Un equipo de investigadores del LEQUIA llega a la final de la Decarbonathon en París
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Una de las doctorandas del LEQUIA – Anna Vilajeliu – y uno de los colaboradores científicos del grupo – el Dr Daniele Molognoni de la Universidad de Pavía (Italia) – lideran el “Smart Water”, uno de los 16 equipos seleccionados para la final de la competición “Decarbonathon” que se celebrará el próximo mes de enero en París.
Creada con motivo de la cumbre COP21, la Decarbonathon es una competición internacional abierta a todo el mundo en la cual se proponen soluciones innovadoras para frenar el calentamiento global a través de la reducción de las emisiones de CO2 en las ciudades. La iniciativa está impulsada por ENGIE, un líder mundial del sector de la energía con sede en París; NPL, el British National Physics Laboratory; la Climate-KIC, la principal iniciativa de innovación de la UE en clima; y INPI, la Oficina Francesa de Patentes. También cuenta con el apoyo de las comunidades Young Young Global Leaders y Shapers del World Economic Forum.
El Smart Water y el resto de equipos finalistas han sido seleccionados entre 245 candidatos. Después de una etapa de tutorización en línea de tres semanas, los 16 equipos finalistas podrán prototipar su solución en París en el transcurso de una hachathon de 48 horas que tendrá lugar los próximos 14 y 15 de enero. Concluida la hackathon deberán presentar telemáticamente un archivo con información exhaustiva del proyecto y explicarlo en una presentación presencial tipo pitch de 10 minutos seguida de 5 minutos de preguntas. La Decabornathon tiene más de 30.000€ en premios: bicicletas eléctricas, viajes respetuosos con el medio ambiente, relojes Apple… e incluso la entrada en un programa de aceleración de start-ups con financiación para I+D, asesoramiento tecnológico y registro de patentes destinados al despliegue de la solución propuesta.
El proyecto Smart Water de los investigadores Anna Vilajeliu y Daniele Molognoni, persigue reducir la cadena de producción y de distribución del agua potable hasta los consumidores individuales a través del tratamiento y la recuperación de flujos residuales domésticos que no han estado en contacto con fuentes contaminantes (por ejemplo, vapor de agua condensado de aparatos de aire acondicionado, agua de lluvia o agua para cocinar). Esta propuesta permitiría limitar el uso de agua embotellada – con un coste asociado considerable – y reducir así la huella de carbono y la huella hídrica de las ciudades, y de todos los asentamientos humanos en general.