostar por una agricultura y ganadería sostenibles; minimizar la producción de desechos y ahorrar energía; o respetar los ecosistemas. Si queremos preservar nuestra biodiversidad es clave que los países impulsen actuaciones políticas que generen un cambio en los sistemas de producción y consumo que sustentan nuestro actual estilo de vida, que ya ha demostrado ser poco sostenible.