El plan de mejora implantado por Eyrega en Grixoa-Miramontes consigue una reducción de olores de un 86 %
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El plan de mejora implantado por la UTE Eyrega, gestora del vertedero Grixoa-Miramontes, ha conseguido reducir el impacto odorífico en el entorno en más de un 86%. Esto ha sido posible gracias a la aplicación de un importante paquete de medidas iniciado en el año 2018, implantado de manera progresiva y que han dado óptimos resultados en el último año.
Esta significativa minoración del impacto generado por la actividad hacia el exterior se ha conseguido principalmente por el desarrollo las siguientes aplicaciones técnicas: la instalación de filtros de carbón activo en la chimenea de salida de gases, la creación de barreras osmogénicas y la implementación de procedimientos de explotación que minimizan la emisión de partículas odoríferas.
La aplicación de filtros de carbón ha permitido la captura en origen de los principales elementos potencialmente generadores de olor. Esto ha redundado en una mejora sustancial de emisiones de partículas odoríferas generadas por la actividad del vertedero y se ha traducido en una reducción significativa de los núcleos de población afectados por algún episodio de olor, de modo que han pasado de los 11 localizados en 2018 a 1 en este año. Este último, en un radio de un kilómetro, lo que significa que el número máximo de personas potencialmente afectadas, de ocurrir algún episodio puntual de emisión de olores, sería un máximo de 20 personas.
Por lo que respeta a las barreras osmogénicas, consistentes en la nebulización de un compuesto orgánico no contaminante y disuelto en agua sobre distintas partes de la instalación, consigue evitar la dispersión de partículas malolientes fuera de la planta, al actuar precisamente como una barrera protectora.
Estos resultados visibles y constatables por las inspecciones, realizadas por las distintas autoridades en los últimos meses, han sido posibles gracias al compromiso de la UTE, que en 2018 puso en marcha un programa progresivo de mejora ambiental de toda la instalación, que ha dado resultados muy positivos. Ya el primer año de funcionamiento se vieron los primeros indicadores de mejora, pero es en este ejercicio cuando se puede concluir de forma clara la reducción significativa del impacto en el entorno.
Hay que destacar en este punto que en el ordenamiento jurídico europeo, estatal o autonómico no existe una norma jurídica que regule los valores de emisión de moléculas o sustancias potencialmente generadoras de fenómenos odoríferos, por lo que no es posible hablar de contaminación ligada al olor, ni tampoco establecer parámetros que nos permitan posicionar los datos más allá de una comparativa propia.
En este sentido, la voluntad y el compromiso de la UTE gestora ha sido la de minorar todo lo posible los potenciales efectos que la actividad del vertedero pudiera tener en la población, sin que haya nada en nuestro marco normativo que regule y establezca los niveles de olores que deben tener estas instalaciones.
La apuesta por seguir mejorando continúa y por ello ya se están analizando nuevas medidas de control, higiene y prevención en la planta.