Economía circular y gas renovable: cómo transformar los residuos en combustible
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Por Eugenia Sillero, Secretaria general de Gasnam
Ganar la batalla al cambio climático implica trabajar activamente para reducir el impacto de los residuos generados en los diferentes ámbitos de la actividad humana.
El sector ganadero es clave en nuestro país por la importante aportación que representa para la economía española. Somos la cuarta potencia productora de ganadería porcina después de China, Estados Unidos y Alemania. La producción de aves también se encuentra en plena expansión, sin olvidar la importancia del sector vacuno. El desarrollo de esta actividad está generando un intenso debate sobre la industrialización del sector y la sostenibilidad de las granjas, que sin duda pasa por abordar la correcta gestión de los purines.
El ámbito municipal no es menos preocupante. Solo en España se generan 111 millones de toneladas anuales de residuos, de los cuales se recicla únicamente el 30%. El resto acaban en vertederos, donde la materia orgánica se descompone emitiendo a la atmósfera grandes cantidades de metano y CO2, gases de efecto invernadero.
Ante este panorama, la Unión Europea ha decidido tomar riendas en el asunto. La nueva Directiva europea de residuos que entrará en vigor en enero de 2020 establece unos objetivos de reciclaje muy ambiciosos. Para 2025, al menos el 55% de los residuos municipales (procedentes de hogares y empresas) tendrán que reciclarse. El objetivo aumentará al 60% en 2030 y al 65% en 2035. La normativa también va dirigida a limitar al máximo el uso de vertederos y se establece que para 2035 solo se podrán llevar un máximo del 10 % de los residuos.
Estos residuos orgánicos de distintos orígenes pueden ser utilizados para generar biometano que sirva como combustible para nuestros vehículos y que, además, permita cumplir los objetivos europeos que establecen una cuota del 14% de energía renovable para el transporte en 2030, del cual al menos un 3,5% debe proceder del biometano.
El biometano producido por la descomposición anaeróbica de los residuos urbanos, ganaderos y forestales neutraliza las emisiones de CO2, puesto que actúa como un sumidero capturando las emisiones que la materia orgánica en descomposición emitiría a la atmósfera y transformándolas en combustible. El combustible resultante es verde y limpio, un claro aliado para la descarbonización del transporte y para garantizar la calidad del aire, puesto que reduce hasta casi cero las emisiones contaminantes que afectan a la salud como los óxidos de nitrógeno, las partículas y el azufre.
Un buen ejemplo es Suecia, donde se recicla el 99% de los residuos domésticos. Los vertederos prácticamente han desaparecido en este país puesto que casi la totalidad los residuos son transformados en abono o energía que se utiliza, en muchas ocasiones, como combustible para vehículos. Sin ir más lejos, Estocolmo cuenta con la mayor red de autobuses urbanos del mundo propulsados con biometano.
En España hay múltiples proyectos piloto que demuestran que otra forma de gestionar los residuos es posible. Esperamos que pronto podamos estar al nivel del resto de Europa.
La producción de gas renovable a partir de los desechos que tiramos a la basura y que se generan en las granjas es una necesidad para proteger el planeta, sin duda, un claro ejemplo de economía circular.
Artículo publicado en el número 217 Especial Bioenergía 2019