Castilla La Mancha pretende reducir a la mitad el desperdicio alimentario
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El Gobierno de Castilla-La Mancha, a través de la Consejería de Desarrollo Sostenible, ha presentado este lunes la Estrategia contra el Desperdicio Alimentario en Castilla-La Mancha ‘Sin Desperdicio 2030’, aprobada el 22 de noviembre por el Consejo de Gobierno, cuyo objetivo es reducir a la mitad la cantidad de desperdicio alimentario producido en todos los sectores de la cadena agroalimentaria de la región, que equivaldría a tirar 60.000 toneladas de alimentos a la basura por importe de 500 millones de euros.
Así lo ha señalado el consejero José Luis Escudero, que ha presidido la reunión del II Foro de Desperdicio Alimentario, donde ha sido presentada y en la que ha estado acompañado por el director general de Agenda 2030 y Consumo, Ramón Lara.
“Se trata de una importante estrategia que nos marcamos como gobierno para implicar a todas las esferas sociales y económicas, para reducir la pérdida de alimentos en toda la cadena de producción y suministro”, ha apuntado.
Como ha explicado, se da cumplimiento al mandato del Decreto 19/2019, de 26 de marzo, por el que se promueven medidas para evitar el desperdicio alimentario y se facilita la redistribución de alimentos en la región. También para contribuir a afianzar el concepto de ‘economía circular’ desde la perspectiva de la prevención del desperdicio alimentario y la generación de residuos.
La estrategia ‘Sin Desperdicio 2030’ pone su foco, esfuerzo y recursos en la reducción del desperdicio alimentario como una política ambiental prioritaria para Castilla-La Mancha, aunque sin renunciar a otros objetivos sociales, educativos y sanitarios, que se mantienen como referencias básicas.
“Vamos a contar con una planificación que sirva no sólo para contemplar la donación de excedentes, sino también la valorización de los alimentos en su redistribución, posibilitando la creación de empleo”, ha dicho el consejero.
Para el consejero de Desarrollo Sostenible, “el desperdicio de alimentos representa una ineficiencia de la cadena alimentaria, que tiene consecuencias económicas, sociales y ambientales, porque supone malgastar el trabajo realizado por agricultores y ganaderos en la producción de alimentos y mal utilizar los recursos naturales que se consumen en este proceso”. Por eso, ha insistido, “en el Gobierno regional estamos convencidos de que nuestra manera de consumir puede cambiar los modelos de producción y hacerlos más responsables”.
“Queremos dimensionar el desperdicio alimentario en cada uno de los eslabones de la cadena alimentaria, así como los costes ambientales y sociales asociados; definir mecanismos de colaboración público-privados con las distintas administraciones y los agentes sociales y económicos de Castilla-La Mancha para la implementación eficiente de la estrategia”, ha dicho.
Así, en la estrategia se incluye a las empresas de inserción entre las entidades y organizaciones participantes en los procesos de recuperación y redistribución de excedentes alimentarios, favoreciendo la creación de empleo entre los colectivos desfavorecidos, a través de acciones de economía circular y aplicando criterios de contratación pública responsable.
Datos para la concienciación
Entre los datos ofrecidos por el consejero, ha destacado que, en España, se desperdician 31 kilos de alimentos por persona (equivalente en unos 250 euros y a producir el ocho por ciento de los gases de efecto invernadero).
“Tenemos que ser conscientes de que el 42 por ciento del desperdicio lo generamos las personas consumidoras que, sin necesitarlo, estamos contribuyendo a la producción de alimentos que no consumimos”, ha recalcado Escudero. Y donde cerca del 30 por ciento del total de alimentos producidos en el mundo se pierde o se desperdicia, según un informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático).
Cinco ejes en la estrategia
La estrategia se estructura en torno a cinco ejes que se refieren al ‘Conocimiento’, como etapa previa sobre la que debe fundamentarse toda la planificación; ‘Gestión’, que abarca desde el desarrollo normativo hasta la redistribución efectiva de los excedentes como piedra angular de la Estrategia; ‘Divulgación’, como herramienta para diseminar conocimiento, formar a la ciudadanía y a los agentes económicos y sociales; ‘Innovación’, para progresar reconociendo alternativas y renovar conocimiento; y ‘Cooperación’, como principio generador de sinergias.
Es en este entorno en el que la Estrategia ‘Sin Desperdicio 2030’ quiere trabajar, contribuyendo a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y persiguiendo alcanzar en ese horizonte una de sus metas: reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita, en la venta al por menor y a nivel de las personas consumidoras; y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha.
La Estrategia contra el Desperdicio Alimentario propone 68 medidas, reunidas en 19 líneas de trabajo y agrupadas en torno a cinco ejes estratégicos que tendrán que materializarse en iniciativas concretas dentro de este marco temporal, segmentado en tres planes trienales, para los periodos de 2022-2024, 2025-2027 y 2028-2030.
Respecto al ámbito de aplicación irá desde el sector primario e industria de transformación; las empresas de distribución de alimentos o productos alimenticios (como supermercados y grandes superficies); las entidades que desarrollen actividades económicas productoras relacionadas con la hostelería; entidades como los establecimientos de comidas preparadas y los comedores colectivos; organizaciones o bancos de alimentos; organizaciones benéficas o sociales que reciban los alimentos y que los suministren a las personas beneficiarias; las organizaciones, asociaciones o entidades sin ánimo de lucro de recuperación y redistribución de alimentos; los hogares y el sector público regional.
La estrategia está alineada con la Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario del Gobierno de España, y en Castilla-La Mancha se va a hacer confluir con las estrategias de Economía Circular, de Agenda 2030, de Educación Ambiental y con la futura normativa de gestión de residuos, y el futuro Plan regional de Compra Pública Responsable.