Bacterias que eliminan cromo en aguas residuales
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El ingeniero agronómico Juan Alberto Vélez Zuluaga, candidato a doctorado en Ecología y autor del estudio, explicó que la investigación surgió después de una alerta que circuló en algunos medios de comunicación en la que se decía que en la planta de tratamiento de Antioquia había presencia de metales pesados.
“Investigamos lo que estaba pasando, y vimos que de los 10 metales pesados que reglamenta la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), cinco ni siquiera aparecían en los límites de detección de los equipos. Otros cuatro estaban dentro del rango que permite la regulación, y solo uno, el cromo, aparecía con niveles altos en algunos meses del año, por lo que propusimos evaluar qué estaba pasando”, explicó.
En su forma hexavalente (Cr6+), el cromo causa daños en órganos y tejidos y puede llegar a ser mutagénico, teratogénico y carcinogénico, de ahí la preocupación por encontrar soluciones efectivas.
En la búsqueda, el equipo investigador encontró que el metal provenía de una curtiembre que usaba sales cromadas para darle color a los cueros en su fábrica de Itagüí. El ingeniero Vélez se fue hasta allá, les pidió a los propietarios que le permitieran hacer evaluaciones para intentar remediar el problema y ellos accedieron.
“Observamos que el cromo discurría por unos canales desde hace muchos años y pensé: si encuentro algún organismo que sea capaz de vivir ahí, es posible entonces que haya microorganismos que usen el cromo para sus procesos y que puedan reducirlo a formas menos tóxicas”, agregó.
Y tenía razón. Los primeros barridos arrojaron que había más de 32 esporulados bacteriales, que luego fueron aislados, estudiados y algunos purificados en el laboratorio. Luego, con ayuda de los docentes Sergio Orduz, Olga Montoya y Orlando Ruiz, y la asistencia de la estudiante de maestría Luisa Quiroz, se lograron perfilar 13 microorganismos (seis bacterias y seis hongos) que tienen la capacidad de tomar el cromo tóxico (Cr+6) y convertirlo en cromo trivalente (Cr+3), un elemento vital.
“La diferencia entre la vida y la muerte son tres electrones. El cromo hexavalente es dañino y está muy disperso en el ambiente: se mueve de un cuerpo de agua a otro, se fija en el suelo, etc., y cuando pierde tres electrones (Cr+3) se hace más estable y se convierte en un elemento vital. Tres de esas bacterias hacen muy bien ese trabajo”, agregó el investigador.
Lo que más sorprendió al investigador de la UNAL fue la aparente simplicidad del proceso de biorremediación en la masa de biosólidos que, contrario a lo que pensaba, ocurre en cuestión de horas.
Cabe anotar que mientras la investigación se desarrolló, la empresa de curtiembres abandonó el Valle de Aburrá, por lo que el método aún no se ha aplicado en la PTAR de San Fernando, donde se realizó la investigación. Sin embargo, ya se adelanta un plan para implementarlo en una planta privada en el municipio de La Ceja, en el oriente de Antioquia.
“La ventaja es que es un método seguro, pues los microorganismos no afectan la salud humana”, concluye el investigador Vélez.