Biobolsa, un nuevo biodigestor que ya abastece de energía a 3.000 granjas en Latinoamérica
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El principio de acción del sistema digestivo de una vaca sirvió como modelo a Camilo Pagés y Alexander Eaton a fin de crear un contenedor que recibe desechos orgánicos, más estiércol de ganado, y donde se mezclan con millones de bacterias para obtener un gas natural compuesto en su mayor parte por metano, llamado biogás, así como un biofertilizante de gran calidad.
El biodigestor, llamado comercialmente Biobolsa, transforma el desecho en un contenedor fabricado en geomembrana de alta densidad de polietileno en donde componentes y bacterias generan el gas que se aprovecha como combustible para estufas o calentadores, e incluso en forma de energía eléctrica.
Alex Eaton, uno de los creadores, comenta en entrevista que tecnologías anaeróbicas como la de Biobolsa se han usado por décadas en granjas industrializadas, y ahora buscan llevar sus beneficios a medianos y pequeños productores, quienes generan el 99 por ciento de la comida del país, y a nivel mundial el 80 por ciento.
“Nos hemos acercado a las familias que tienen pequeñas granjas para autoconsumo, o a quienes tienen 100 vacas lecheras, que son quienes no tienen acceso a créditos o financiamientos. Además son quienes forman el tejido social de las zonas rurales, son los cuidadores de las cuencas, de la tierra, del suelo y esta es una forma de empoderarlos ente el cambio climático, manejo de suelos, inocuidad alimentaria, contaminación de agua y más”.
En términos muy simples, Alex Eaton explica que su tecnología se ve como una bolsa enorme, de 15 metros de largo por dos metros de ancho y dos más de altura, que llega a contener 40 mil litros de capacidad líquida, y a tratar hasta una tonelada de desechos por día.
Sin embargo, han sabido adaptarse a necesidades específicas y han creado biobolsas pequeñas de dos por dos metros, que trabajan con 20 kilos de estiércol. “El sistema es modular y puede interconectarse, además es desplegable y ajustable. En promedio el retorno de inversión se contempla a un año y medio, y si se considera que el material empleado para la biobolsa tiene una duración superior a 20 años, hay mucho margen de ganancia”, puntualiza el periodista de formación con un posgrado en protección ambiental.
Agrega que hay muchos pequeños productores que no tienen conciencia de que hay opciones económicas y ambientales de aprovechar lo que es desecho, en este caso, de que el estiércol puede generar ganancias.
La primera biobolsa se colocó en 2007 en Jalisco, se consiguió la patente en 2010 y a la fecha ha generado cerca de 50 millones, a decir de Alex Eaton; añade que considera finalizar el año cubriendo 3 mil granjas solamente en el país, aunque reconoce que tienen presencia en nueve países de Latinoamérica, y en África se han implementado dos plantas piloto.
La transferencia tecnológica de Biobolsa contempla capacitación e implementación, así como seguimiento a su operación y eficiencia.
La tecnología anaeróbica totalmente mexicana ha contado para su desarrollo e implementación con apoyo de diversas fundaciones e instituciones gubernamentales, con las que se han logrado ofrecer subsidios parciales a los interesados. “Actualmente manejamos un fondo de crédito con tasa cero para que puedan participar los pequeños productores”, destaca el ecologista de origen estadunidense.
Biobolsa ha recibido diversos reconocimientos internacionales, tanto científicos, como por emprendimiento social, entre otros, por el Business in Development Network (BiD Network), de Holanda, la que entregó un premio por 10 mil euros que sirvió al dar un importante impulso a la empresa.
“Hemos mejorado el proceso y tenemos una serie de motores para genera energía eléctrica; tenemos ya un contrato para producir luz en la red de Comisión Federal de Electricidad en Cuernavaca, mediante interconexión con biodigestores para producir cinco, 10 o 15 kilowatts. “Buscamos tener impacto en cuatro millones de casas que estimamos que puede usar biobolsa hoy en México”, refiere Alex Eaton.