Concluye la restauración del vertedero del Garraf, destino de los residuos de Barcelona durante 30 años
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El Área Metropolitana de Barcelona (AMB) ha finalizado las obras de sellado y clausura del antiguo depósito controlado de residuos de la vall d’en Joan, situado dentro del Parque Natural del Garraf. Estos trabajos han contado con la financiación de la Agencia de Residuos de Cataluña, que ha aportado 33,4 millones de euros.
Sobre las obras de clausura del depósito de residuos del Garraf, la secretaria de Acción Climática, del Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural, Anna Barnadas, ha afirmado que “la Generalitat debía estar porque tiene una absoluta vocación de formar parte de la restauración y recuperación de espacios. Aquí se había creado un problema ecológico ubicando un depósito de residuos sobre un terreno que no correspondía, y lo que nos toca ahora es reparar, restaurar y recuperar ese espacio. En esto, la Agencia de Residuos ha invertido 33,4 millones de euros, muy bien invertidos, porque la voluntad era hacer lo que se ha hecho. Nuestra especie creó una disrupción en este espacio en los años 70 y tenemos la obligación y el deber moral de restaurarlo”.
Por su parte, Eloi Badia, vicepresidente del AMB, ha declarado que “ahora concluye el segundo momento clave en la historia de este espacio. El primero fue cuando logramos dejar de llevar residuos, ya en 2006. En este tiempo hemos sido capaces de asegurar un nuevo futuro para esta parte del parque del Garraf, y solucionar los contratiempos que un vertedero de estas características provoca en un espacio así. En el AMB, encaramos el reto de mejorar la gestión de los residuos orgánicos, pero esto también pasa por cerrar viejas heridas, como la que supone este antiguo depósito”.
Los trabajos de sellado han consistido en la impermeabilización del terreno sobre la masa de residuos para evitar que el agua de lluvia se infiltre y genere lixiviados, compuestos químicos muy contaminantes. Además, una red de captación y conducción de las aguas pluviales minimiza la generación de lixiviados, y un sistema de bombeo los extrae y conduce a una depuradora propia, donde son tratados.
El biogás que libera la materia orgánica en descomposición (que también resulta contaminante y es uno de los principales gases de efecto invernadero) se recoge y se trata en una central de tratamiento específica. Aquí, el biogás es transformado en energía eléctrica que después se vende en la red. La electricidad generada por este sistema abastece al consumo de más de 9.000 hogares.
Recuperación ambiental
Más allá de la clausura, el espacio ocupado por 26,6 millones de toneladas de residuos necesita una restauración ambiental para convertirse de nuevo en una pieza clave del mosaico del macizo del Garraf. La clausura ha recuperado la función ecológica del ámbito como zona de nidificación de aves migratorias, que ya se observaba antes del inicio de la restauración en diciembre de 2018.
Las mejoras paisajísticas incluyen con la siembra de prados, la hidrosiembra de taludes y la creación de cuatro balsas naturalizadas para recoger las aguas de escorrentía y como zonas húmedas para la fauna del Parque. Una vez finalizadas las obras, el período previsto de mantenimiento y control después de la clausura se extenderá un mínimo de 30 años.
El proyecto de clausura y sellado ha propiciado también el retorno de especies animales propias de los entornos abiertos. Así, las actuaciones de sellado e impermeabilización se han ido adaptando al ritmo de la evolución del ecosistema para permitir a la fauna desarrollar su ciclo natural. Una de las especies más importantes es el águila perdicera. Se trata de una especie catalogada como amenazada en toda España.
Entre los años 2001 y 2003, se ejecutaron la clausura y restauración de la zona inferior del depósito (zona I y zona II), en total unas 20 hectáreas del término municipal de Gavà. En ese momento, en que el vertedero seguía recibiendo residuos, el AMB pasó a tener la competencia de la gestión del espacio, acompañada de la responsabilidad de minimizar sus efectos sobre el medio ambiente.
Posteriormente, entre los años 2008 y 2010, se ejecutó una segunda fase de restauración física, concretamente en la parte baja de la zona III, que daba continuidad a la restauración de los años 2001 - 2003.
En diciembre de 2018, como resultado del convenio con la Agencia de Residuos de Cataluña, que aportó la financiación necesaria, 33,4 millones de euros, empezaron las obras de clausura de la superficie pendiente (zona III y zona IV), unas 44 hectáreas pertenecientes al término municipal de Begues.
A principios del verano de 2019, la fase 1 podía considerarse funcional desde un punto de vista ecológico al haberse restituido la cadena trófica en un tiempo récord: 7 meses. Se logró la reactivación de la actividad microbiana del suelo, la presencia de invertebrados, la cobertura vegetal y la presencia de aves como el cernícalo común y de pequeños mamíferos.
Un ejemplo de economía circular
Para recuperar ambientalmente la vall d’en Joan, era necesario disponer de una determinada cantidad de tierra vegetal. Durante las primeras fases de sellado, se retiraron y conservaron los 15 cm superficiales de todo el terreno, ya que contenían las semillas necesarias para la posterior forestación con flora autóctona.
Sin embargo, al comprobar que esta tierra estaba contaminada con metales pesados, el AMB desarrolló una solución basada en la economía circular, es decir, convertir los residuos en nuevos recursos. El tecnosuelo es un sustrato creado mediante técnicas agrícolas a partir de la mezcla de tierras de excavación, un material estructurante (en este caso, paja) y la digestión de la materia orgánica de la fracción restante (MOR), un material que se obtiene de la materia orgánica que entra en los ecoparques, las plantas gestionadas por el AMB que tratan los residuos del contenedor de resto. El uso del tecnosuelo también ha permitido un 50% de ahorro económico respecto a la tierra vegetal de calidad media.
Contexto histórico: un vertedero en el corazón de un parque natural
En 1971, en las postrimerías de la dictadura, se decidió ubicar un vertedero en el macizo del Garraf. El lugar escogido no podía ser menos idóneo: el subsuelo cavernoso de la zona anunciaba abundantes filtraciones contaminantes. Pero la Administración menospreció esta circunstancia y ejecutó el plan. El depósito de la vall d’en Joan fue el destino de gran parte de los residuos municipales de Barcelona y su área metropolitana desde el 15 de febrero de 1974 hasta el 31 de diciembre de 2006. A lo largo de más de 30 años, este espacio de 64 hectáreas recibió un total de 26,6 millones de toneladas de residuos, hoy enterrados. Esto ha comportado que, en algunos puntos del valle, se acumule una capa subterránea de residuos de hasta 100 m de espesor.