La Fundación Global Nature exige medidas contundentes ante la sequía
- 955 lecturas
La sequía actual es estructural en nuestro país, una realidad histórica de la península ibérica que en los años recientes acosa al país con más intensidad. El aumento de los periodos de sequía y la subida de las temperaturas están entre las causas, derivadas de un cambio climático y de un modelo productivo insostenible. Es necesario abordar la situación desde esta perspectiva porque el cambio no es circunstancial ni sólo del presente, sino estructural y a futuro. Estudios científicos revelan que la tendencia negativa va a seguir siendo un problema. Aunque la sequía agrícola es recurrente en nuestro clima Mediterráneo, estamos ahora ante un cambio de paradigma. “Quizá la flexibilidad del carácter Mediterráneo que sabe lo que es adaptarse a periodos de sequía nos ayude en los próximos años a adaptarnos al cambio climático”, afirma la coordinadora de proyectos de Fundación Global Nature, Vanessa Sánchez.
En esta línea, desde la entidad explican que a partir de los modelos climáticos regionales, disponibles de forma abierta como las simulaciones del proyecto CORDEX, es posible adelantar que la situación se va a repetir en los próximos años, y que lo hará además, "con mayor frecuencia e intensidad". Es decir, apuntan que existen evidencias de que la sequía agrícola, o la disminución del agua disponible en el suelo para los cultivos, va a ser cada vez más recurrente, "especialmente en los meses de abril a octubre". Esto se debe, en parte, al aumento de las temperaturas y, por tanto, de la evapotranspiración, lo que provoca un aumento de la aridez y una evolución negativa del balance hídrico del suelo. Esta situación aumentará una "desertificación imparable" que amenaza más del 50% de la superficie del país. Y en esta evolución, el consumo de agua nacional y el déficit hídrico van en aumento.
Desde los años 50 del siglo pasado, se ha pasado de aproximadamente 1 millón de ha en regadío a 3,7 millones de ha. Sin embargo, se prevé una disminución de las precipitaciones del 6% y del número de días de lluvia en un 7% a 2050 (Plataforma AdapteCCa, escenario RCP 8,5), “lo que hará muchas de estas producciones agrarias inviables en la Península Ibérica”, en palabras de la técnica.
Planes sectoriales de adaptación a nivel agrario
En nuestro país, predominantemente árido, el principal uso del agua es el regadío y los usos agrarios, que suponen aproximadamente el 80,5% de esta demanda, seguido por el abastecimiento urbano, que representa el 15,5%.
Por eso la sequía no debería tratarse como una emergencia, cada vez que sucede, sino más bien como un problema estructural al que debemos adaptarnos. Y para ello, es preciso una mayor planificación, son necesarios planes sectoriales de adaptación al cambio climático a nivel agrario. No es suficiente con atajar la emergencia puntual cada vez que llega la sequía agrícola, y mucho menos tratar de flexibilizar la normativa europea, la PAC, como reclama nuestro Ministerio de Agricultura en los últimos días.
El propio Gobierno reconocía el año pasado que “es necesario emprender una completa modernización del ciclo del agua en el país con el fin de avanzar hacia una gestión más eficiente y sostenible del agua”.
“No podemos seguir cerrando los ojos ante la realidad que nos acecha: esto no es una excepcionalidad, el cambio climático es imparable. Se deben tomar decisiones y planificar ya, para no perder la oportunidad de adaptación, como ya ha sucedido con la mitigación”, añade la Coordinadora de FGN, para quien “no sólo es necesario disponer de planes de adaptación en los diferentes sistemas agrarios y regiones españolas, cuestión que el Ministerio de Agricultura debería atajar, sino que es necesaria también una planificación hidrológica en condiciones, porque el agua es un recurso finito”.
Fundación Global Nature exige una planificación hidrológica que tenga en cuenta las proyecciones en los diferentes escenarios de cambio climático e implementen Programas de medidas de adaptación urgentemente. Los últimos Planes hidrológicos (2021-2027) han dejado esta tarea para el próximo ciclo de planificación (2028-2034). “No es posible trabajar a golpe de emergencias”, asevera Vanessa Sánchez.
Doñana es solo el ejemplo
La actualidad está poniendo el foco en el Parque Nacional de Doñana, un ejemplo emblemático del estado de los humedales en nuestro país, como podrían ser otros como el Mar Menor o las Tablas de Daimiel. Los humedales son termómetros de la evolución del cambio climático y del estado de nuestras aguas, y se estima que entre 1970 y 2015 los humedales se redujeron en aproximadamente un 35% (una tasa tres veces superior a la de la pérdida de bosques), según datos del MITECO.
En España, en concreto, la mayor parte de los humedales fueron drenados y transformados hasta los años 60 y 70 del siglo XX, fundamentalmente para su uso agrario, haciendo desaparecer el 60-70% de su superficie original.
Por todo ello, FGN, que lleva tres décadas trabajando en la conservación de estos ecosistemas, insiste en que es fundamental consolidar actuaciones de conservación y gestión, que potencien la capacidad natural de los humedales para hacer frente al cambio climático, como demuestran, entre otros, los trabajos realizados por el proyecto europeo LIFE Wetlands4Climate.
Por otro lado, además de la vigilancia, denuncia y cierre de extracciones subterráneas ilegales en el entorno de humedales y acuíferos, desde FGN apunta que “es importante controlar adecuadamente la contaminación por nitratos”. En por ello que la entidad creó el documento “Propuestas ambientales de gestión de humedales”, en el que muestra que hay modelos de agricultura y ganadería sostenibles, "respetuosos con la biodiversidad y el medio natural" a través de cambios en la Política Agraria Común (PAC), que protegen los humedales y las reservas de agua.