España 2030: Los retos para avanzar con ambición hacia un nuevo modelo económico circular
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El año 2020 empezaba con muy buenas noticias para la economía circular, y para la sostenibilidad, en general. El lanzamiento del Pacto Verde Europeo y la promesa de actualizar el Plan de Acción de Economía Circular de 2015 marcaban un punto de inflexión sin precedentes en Europa. Nada hacía prever que tendríamos que hacer frente al shock originado por el COVID-19.
A pesar de todo, las promesas de la Comisión de Ursula von der Leyen se han mantenido en firme y el Plan de Acción de Economía Circular europeo vería la luz en marzo, con muchas expectativas.
Desde luego, España Circular 2030: la estrategia española de economía circular asume la ambición del Plan de Acción europeo e integra una visión holística de la economía circular, incorporando también ese enfoque de cambio de modelo económico, que involucra a casi todos los Ministerios que componen el Gobierno. Igualmente, el anteproyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados trae al contexto español dos Directivas comunitarias que dan un gran impulso a la economía circular en nuestro país.
Sin embargo, la Estrategia española y los marcos existentes arrastran las limitaciones y las barreras que vienen desde Europa que, aunque están identificadas, todavía queda un camino para poder darles respuesta y conseguir acelerar la acción.
Una de las barreras, en términos generales, es poder transmitir de manera clara a todos los grupos de interés los riesgos asociados a la economía lineal basados en la ciencia. Una meta aspiracional es la evolución que ha experimentado el cambio climático: a día de hoy los gobiernos, las empresas y cada vez más proporción de la sociedad, tenemos claros los riesgos asociados al calentamiento global. Gracias a este conocimiento, han surgido iniciativas de impacto como los Science Based Targets que permiten alinear las estrategias empresariales con la ambición necesaria para descarbonizar la economía.
Pero, ¿cuáles son los riesgos de seguir operando en una economía lineal –presión sobre los recursos naturales o la generación desmesurada de residuos, entre otros- para la economía, para el planeta y para la salud de las personas? ¿qué objetivos deberían marcar las empresas para contribuir con otro modelo de producción y consumo, en línea con la Agenda 2030? Todavía hay que ahondar en las respuestas a estas preguntas.
Por otro lado, una de las acciones más relevantes para hacer posible el cambio de modelo pasa por incentivar el ecodiseño. Sin embargo, a día de hoy no existen directrices, criterios y marcos de ayuda para definir e impulsar el ecodiseño enfocado a la reutilización y el reciclaje. De hecho, ya se habla de tarifas ecomodulables vinculadas a la Responsabilidad Extendida al Productor que dependerán del ecodiseño de envases, pero no hay criterios a nivel europeo que permita comparar los distintos tipos de envases.
Además, tampoco existen parámetros claros en términos de políticas públicas que permitan definir la reciclabilidad de una solución de envasado y qué punto de la cadena de valor debería medirse (en la separación, en su salida al mercado…).
Otra de las barreras es la falta de una definición común de residuo y de materia prima secundaria a nivel europeo, hecho que también será clave para incentivar el mercado de materias primas secundarias. Y no es la única barrera vinculada con los residuos. A día de hoy, no existen restricciones a nivel europeo para la deposición de residuos a vertedero.
Igualmente, faltan unas reglas claras sobre la gestión de residuos con un enfoque de análisis de ciclo de vida para todos los flujos de residuos, para que así se puedan comparar y evaluar de manera correcta su impacto.
Finalmente, otras de las grandes barreras es la falta de un marco global que permita medir la circularidad de países y empresas, y comparar. La Comisión Europea ha hecho un gran avance en este sentido (al que se ha acogido España) en el diseño de un marco de indicadores para medir el seguimiento del Plan de Acción de Economía Circular en Europa. Sin embargo, todavía los Estados Miembros utilizan distintas metodologías de cálculo de la tasa de reciclaje, reto al que pretende dar respuesta la Directiva 2018/851/CE de residuos, que propone un método de cálculo armonizado para que todos los países la calculen de la misma manera y asegurar la comparabilidad.
Es interesante mencionar que estos indicadores son distintos a los indicadores que utiliza Naciones Unidas para hacer el seguimiento del ODS 12, de producción y consumo responsable, que se vincula a la economía circular (aunque el cambio necesario impacta a todos los ODS). Por tanto, todavía es necesario trabajar en articular y coordinar los esfuerzos para tener una fotografía realista y clara de la situación.
La colaboración y las acciones de impacto serán clave para completar esta década de la acción y llegar al 2030 con el máximo nivel de consecución de los ODS.
Finalmente, la concienciación, sensibilización e involucración de los consumidores todavía necesita un avance significativo y necesario para que los marcos actuales puedan implementarse con éxito.
Desde Forética, vemos con optimismo un avance en las políticas públicas para incentivar el cambio, tanto a nivel europeo como español, a pesar de las barreras identificadas, para las que ya se están buscando respuestas y soluciones. En el Grupo de Acción de Economía Circular trabajaremos en la IV Edición para acompañar a las empresas en la búsqueda de la máxima ambición y para analizar su contribución con los marcos de acción actuales. Y es que la ambición, la colaboración y las acciones de impacto serán las claves necesarias para completar esta década de la acción y llegar al 2030 con el máximo nivel de consecución de los ODS.
Artículo publicado en el número 224 Julio/Agosto 2020