Imprescindibles en tiempos de crisis y (más aún) después de ella
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Desde que el Gobierno decretó el estado de alarma el pasado 14 de marzo, muchos ciudadanos nos hemos asomados diariamente a balcones y ventanas a agradecer con nuestros aplausos la labor de numerosos colectivos profesionales que, por el bien común, han seguido desarrollando su actividad. Sin duda, tenemos una deuda de agradecimiento con sanitarios, fuerzas de seguridad, trabajadores de supermercados, o repartidores, pero me gustaría añadir a esta lista a otro sector, alejado de los focos mediáticos, pero igualmente imprescindible; me refiero al de la recogida y el reciclaje de residuos.
Es una buena noticia que, desde el punto de vista institucional, tanto la Unión Europea como los estados miembros, incluido España, hayan reconocido a nuestro sector como una actividad esencial y crítica, tanto por su beneficio para la salud y el medio ambiente, como por su papel estratégico en el suministro a la industria de las materias primas resultantes del reciclaje adecuado de los residuos.
Adaptación para mantener el servicio
Por el hecho de resultar imprescindibles, sólo en cuestión de días, tras el inicio de la emergencia sanitaria, los sistemas colectivos, la cadena logística y las plantas de tratamiento fuimos capaces de adaptar nuestra organización e infraestructura a las circunstancias, adoptando las medidas de prevención establecidas por las autoridades sanitarias para garantizar nuestro servicio y proteger a los casi 100.000 trabajadores dedicados en nuestro país a la recogida y la gestión de residuos comunes y peligrosos.
Hay que señalar que ha habido un descenso generalizado en toda Europa del volumen de recogida de aparatos electrónicos debido, fundamentalmente, a la reducción de la movilidad de los ciudadanos y al hecho de que en nuestro país números ayuntamientos cerraran los puntos limpios municipales. Aun así, en nuestro caso, hemos sido capaces de mantener en marcha nuestra red logística y de gestión en planta para atender los flujos de residuos electrónicos y de pilas y baterías, por pequeños que fueran los flujos.
De hecho, las cuatro fundaciones medioambientales integradas en Recyclia (Ecoasimelec, Ecofimática, Ecolum y Ecopilas) han atendido más de 800 solicitudes semanales de retirada de residuos electrónicos y pilas durante el estado de alarma. Y es que la generación de residuos se ha mantenido en ciertos ámbitos, tales como tiendas de alimentación, en el caso de la retirada de pilas, y de otros establecimientos comerciales considerados servicios básicos, como, por ejemplo, tiendas de informática o servicios de reparación de electrodomésticos.
En concreto, desde la declaración del estado de alarma, la fundación que más solicitudes ha gestionado, con un 37,9%, ha sido Ecoasimelec (encargada de la retirada de todo tipo de aparatos, desde un teléfono móvil hasta un escáner médico), seguida de Ecofimática (equipos ofimáticos y de impresión), con un 28,4%, y Ecopilas, con un 21,2%. Por lo que se refiere a consumibles de impresión y aparatos de iluminación, las solicitudes recibidas por la iniciativa Tragatóner/Tragatinta y la fundación Ecolum han supuesto el 7,3% y el 5,2% del total, respectivamente.
Además, la gestión de residuos electrónicos ha cobrado aún más relevancia durante esta crisis, al resultar esencial para poder habilitar espacios destinados a la atención de pacientes en hospitales y otras instalaciones sanitarias, tras retirar de ellos aparatos en desuso, así como para el reacondicionamiento de dispositivos aptos para su reutilización por grupos de población desfavorecida.
Tanto en tiempos de crisis como al margen de ella, nuestro sector tiene un papel fundamental en el funcionamiento del tejido productivo y en el bienestar y la protección de la salud
En definitiva, y a pesar de las dificultades que vamos a encontrar para cumplir los objetivos obligatorios de recogida establecidos para este año, esta circunstancia ha servido para reafirmar que, tanto en tiempos de crisis como al margen de ella, nuestro sector tiene un papel fundamental en el funcionamiento del tejido productivo y en el bienestar y la protección de la salud de nuestros ciudadanos y del medio ambiente.
Por ello, ahora que se empieza a vislumbrar la salida de esta crisis, creemos llegado el momento de que las administraciones, tanto nacional como europea, vean que este sector, además de esencial, también puede servir de motor de empleo de cara a la futura reconstrucción socioeconómica. Y es que, al igual que los demás sectores imprescindibles en esta crisis, el nuestro ha demostrado su eficacia y contribución social, una vez más.
Artículo publicado en el número 222 Especial Reciclaje 2020