¿Están desaprovechando América Latina y Caribe la oportunidad de invertir en una recuperación sostenible?
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Una nueva plataforma que muestra datos en tiempo real de 33 países de América Latina y el Caribe ha revelado que en materia de gasto ambientalmente sostenible posterior a la COVID-19, América Latina y el Caribe está rezagada con respecto al resto del mundo: 0,5% del gasto total y 2,2% del gasto de recuperación a largo plazo fue respetuoso con el medio ambiente en 2020, en comparación con 2,8% y 19,2% a nivel mundial.
La herramienta está basada en el Observatorio de Recuperación Global, una iniciativa liderada por el Proyecto de Recuperación Económica de la Universidad de Oxford (OUERP), con el apoyo del PNUMA, el Fondo Monetario Internacional y GIZ a través de la Red de Políticas Fiscales Verdes (GFPN). Revela que solo seis de los 33 países de la región dedicaron más de 0,1% de su PIB en planes de recuperación; un pequeño número de ellos sí dedicó una proporción significativa a esfuerzos pos-COVID-19, entre ellos Chile (14,9%), San Cristóbal y Nieves (13,3%), Santa Lucía (11,3%), Bolivia (10,5%) y Brasil (9,26%).
El análisis de más de 1.100 políticas muestra que aproximadamente 77% del presupuesto total de la región para a recuperación, de US$ 318.000 millones, se asignó a medidas de rescate para abordar amenazas a corto plazo y salvar vidas, mientras que, hasta la fecha, solo 16,1% se ha dirigido a planes de recuperación a largo plazo para revitalizar la economía, dada la limitada capacidad de muchos de los países de la región. En promedio, la región ha asignado US$ 490 al gasto per cápita para la recuperación de la pandemia, mientras que en los mercados emergentes y las economías en desarrollo, la cifra es de US$ 650 y, en las economías avanzadas, de US$ 12.700.
La región ha sido fuertemente afectada por la pandemia de COVID-19. Hogar de 8% de la población mundial, concentra alrededor de 29% de las muertes registradas por la pandemia, y se estima que tuvo una contracción del PIB de 7% en 2020.
“Aplaudo la iniciativa de los ministros de América Latina y el Caribe de dar seguimiento a sus avances hacia recuperaciones más sostenibles. Nuestro Tracker muestra que, en general, el gasto ecológico de la región aún no está a la altura de la gravedad de la triple crisis planetaria de cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación”, dijo Piedad Martin, directora regional interina del PNUMA para América Latina y el Caribe.
"Con el fin de hacer la transición hacia economías más sostenibles e inclusivas, las naciones de la región deben seguir adelante con base en este buen comienzo para alinear aún más sus prioridades de desarrollo con la recuperación verde”, añadió Martin.
Hasta ahora, según el Observatorio, una proporción más alta del presupuesto para la recuperación se ha gastado en sectores no sostenibles (US$ 7,400 millones) que en iniciativas sostenibles (US$ 1,500 millones). 74% de los gastos negativos para el medio ambiente se ha destinado a infraestructura para fuentes de energía fósiles, 13% a infraestructura portuaria y aeroportuaria insostenible, lo cual se espera que conduzca a un aumento de las emisiones de carbono.
“La situación de la región es preocupante, la respuesta a la pandemia nos está llevando a un aumento de la deuda, lo cual limita nuestra capacidad para dirigir las inversiones hacia la sostenibilidad ambiental. Sin embargo, colocar la acción climática como motor de la reactivación nunca ha sido tan importante. La supervivencia y la competitividad de la región están en juego debido al cambio climático, dijo la ministra de Ambiente y Energía de Costa Rica, Andrea Meza, quien presidirá la XXIII reunión del Foro de Ministros de Medio Ambiente en 2022.
“Hago un llamado a los gobiernos, la comunidad internacional y el sector privado para que apoyen a los países de América Latina y el Caribe en la respuesta a esta crisis y nos ayuden mediante inversiones para cumplir con el Acuerdo de París”, añadió Meza.
Las oportunidades de alto impacto para la región son numerosas y requieren una combinación de políticas públicas. Entre ellas destacan las que tienen que ver con la energía sostenible, en particular la energía renovable no convencional y la eficiencia energética; las inversiones en transporte de cero emisiones, con un enfoque especial en el transporte público; y las inversiones en soluciones basadas en la naturaleza para garantizar la adaptación en sectores clave, como la agricultura y los centros urbanos, donde vive la mayor parte de la población.
“La región ha llegado a una encrucijada económica. O los gobiernos continúan apoyando las viejas industrias moribundas del pasado o invierten en industrias sostenibles que puedan impulsar la prosperidad a futuro. Las nuevas oportunidades económicas para la región son monumentales y los líderes visionarios las aprovecharán”, dijo Brian O’Callaghan, investigador principal del Proyecto de Recuperación Económica de la Universidad de Oxford.