El aumento de la extracción de recursos amenaza los objetivos climáticos, económicos y sociales
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La extracción de los recursos naturales de la Tierra se triplicó en los últimos 50 años, debido a la construcción masiva de infraestructuras en muchas partes del mundo y a los elevados niveles de consumo de materiales, especialmente en los países de ingreso alto y medio-alto. Según un informe publicado hoy por el Panel Internacional de Recursos, auspiciado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se prevé que la extracción de materiales aumente un 60% de aquí a 2060 y podría hacer fracasar los esfuerzos por alcanzar no solo los objetivos mundiales en materia de clima, biodiversidad y contaminación, sino también la prosperidad económica y el bienestar humano.
El informe Panorama de los Recursos Globales 2024, elaborado por el Panel Internacional de Recursos con autores de todo el mundo y divulgado durante el sexto período de sesiones de la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, hace un llamamiento para que se introduzcan cambios radicales en las medidas políticas que permitan a la humanidad vivir dentro de sus posibilidades y reducir en un tercio el crecimiento previsto en la explotación y uso de los recursos, al tiempo que se impulsa la economía, se mejora el bienestar y se reducen al mínimo las repercusiones ambientales.
El informe concluye que se han ocasionado graves impactos ambientales debido al incremento del uso de recursos desde 1970, que ha pasado de 30.000 a 106.000 millones de toneladas, es decir, de 23 a 39 kilogramos de materiales son usados o consumidos en promedio por persona cada día. En conjunto, la extracción y el procesamiento de recursos provocan más del 60% de las emisiones que calientan el planeta y del 40% de los impactos de la contaminación atmosférica relacionados con la salud.
La extracción y procesamiento de biomasa (por ejemplo, en cultivos agrícolas y silvicultura) provoca el 90% del estrés hídrico y de la pérdida de biodiversidad relacionada con el uso de las tierras, además de generar un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero. Del mismo modo, la extracción y el procesamiento de combustibles fósiles, metales y minerales no metálicos (por ejemplo, arena, grava, arcilla) representan en conjunto el 35% de las emisiones mundiales.
"La triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de naturaleza y la contaminación tiene su origen en una crisis de consumo y producción insostenibles. Debemos trabajar con la naturaleza, en lugar de limitarnos a explotarla", afirmó Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA. "Reducir la intensidad de recursos de los sistemas de movilidad, vivienda, alimentación y energía es la única manera de que podamos alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y, en última instancia, un planeta justo y habitable para todos".
En el centro del uso global de los recursos se encuentran desigualdades fundamentales: los países de renta baja consumen seis veces menos materiales y generan 10 veces menos impactos climáticos que los que viven en países de renta alta. Los países de ingreso medio-alto han duplicado con creces el uso de recursos en los últimos 50 años debido a su propio crecimiento en infraestructuras y al traslado de procesos intensivos en recursos desde los países de ingreso alto. Al mismo tiempo, el uso de recursos per cápita y los impactos ambientales relacionados en los países de ingreso bajo se han mantenido relativamente bajos y casi sin cambios desde 1995.
En los países donde los niveles de consumo son muy elevados, es posible reducir en un 30% el uso mundial de recursos (comparado con las tendencias históricas) si se priorizan medidas políticas de reducción del consumo de recursos y materiales que complementen la producción y la eficiencia en el uso de los recursos. Estos cambios pueden al mismo tiempo promover el crecimiento de la economía mundial, mejorar la calidad de vida y respetar los límites de regeneración del planeta.
Cuando sea necesario aumentar el uso de los recursos, se pueden poner en marcha estrategias para aprovechar al máximo el valor de cada unidad de recurso utilizado y satisfacer las necesidades humanas de forma que no se haga un uso intensivo de los recursos, de modo que los beneficios del uso de los recursos superen con creces el ritmo de su extracción y los impactos sobre el medio ambiente y la salud se mantengan en línea con las obligaciones internacionales en materia de clima, biodiversidad y sostenibilidad.
Incorporar las externalidades ambientales en los acuerdos comerciales, reforzar la regulación de los mercados financieros de materias primas y poner en marcha políticas de ajuste fronterizo relacionadas con el impacto son sólo algunas de las soluciones con las que los países pueden evitar una competición a la baja en las normas ambientales y sociales relativas a la extracción de recursos y, al tiempo, pueden retener y aprovechar al máximo el valor de los procesos de extracción en el país.
"No debemos resignarnos a que la satisfacción de las necesidades humanas requiera un uso intensivo de recursos, por el contrario, debemos dejar de estimular el éxito económico basado en la extracción. Si los políticos y el sector privado adoptan medidas contundentes, es posible lograr una vida digna para todos sin que el planeta pague un precio elevado", afirmó Janez Potočnik, copresidente del Panel Internacional de Recursos.
"En la conferencia sobre el cambio climático del año pasado se acordó alejarse de los combustibles fósiles. Ha llegado el momento de sentar a todo el mundo a la mesa para poner en marcha soluciones que garanticen ese objetivo. Ha llegado el momento de implementar progresivamente soluciones basadas en los recursos en favor del clima, la biodiversidad y la equidad, con el objetivo de que todas las personas, en todas partes, puedan vivir dignamente", declaró Izabella Teixeira, copresidenta del Panel Internacional de Recursos.
Entre las recomendaciones específicas se incluyen:
- Institucionalizar la gobernanza de los recursos y definir las vías de uso de los recursos, especialmente la consideración del uso sostenible de los recursos en las estrategias de aplicación de los Acuerdos Multilaterales sobre el Medio Ambiente (AMUMA) y mejorar la capacidad de los países para establecer puntos de referencia y objetivos para el consumo y la productividad de los recursos.
- Dirigir la financiación hacia el uso sostenible de los recursos reflejando los verdaderos costes de los recursos en la estructura de la economía (es decir, subvenciones, regulación, impuestos, incentivos, infraestructuras y planificación). Entre las demás recomendaciones se incluyen la canalización de la financiación privada hacia el uso sostenible de los recursos y la incorporación del riesgo relacionado con los recursos en los mandatos de los bancos públicos y centrales.
- Incorporar opciones de consumo sostenible asegurándose de que los consumidores disponen de la información adecuada, tienen acceso a bienes y servicios sostenibles y pueden permitírselos. Estas medidas deben ir acompañadas de una normativa que desincentive o prohíba las opciones que consumen muchos recursos (como los productos de plástico no esenciales de un solo uso).
- Hacer del comercio un motor del uso sostenible de los recursos creando unas condiciones equitativas en las que los verdaderos costes ambientales y sociales de los bienes se reflejen en los precios mediante la introducción de AMUMA en los acuerdos comerciales, por ejemplo.
- Crear soluciones y modelos de negocio circulares, eficientes en el uso de los recursos y de bajo impacto que incluyan el rechazo, la reducción, el diseño ecológico, la reutilización, la reparación y el reciclaje, así como una regulación de apoyo y la evaluación de los sistemas existentes.
Si se implementan de forma conjunta, estas políticas son capaces de transformar el entorno urbanístico, la movilidad, la alimentación y los sistemas energéticos, dando lugar a: un aumento de las energías renovables y la eficiencia energética, la descarbonización de la producción de materiales, ciudades más transitables, adaptadas a ciclistas y con mejor transporte público, así como oportunidades de trabajo a distancia y una reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos. En los países de renta alta y media-alta se produciría un abandono progresivo de las proteínas animales en la dieta y las ciudades se harían más compactas, mientras que las economías de renta baja experimentarían un aumento del uso y explotación de recursos para permitir una vida digna.
Se prevé que estos cambios sistémicos lleven a la extracción de recursos a su punto máximo en 2040 y, a partir de ahí, se reduzca antes de 2060 a tan solo un 20% por encima de los niveles de 2020. Las emisiones de gases de efecto invernadero se reducirían en más de un 80%, las reservas de materiales relacionados con el transporte y los materiales de construcción se reducirían en un 50% y un 25%, respectivamente, y el uso de la tierra para la agricultura disminuiría en un 5%. Al mismo tiempo, la producción de alimentos aumentaría un 40%, para apoyar a las poblaciones, incluso allí donde hay crecimiento y seguridad alimentaria, la economía mundial crecería un 3%, y el Índice de Desarrollo Humano mejoraría un 7%, impulsando los ingresos y el bienestar.
Dado que hasta ahora no se han cumplido muchos de los compromisos políticos que los países han asumido en los AMUMA y dada la urgencia de la triple crisis planetaria, el informe respalda la adopción de medidas inmediatas, siguiendo el principio de "los mejores conocimientos científicos disponibles".