La desigualdad de género le da ventaja al cambio climático
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La violencia de género y la desigualdad estructural limita las capacidades de las comunidades para adaptarse a los efectos del cambio climático, así como para alcanzar la paz y la seguridad sostenibles, asegura un nuevo estudio realizado por varias agencias de la ONU.
El cambio climático actualmente impacta cada rincón del planeta, en algunas regiones sequías severas y temperaturas en aumento causan hambre, así como pérdida del hogar y de medios de vida. Millones de personas están en grave riesgo, especialmente las mujeres y las niñas, que son tradicionalmente las proveedoras de comida, agua y energía, pero cuentan con menos recursos para adaptarse a las condiciones cambiantes.
“Estas dinámicas de género aún son relativamente desconocidas a nivel internacional, y hay una falta de legislación. Este informe demuestra la conexión intrínseca entre género, clima y seguridad”, asegura en el prólogo la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Inger Andersen.
Y es que la crisis climática se extiende mucho más allá del clima, y abordarla efectivamente requiere respuestas que aborden los vínculos entre género, clima y seguridad, afirma el informe que revela cómo aquellos países que tienen un mayor avance en la lucha contra la desigualdad de género, también muestran signos positivos de acción climática.
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Un vínculo demostrado a través de casos
Las mujeres y las niñas enfrentan cargas económicas desproporcionadas debido a los diferentes tipos de marginación; las expectativas de género pueden llevar a hombres y mujeres a recurrir a la violencia cuando los medios de vida tradicionales fallan; e importantes cambios socioeconómicos pueden resultar de cambios en los patrones de migración.
Los autores utilizan casos de estudio para evidenciar esta interconexión, y ayudar a los Gobiernos y legisladores a que encuentren oportunidades para desarrollar sociedades resilientes, inclusivas y pacíficas.
Por ejemplo, en el norte de Nigeria, las normas de masculinidad, como el deseo de proteger la riqueza familiar, intensifican los conflictos intercomunales, lo que a su vez motiva a los hombres jóvenes a unirse a grupos armados como Boko Haram, mientras que el cambio climático está destruyendo la naturaleza que es la base de la alimentación en la región.
En Chad, la violencia diaria en contra de las mujeres y las niñas genera un estrés económico y atenta contra las capacidades de las comunidades de adaptarse a los cambios ambientales. La inseguridad económica también hace más vulnerables a las adolescentes a un matrimonio temprano, y a los jóvenes a ser enlistados en grupos armados. Esta problemática también causa migración.
En Egipto, el rápido aumento de la población y la cantidad limitada de suministro de agua dulce ha hecho al país vulnerable a los impactos del cambio climático. Los cambios en la disponibilidad del agua pueden tener graves consecuencias sobre la seguridad alimentaria y energética, así como sobre el empleo, la sanidad, la educación y la salud. El estudio asegura que el riesgo es muy serio para las mujeres, que están ampliamente marginalizadas en las esferas económicas, políticas y sociales.
Otro ejemplo que plantea el informe es el de Sierra Leona, donde la rápida urbanización, combinada con lluvias más fuertes y el aumento del nivel del mar ha resultado en la intensificación de deslizamientos de tierra e inundaciones que dejan a los más vulnerables sin hogar. Sin embargo, a pesar de que existe una gran brecha en la cantidad de mujeres que participan en la esfera política, aquellas que están involucradas en los gobiernos locales están haciendo aportes importantes para que la comunidad sea más resiliente.
En el oeste de Papúa, en Indonesia, las mujeres indígenas son afectadas desproporcionadamente por los impactos de la degradación de la tierra causada por las industrias extractivas, que es exacerbada por el cambio climático. Las mujeres además se enfrentan a la inseguridad, la violencia sexual, la marginalización y el desplazamiento.
En Pakistán, la conexión entre la violencia de género y el cambio climático es aún más clara, ya que las mujeres sufren violencia doméstica cuando no pueden proveer agua a sus hogares. La falta de agua y energía a causa del cambio climático también lleva a los hombres a movilizarse con grupos criminales.
En América Latina, los autores del informe citan un ejemplo positivo: En Colombia, El Salvador y Ecuador, enfoques basados en el género para la adaptación al cambio climático y la creación de cohesión social fomentados por el Programa Mundial de Alimentos, han logrado importantes contribuciones para fortalecer la seguridad alimentaria y la resiliencia.
En el Corredor Seco de América Central, las mujeres denuncian que ahora tienen que viajar cada vez más lejos para conseguir agua, y pasar más tiempo cuidando de familiares a causa del aumento de enfermedades, como el Zika, y el dengue, cuyas epidemias son exacerbadas por el cambio climático. Asimismo, cuando los hombres del hogar se ven obligados a migrar por la falta de alimentos, las responsabilidades aumentan para las mujeres, en medio de una sociedad que aún las discrimina para ser dueñas de la tierra.
El papel de las mujeres en el futuro del planeta
A medida que los países se recuperan de los devastadores impactos sociales y económicos de la pandemia de COVID-19, la desigualdad de género está dando forma a la experiencia de la crisis, así como a las perspectivas de resiliencia y recuperación.
Las comunidades afectadas por el conflicto y el cambio climático enfrentan una doble crisis. La pandemia agrava aún más los impactos del cambio climático en la seguridad alimentaria, los medios de vida, la cohesión social y la seguridad. Esto puede socavar los logros del desarrollo, intensificar la violencia y también alterar los frágiles procesos de paz.
El informe deja en claro la necesidad urgente de una acción sensible al género para abordar estas crisis vinculadas. Las intervenciones en torno a los recursos naturales, el medio ambiente y el cambio climático, por ejemplo, brindan oportunidades significativas para el liderazgo político y económico de las mujeres y fortalecen sus contribuciones a la paz.
La programación sostenible de recursos naturales también ofrece oportunidades para mitigar la violencia sexual y de género en los conflictos. Reco5nocer que la paz y la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo son interdependientes, es vital para forjar un futuro mejor, afirman los autores.
"La desigualdad de género, la vulnerabilidad climática y la fragilidad del Estado están fuertemente interrelacionadas. Sabemos, por ejemplo, que los países con valores más altos en una de estas áreas tienden a obtener una puntuación más alta en las otras dos. Con el tiempo, la ayuda dirigida a iniciativas que empoderan a las mujeres y promueven la igualdad de género sigue siendo muy baja. Los ejemplos concretos de este tipo de iniciativas en acción que se muestran en este informe pueden ayudar a estimular más investigaciones e inspirar más oportunidades para reforzar los roles de las mujeres en la consolidación de la paz, que es fundamental para ayudarnos a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, afirmó el administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Achim Steiner.
Recomendaciones a los países
"Fortalecer el papel de las mujeres en la gestión de los recursos naturales también les brinda la oportunidad de actuar como constructoras de paz y manejar conflictos de manera no violenta", aseguró Oscar Fernández-Taranco, Subsecretario General de Apoyo a la Construcción de la Paz.
Los autores aseguran que las consideraciones de género también deberían reflejarse plenamente en las políticas y la programación emergentes sobre los riesgos de seguridad relacionados con el clima, no solo para fortalecer la conciencia y la comprensión de vulnerabilidades particulares, sino también para resaltar las oportunidades de liderazgo e inclusión de mujeres y grupos marginados en los procesos de toma de decisiones.
También se requiere más inversión para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en los estados vulnerables, incluidas las implicaciones para la movilidad humana, y especialmente en los sectores relacionados con los recursos naturales, donde es particularmente baja.
"Reconstruir mejor con una perspectiva de género significa garantizar que nuestras economías post-COVID aborden las desigualdades fundamentales en la sociedad y pongan fin a la violencia contra las mujeres", dijo la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka. "Las mujeres son una fuerza poderosa para reconstruir las sociedades de manera más segura, desde proporcionar alimentos y refugio, hasta generar ingresos vitales y liderar un cambio sostenible".
El informe resume en cinco puntos las recomendaciones:
- Integrar las agendas de paz, cambio climático, igualdad de género y seguridad
- Realizar intervenciones que empoderen a las mujeres y los grupos vulnerables para abordar los riesgos del cambio climático
- Aumentar la financiación específica para estos programas
- Hacer un análisis más profundo de las dimensiones de género de los riegos del cambio climático, cómo de los desafíos de seguridad