La UAB analiza la percepción sobre sostenibilidad alimentaria
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Cada año, cerca de la tercera parte de todos los alimentos producidos en el mundo, unos 1.300 millones de toneladas, se acaba malgastando en los hogares de los consumidores y en las empresas minoristas, según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El sector de la alimentación, además, representa en torno al 30 % del consumo total de energía en el mundo y el 22 % de las emisiones de gases con efecto invernadero.
Los impactos ambientales más graves tienen lugar durante la fase de producción de los alimentos, es decir, la agricultura y el procesamiento, pero los hogares también influyen a través de los hábitos y opciones alimentarias, que afectan al medio ambiente por el consumo de energía vinculada a la alimentación y por la generación de residuos.
Gestionar el impacto medioambiental y socioeconómico del modelo productivo industrial, reducir la sobreexplotación de los recursos naturales y potenciar un sistema alimenticio más sostenible y respetuoso con el medio ambiente, saludable, seguro y socialmente justo, son los retos que se deben afrontar en el siglo XXI. Desde 2015, una las prioridades de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de Naciones Unidas, en concreto, del objetivo número 12, es fomentar estilos de vida sostenibles y aumentar la eficiencia de los recursos naturales, a fin de alcanzar una producción y consumo responsables y así evitar la degradación medioambiental. En este contexto de desafíos globales, las universidades son instituciones con gran potencial para fomentar la sostenibilidad y los hábitos saludables entre sus miembros, para favorecer la formación de profesionales comprometidos con estos principios.
¿Qué nos preocupa de los alimentos que consumimos?
Conocer cuál es la percepción de la comunidad UB sobre sostenibilidad alimentaria y saber cuáles son sus conocimientos al respecto era el objetivo de un estudio que se ha acaba de publicar en la revista Frontiers in Nutrition. Lo ha desarrollado un equipo multidisciplinar que han encabezado las investigadoras M. Carmen Vidal-Carou, catedrática de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación y directora del Campus Torribera, y Montserrat Puig-Llobet, profesora de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud y vicerrectora de Igualdad y Género de la Universidad de Barcelona.
Así mismo, en el estudio también han trabajado los expertos Ricard Celorio-Sardà, Oriol Comas-Basté y M. Luz Latorre-Moratalla, del Campus de Torribera, la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación, el Instituto de Investigación en Nutrición y Seguridad Alimentaria (INSA-UB) y la Red de Innovación Alimentaria (XIA); Mª Clara de Moraes Prata Gaspar, de la Facultad de Geografía e Historia y del INSA-UB; Mari Aguilera Ruiz, de la Facultad de Psicología, el Instituto de Neurociencias de la UB (UBNeuro) y la Universidad Abierta de Cataluña (UOC), y Gustavo A. Llorente-Cabrera, de la Facultad de Biología y el Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la UB.
Participaron en el estudio un total de 1.220 participantes entre PDI, PAS y estudiantes, de los cuales el 67 % eran mujeres y el 47 % tenían entre 51 y 65 años. El 33 % provenían del área de ciencias de la salud. En el caso de los estudiantes, su participación en el estudio fue baja: representan solo el 18 % de todos los participantes, aun siendo el colectivo más numeroso en la UB.
El trabajo revela que los aspectos relativos a la alimentación que más preocupan a la comunidad universitaria son, por orden decreciente: el desperdicio alimentario; la higiene, los embalajes de plástico; los contenidos en grasas; sal y azúcares; el impacto ambiental; la contaminación vírica; las enfermedades crónicas no transmisibles; los pesticidas; las condiciones socioeconómicas; el bienestar animal; los contaminantes químicos, y el peso corporal.
Alimentación y medio ambiente: un futuro más sostenible
El sector de la alimentación tiene un impacto directo en el medio ambiente. De este problema, el 71 % de las personas entrevistadas, el 77 % del PDI y el 52 % de los estudiantes, han oído hablar a menudo de este tema, pero un 5 % declara no haber oído de ello prácticamente nunca. En relación a los ODS y la Agenda 2030, el 67 % dice que está informado, el 78 % del PDI y 35 % estudiantes, y porcentaje que baja al 58 % en el caso del Pacto Verde Europeo.
Las áreas que se manifiestan con niveles más altos de conocimiento corresponden de forma gradual a los alimentos de kilómetro cero, el desperdicio alimentario, los gases de efecto invernadero, la biodiversidad, la huella de carbono y la huella hídrica.
Según los entrevistados, una dieta sostenible tiene especialmente en cuenta aspectos como: la temporalidad, el bajo impacto, el desperdicio cero, el embalaje sostenible, los productos ecológicos, los alimentos vegetales y la aceptación cultural. Fruta y verdura, aceite de oliva, legumbres, frutos secos y cereales integrales deben formar parte de una dieta sostenible y saludable, según un ranking en que la carne roja, los cereales refinados, las bebidas alcohólicas, los aperitivos salados y las bebidas edulcoradas quedan al final de la lista.
¿Una dieta saludable es también sostenible?
El 10% de los participantes identifican totalmente dieta saludable con dieta sostenible, el 73 % consideran que en ocasiones son conceptos similares, y el 3 % responde que no tienen nada que ver.
En el momento de realizar la compra, el 59 % de los participantes, sobre todo hombres y estudiantes, dicen que tienen en cuenta la sostenibilidad alimentaria; para el 32 %, esta consideración es solo moderada.
¿Es difícil seguir una dieta sostenible? Solo el 9 % de los participantes declaran que siguen siempre una dieta sostenible, mientras que la gran mayoría, el 77 %, dicen que lo hacen a veces. Sobre esto, el estudio revela que los principales factores que lo dificultan son el precio de los alimentos, la falta de información y la accesibilidad a los alimentos estacionales.
¿Cómo varían los resultados entre colectivos?
Si los resultados se analizan según los colectivos a los que pertenecen los participantes, se observa que "los docentes muestran un mayor nivel de conocimiento respecto a los diferentes temas asociados a la sostenibilidad, como ahora los ODS o el Pacto Verde, sobre todo en comparación con el alumnado", informa M. Clara de Moraes Prata Gaspar. "Asimismo, continúa, algunos factores relacionados con la sostenibilidad ejercen mayor influencia en las decisiones alimentarias del profesorado y del personal administrativo que en el caso de los estudiantes".
"En cuanto a la percepción de una dieta sostenible, el personal administrativo y el profesorado indican concepciones similares que se diferencian de los estudiantes, que dan mayor importancia a los alimentos producidos localmente, a los envases biodegradables y compostables y al coste monetario", informa la investigadora.
Lucha contra el desperdicio alimentario
Las personas que admiten que en casa tiran alimentos de forma ocasional son mayoría (prácticamente el 50 % de los encuestados), seguidas de las que responden que no lo hacen prácticamente nunca (aproximadamente, el 40 %). ¿Cómo evitar que los alimentos comprados se desperdicien? Aprovechar las sobras, planificar las compras y comidas, comprar menos cantidad de comida y aprender nuevas técnicas culinarias para conservar mejor los alimentos son las estrategias más utilizadas en el entorno doméstico.
"En general, en la mayoría de preguntas observamos que las mujeres de todos los colectivos muestran más conocimiento y concienciación sobre los temas relacionados con la sostenibilidad alimentaria. Por ejemplo, vemos que las mujeres y el PDI son más propensos a utilizar estrategias relacionadas con la gestión de los alimentos en el hogar cuando se intenta evitar el desperdicio de alimentos", detalla el investigador Ricard Celorio-Sardà.
Potenciar estrategias a nivel individual y colectivo
Las conclusiones indican que el grado de conocimiento sobre los aspectos técnicos de la sostenibilidad alimentaria es moderado, o incluso bajo en el caso de los estudiantes. Aunque los aspectos sobre sostenibilidad alimentaria preocupan mucho, especialmente en las mujeres y en el colectivo de estudiantes, este concepto de sostenibilidad alimentaria no es todavía un elemento cabdal en las decisiones alimentarias. Por lo que respecta a las percepciones, el estudio pone de manifiesto una visión poco holística del concepto de sostenibilidad alimentaria que, en la mayoría de los casos, obvia la dimensión social y económica.
"Desde hace años, la UB trabaja para mantenerse alineada con los ODS en todas sus acciones y en todos sus ámbitos de actuación", explica Oriol Comas-Basté. "Sin embargo, los resultados de este estudio ponen de manifiesto que es necesario seguir esforzándose en desarrollar iniciativas que consideren la sostenibilidad de manera holística, teniendo en cuenta, sobre todo, las dimensiones social y económica, en las que se ha detectado grado de conocimiento y sensibilización más bajo de la comunidad UB. Además, es importante que estas estrategias no se limiten únicamente a aumentar el conocimiento teórico sobre este ámbito, sino que ayuden a concretarlo en acciones individuales y colectivas en favor de prácticas más sostenibles", concluye el investigador.