El agua en entornos insulares: de un modelo lineal a uno circular
La transformación circular del agua en Baleares y Canarias
En materia de gestión del agua los archipiélagos, por sus intrínsecas y peculiares características territoriales, parecen hallarse en clara desventaja respecto al resto del territorio español. En esta pieza analizamos cómo se encuentran Canarias y Baleares en materia hídrica, qué estrategias de gestión se están implementado, la repercusión de nuevas leyes autonómicas en este sector y de qué manera esperan contribuir en el futuro próximo a incrementar la circularidad del agua en el territorio.
No ha sido hasta hace unos años, coincidiendo con el auge de una mayor conciencia social respecto al cuidado del entorno y los recursos naturales que éste alberga, que el tratamiento integral del ciclo del agua ha comenzado a cobrar relevancia como eje vertebrador en la política de cualquier territorio, pues si a los recientes factores climáticos se les unen aquellos tradicionales como la presión antrópica, el crecimiento urbanístico desmedido o la falta de inversión pública, el escenario futuro proyectado para este sector depara únicamente escasez.
Con el fin de ahondar en los diversos aspectos que engloban la gestión del agua en las Islas Baleares y las Canarias y de qué manera se está acelerando la transformación del mismo mediante la adopción de políticas circulares, contamos con la visión de dos representantes directos: Miquel Mir, consejero de Medio Ambiente y Territorio del Gobierno Balear, y Javier Rodríguez Medina, consejero Insular del Área de Desarrollo Sostenible y Lucha contra el Cambio Climático del Cabildo de Tenerife.
Para comprender la relevancia que el sector hídrico ha recibido históricamente en Baleares, Miquel Mir explica que “el agua como recurso ha sido una gran olvidada durante muchas décadas, hasta reconocer en estos últimos años que la suficiencia hídrica es un condicionante muy importante para la sostenibilidad social y económica de las islas. Al igual que en otros sitios, pero de una manera muy marcada en Baleares, el agua tiene dos condicionantes. En primer lugar, están las condiciones climáticas, pues somos un territorio insular con una situación biogeográfica marcada por un clima Mediterráneo donde las precipitaciones son muy localizadas y marcadas. En segunda instancia, nos condiciona de manera evidente la presión antrópica, sobre todo desde un punto de vista turístico, pues la estacionalidad en el uso del agua está muy marcada en verano por incrementarse la demanda exponencialmente”.
"Desde el punto de vista del Plan Hidrológico de la isla de Tenerife, el agua regenerada será la principal fuente con la que en el futuro se cubrirá la demanda agrícola", destaca Javier Rodríguez Medina, consejero Insular del Área de Desarrollo Sostenible y Lucha contra el Cambio Climático del Cabildo de Tenerife.
Javier Rodríguez, en lo concerniente a Canarias, expone que históricamente la gestión del agua en esta región para el consumo humano y la agricultura ha estado condicionada por una inversión mayoritariamente privada en materia de alumbramiento, además de una normativa de aguas propia. “El gran problema radica en que los alumbramientos provienen del acuífero único de la isla de Tenerife, que desde hace ya más de 50 años está en franco retroceso, tal como plasman los diferentes ciclos del Plan Hidrológico de la isla de Tenerife. Nos enfrentamos por un lado a un acuífero en mal estado cuantitativo y, por otro, a una demanda creciente tanto por el aumento de la población residente como por el de la actividad turística”.
Este déficit entre la oferta y la demanda se ha ido cubriendo en los últimos 30 años con la desalinización de agua de mar y hace 25 con la regeneración de aguas residuales. “Desde el punto de vista del Plan Hidrológico ésta última será la principal fuente con la que en el futuro se cubrirá la demanda agrícola, que hoy en día asciende a cerca del 50 % de la demanda total”. Rodríguez aclara que desde el año 2000 aproximadamente, el agua regenerada y reutilizada se ha situado en torno a los 11 hm³ anuales sobre un total de 200, viéndose esta cantidad sensiblemente incrementada desde el año 2022 con la incorporación del 100% del agua regenerada a un sistema situado en el Nordeste de la isla de Tenerife. “El Plan Hidrológico establece que para el año 2027 se situará en torno a 17 hm³, pero confiamos que a raíz de todas las obras hidráulicas que se están ejecutando en estos momentos en la isla podremos cumplir con ello antes de tiempo y ser mucho más optimistas en cuanto al volumen”.
El reto tiene que ser solo uno: tener la capacidad de gestionar el agua como un bien más limitado que nunca.
Desde el eje político apuntan que en la actualidad, tomando como referencia las experiencias pasadas, el objetivo principal es, en palabras de Mir, “garantizar la suficiencia hídrica de cara a las generaciones futuras. Nos lo hemos tomado muy en serio por la gravedad relevante que puede llegar a tener. En Baleares la situación es muy clara, la disponibilidad de agua que tenemos es muy limitada al depender de las precipitaciones y unos acuíferos en estado de prealerta por haber sido sometidos a sobreexplotación durante décadas. Con este escenario, el reto tiene que ser solo uno: tener la capacidad de gestionar el agua como un bien más limitado que nunca, al menos en estas islas, garantizando el abastecimiento de agua para la población de cara al futuro y no volver a usarla como elemento de palanca para poder recibir más población. Creo que se necesita poner límites al crecimiento y precisamente una de las variables que me lleva a esta reflexión es sin duda la del agua”.
"Baleares es pionera en tener una Ley turística con un capítulo específico de circularidad dentro de los establecimientos hoteleros, con exigencias en materia de residuos, energía y agua", afirma Miquel Mir, consejero de Medio Ambiente y Territorio del Gobierno Balear.
En la misma línea, Javier Rodríguez apunta que los retos que trae consigo este sistema circular de regeneración y reutilización pasan por aumentar la inversión pública. “Afortunadamente en la isla de Tenerife, al haber tenido experiencia en la reutilización de agua regenerada para la agricultura desde hace unos 30 años, si bien los retos aún no están superados, sí es cierto que están muy avanzados. El primero son las infraestructuras, las cuales ya están en fase de ejecución y algunas terminadas, mientras que el segundo reto pasa por la concienciación de la reutilización al usuario final, es decir, al agricultor. Afortunadamente en la isla hay una cultura de agua regenerada que está dando sus frutos y el nuevo reglamento técnico a nivel europeo del año 2020 ayuda bastante a afianzar la confianza en este elemento”.
El último reto que enumera el consejero tinerfeño, “y quizás el más importante, es mantener la sostenibilidad económica del agua regenerada. El agua regenerada no tiene coste cero y aunque parte de los costes asociados, es decir el proceso de la depuración, lo cubren los municipios por el principio de quien contamina paga, una parte no despreciable en materia de desalinización y transporte tiene que ser cubierta por el usuario final. En la isla de Tenerife hay experiencia en este sector y hasta la fecha dicho coste ha sido cubierto, con lo que podría ser un ejemplo de éxito a nivel nacional. Concretamente, desde el año 2020 se están construyendo en la isla siete grandes depuradoras con sistemas MBR en cinco de ellas, con una inversión de aproximadamente 300 millones de euros “que permitirán, junto a otras inversiones en materia de transporte de agua regenerada, cubrir la demanda en beneficio de la preservación del acuífero insular y cerrar el ciclo”.
Los retos que trae consigo este sistema circular de regeneración y reutilización en Canarias pasan por la inversión pública.
A nivel legislativo, en Canarias se ha aprobado el anteproyecto de Ley Canaria de Economía Circular, donde se ha querido poner de manifiesto que los vertidos de aguas, aunque sean de aguas depuradas, tienen un impacto en el medio y por tanto suponen un coste ambiental para el que lo vierte. “Teniendo en cuenta que en las Islas Canarias, más concretamente en la isla de Tenerife, el agua depurada se puede regenerar en la gran mayoría de los casos y además es económicamente viable, lo que intenta la Ley es desincentivar el vertido y promover la reutilización del agua donde, como ya se dijo anteriormente, hay una experiencia de éxito de un cuarto de siglo en Tenerife” expone Rodríguez.
El consejero Balear, por su parte, habla de cómo la región es la primera Comunidad Autónoma que tiene una Ley turística que, más allá de regular en exclusiva el sector terciario, incorpora toda una serie de medidas sociales y ambientales inéditas. “Incluimos un capítulo específico de circularidad dentro de los establecimientos hoteleros con exigencias no solo respecto a materiales y de residuos, sino también en materia energética e hídrica, de cara a disminuir el impacto de este sector, que es el mayor consumidor de agua en las islas”.
Baleares ha cambiado el paradigma de la gestión del agua, que se enfoca ahora al 200% en una visión de sostenibilidad, resiliencia del recurso y, sobre todo, de recuperación de acuíferos.
“La tendencia que buscamos es reducir los límites de consumo de agua disminuyendo la presión antrópica mediante la imposición de límites, es decir, evitando los picos de consumo en verano. Desde el año 2015 este Gobierno ha ejecutado algo más de 400 millones en materia de abastecimiento de agua y afortunadamente hemos experimentado un incremento de la conciencia ciudadana, pero tenemos que seguir trabajando en campañas de concienciación con un lenguaje claro y contundente. Hemos cambiado el paradigma de la gestión del agua, que se enfoca ahora al 200% en una visión de sostenibilidad, resiliencia del recurso y, sobre todo, de recuperación de acuíferos.”, afirma Mir.
Por su parte, el consejero canario enfatiza también en el rol de la concienciación ciudadana en este territorio, pues “la ciudadanía canaria se halla altamente concienciada en lo que al agua blanca se refiere, es un sensible ahorrador y se puede corroborar comparando la dotación de una familia en la isla de Tenerife con el resto del territorio nacional; aproximadamente 130 litros por habitante/ día, así como en la carga del agua residual con un DBO5, de unos 450 mg/l”.
Aún con esto, “la concienciación de la ciudadanía pasa por la gestión de las aguas residuales. Es objetivo de este organismo apoyar a que los municipios fomenten la conexión de las viviendas con las nuevas redes de saneamiento que se han construido o que se están construyendo, puesto que es bastante frecuente, especialmente en la zona de cotas de medianías (por encima de 300 m) que las viviendas dispongan de un sistema de depuración autónomo desperdiciando un recurso que puede cubrir una parte importante de la demanda en los próximos años”, aclara Rodríguez.
Poniendo las cartas sobre la mesa en lo que el futuro depara a ambos archipiélagos, Miquel Mir sostiene que “aún tenemos retos por delante pero hemos erigido la gestión hídrica como elemento vertebrador de la evolución de Baleares, tanto desde el punto de vista de población como urbanístico. Tenemos la necesidad imperante de seguir persistiendo en esta línea de actuación y poniendo límites al crecimiento. La estabilidad de estas islas depende de la presión antrópica y estamos llegando a situaciones de estrés ecológico importante, sobre todo en verano. Asimismo, si bien es importante que hagamos los deberes como sociedad balear, también es cierto que estamos inmersos en una situación geográfica tremendamente afectada por las consecuencias del cambio climático, donde una de las variables más afectada sin duda es la precipitación. Se trata de hacer una reflexión no solo desde el ámbito regional, sino a nivel global, para para intentar revertir los efectos de una emergencia ecológica que nos envuelve a todos”.
Respondiendo a qué puede esperarse de Tenerife en materia hídrica, Javier Rodríguez no duda en afirmar que “el sector del agua en la isla tendrá un altísimo nivel de cumplimiento con la economía circular, en la cual gran parte de la demanda del agua para riego y otros usos permitidos estará cubierta con agua regenerada. En el año 2027 Tenerife tendrá capacidad para depurar prácticamente el 100% de las aguas residuales que genera y los Ayuntamientos de la isla deberán contribuir a recolectar y transportar a las depuradoras comarcales la totalidad de las aguas residuales que se generan. Será en ese momento cuando se podrá alcanzar la totalidad de la circularidad del agua”.
El sector del agua en la isla de Tenerife tendrá un altísimo nivel de cumplimiento con la economía circular, en la cual la demanda del agua para riego y otros usos permitidos estará cubierta con agua regenerada.
Si bien establecer una fecha concreta para la reutilización del 100% de las aguas resulta complejo, “porque aparte de la recolección hay que tener en cuenta la redistribución a las zonas de demanda, lo que sí se puede aventurar es que la isla de Tenerife estará a la vanguardia nacional en materia de recirculación del agua soportada por su viabilidad económica, que es la que al fin y a la postre permitirá mantener dicha circularidad”, concluye Rodríguez.
Con todo ello, de este detallado análisis puede extraerse la certeza de que la dirección en la que caminan ambos territorios insulares, Baleares y Canarias, es aquella que conducirá a la perfecta circularidad en la gestión del agua con la ayuda de inversiones sólidas en infraestructuras, capaces de garantizar no solo el óptimo abastecimiento de la población presente y futura, sino que éste se ejecuta con los más altos estándares de sostenibilidad del recurso. Canarias y Baleares, ambas con sus peculiaridades, trabajan por erigirse como referentes en regeneración de aguas en España.