¿Por qué es necesario renovar nuestras infraestructuras del agua?
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El cambio climático afecta, especialmente, a los recursos hídricos. En los próximos años, su impacto en el agua se intensificará, sobre todo en las ciudades. El aumento del nivel del mar y el derretimiento de los glaciares son, posiblemente, dos de las consecuencias del calentamiento global que mejor ejemplifican la relación entre agua y cambio climático. Pero no son las únicas. Según las previsiones científicas, los episodios de sequía serán cada vez más frecuentes y duraderos en el tiempo en las regiones áridas del planeta. Por tanto, el acceso a agua potable y a un saneamiento adecuado se verán comprometidos en muchas zonas que ya de por sí experimentan dificultades para acceder a ellos.
La alteración del ciclo del agua también intensificará las lluvias torrenciales en algunas regiones, incrementando el riesgo de inundación. En definitiva, los efectos del cambio climático en el ciclo hidrológico afectarán a la disponibilidad de recursos hídricos y harán que eventos extremos como sequías e inundaciones se den con mayor frecuencia e intensidad. Hablar de agua y cambio climático supone, por tanto, hacerlo sobre las consecuencias de una crisis que ahonda en los problemas de abastecimiento de agua en muchos lugares del planeta debido a una creciente demanda que, según prevé la OCDE, aumentará aún más en el futuro, concretamente, en un 55% en 2050.
Teniendo en cuenta que España es uno de los países europeos más vulnerables al cambio climático, urge más que nunca garantizar la seguridad hídrica, es decir, nuestra capacidad para asegurar a la población sus necesidades de agua, en términos de calidad y cantidad, de forma sostenible. Y para conseguirlo, es necesario disponer de un parque de infraestructuras del ciclo urbano del agua saneado y renovado que contribuya a que nuestras ciudades sean resilientes ante el calentamiento global. Algo que solo será posible si las autoridades locales realizan una planificación y gestión eficiente del agua, implantando un plan de renovación sostenible de estas infraestructuras.
Renovar estos activos es clave por dos motivos, fundamentalmente: primero, su envejecimiento reduce su eficiencia, aumentando los costes no solo financieros, sino también los ambientales, a través de las pérdidas de agua y/o vertidos no tratados, así como los costes sociales debido al aumento del riesgo de fallos del sistema y de cese del servicio; y, segundo, el impacto de los fallos en los servicios urbanos del agua se intensifica en los escenarios de cambio climático, caracterizados por el incremento de la intensidad y de la frecuencia de eventos extremos, así como por el crecimiento de población en las ciudades.
Estas infraestructuras juegan un papel crucial en nuestras urbes, ya que sin ellas nuestros núcleos urbanos no podrían funcionar correctamente. Por eso, necesitamos modernizarlas. Recordemos que en España 47 millones de habitantes y 84 millones de turistas las utilizan cada año.
El ciclo integral del agua en las ciudades comienza con la captación del agua para su potabilización, ya sea para consumo urbano o para usuarios finales como agricultores o grandes industrias, como por ejemplo las plantas de generación eléctrica. El agua potable se almacena en depósitos para posteriormente distribuirse. Una vez el agua ha sido usada, comienza la fase de saneamiento. El agua utilizada por hogares, industrias urbanas o comercios es conducida a través de la red de alcantarillado y drenaje urbano a las plantas de depuración. Además, los sistemas de drenaje urbano recogen y canalizan el agua de lluvia. El conjunto de estas aguas residuales se depura a través de distintos procesos tecnificados para que se pueda volver a verter en los cauces naturales de los ríos en condiciones de calidad compatibles con el medio. Por último, está la opción de la reutilización (tras depurar las aguas residuales), una opción que en España cobra especial relevancia por su alto estrés hídrico.
Inversión de 585 millones anuales, un 70%-80% menos de lo necesario
Unos 450.000 km de tuberías recorren nuestro país (23.789 km de red de aducción, 248.245 km de red de abastecimiento y 189.203 km de red de saneamiento). Calculando en base a lo que costaría instalar de nuevo cada una de estas redes, el valor económico de la red de aducción asciende a 5.138 millones de euros; la de abastecimiento, a 36.059 millones; y la red de saneamiento, a un importe de 128.917 millones de euros.
En relación a las infraestructuras singulares más destacables, se calcula que nuestro país dispone de 1.640 potabilizadoras, 2.232 depuradoras, 29.305 depósitos y 456 tanques de tormenta, entre otras. Las potabilizadoras tienen un valor estimado de 7.454 millones de euros; las depuradoras, de 14.466 millones; los depósitos, de 12.188 millones; y los tanques de tormenta, de 1.413 millones de euros.
Si sumamos los importes del valor de las redes y de las infraestructuras singulares, construir de nuevo el parque de infraestructuras del ciclo urbano del agua de España costaría 207.492 millones de euros. Un importe que equivale al 16,7% del PIB de nuestro país en 2019 a precios corrientes, lo que refleja la enorme importancia y el gran valor que tienen estos activos.
El ciclo urbano del agua en España ha experimentado una fuerte transformación durante los últimos 30 años, habiéndose logrado importantes avances en términos de depuración de aguas residuales, calidad del agua, o volumen de población cubierta con sistemas de distribución y saneamiento de agua. Estos avances, junto con la cooperación del sector público y privado, permiten a nuestro país disponer de un servicio de altísimo nivel. Sin embargo, los niveles actuales de inversión en renovación resultan insuficientes.
Según señalamos en el estudio que hemos realizado desde la Cátedra Aquae de Economía del Agua (Fundación Aquae y la UNED), ‘Análisis de las necesidades de inversión en renovación de las infraestructuras del ciclo urbano del agua’, junto a la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS) y en colaboración con la Universidad Politécnica de Catalunya, la inversión necesaria en renovación de las infraestructuras y redes del ciclo del agua en las ciudades españolas se sitúa entre los 2.221 y los 3.858 millones de euros anuales. Sin embargo, cada año se vienen invirtiendo unos 585 millones de euros en renovación, un 70%-80% menos de lo necesario.
En el periodo 2009-2015 la media anual de inversión real en el ciclo urbano del agua (incluyendo renovación y obra nueva) no ha superado los 2.400 millones de euros, menos de la mitad de lo que se estima necesario. En los últimos años, esta cantidad ha caído incluso más, llevando a España a tocar suelo en lo que a inversiones en infraestructura de ciclo urbano del agua se refiere.
La mayoría de nosotros estamos acostumbrados a que cuando abrimos el grifo, fluya el agua potable, pero casi ninguno somos conscientes del enorme esfuerzo tecnológico y económico que hay detrás de todas las infraestructuras que lo hacen posible. Existe un gran desconocimiento sobre ellas, ya sea porque la inmensa mayoría son invisibles a la población, al estar enterradas bajo el suelo (redes de abastecimiento y saneamiento), o bien porque muchas se encuentran alejadas de las zonas urbanas (plantas potabilizadoras, depuradoras o depósitos).
El estudio que hemos desarrollado junto a AEAS es el primero que ha realizado un inventario completo de las infraestructuras del ciclo urbano del agua en España y que ha calculado su valor para que su difusión ponga el foco en la necesidad de renovar nuestro patrimonio de abastecimiento y saneamiento urbano.
Artículo publicado en el número 223 Mayo/Junio 2020