La revolución tecnológica del agua
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Por Pedro María Barreiro, Gerente del Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia
Son tiempos de cambio, es lo que se respira en todos los ámbitos de la sociedad. La llamada “Era de la Información” parece que ha venido para quedarse y revolucionarnos. Cambia la forma de aprender, de comunicarnos, de relacionarnos… y también cambia la forma de trabajar. La transformación digital aplicada a las empresas o industria 4.0 es un concepto que lejos de quedarse en la teoría se materializa con múltiples usos y aplicaciones.
Para el Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia es un proceso de transformación que estamos viviendo desde hace años. Nuestros objetivos como entidad pública siguen siendo los mismos, el abastecimiento de agua potable de calidad y en continuo, y el saneamiento de las aguas residuales, pero las herramientas disponibles para hacer nuestro trabajo son nuevas y mejores.
Lejos quedan los tiempos en los que para controlar los niveles de los depósitos era necesario disponer de una persona dedicada viviendo allí mismo. Las tecnologías de la información y comunicaciones aplicadas al mundo del agua, nos permiten controlar y operar nuestras instalaciones desde los centros de control de una manera centralizada y continua. En este sentido, el salto tecnológico ha sido exponencial. Cuando empezamos hace más de veinte años podíamos controlar unos pocos cientos de señales y parámetros cada minuto. Ahora recibimos cientos de miles cada milisegundo.
Y seguimos creciendo en este aspecto. Tecnologías como el Internet of Things y las redes de banda estrecha posibilitan el envío de información de estado con muy poco consumo energético, lo que nos permite llegar más lejos y cambiar de nuevo de escala al obtener información sobre nuestra actividad.
Afortunadamente, a la vez que mejoran las comunicaciones y obtenemos más datos, aparecen tecnologías como el Big Data y la inteligencia artificial que nos ayudan a procesarla y convertirla en información útil para nosotros. De esta forma, los cálculos teóricos y los modelos matemáticos que sirven para planificar acciones e inversiones, se vuelven más reales y precisos al calibrarse con toda la información real de la que disponemos.
Estamos también en los tiempos de la movilidad, donde el uso de tablets y smartphones está muy extendido, y va a permitir que nuestro personal técnico puedan desplazarse a realizar tareas de campo con toda la información disponible en los ordenadores centrales. Así, llevarán en sus dispositivos las órdenes de trabajo, la localización exacta de tuberías, válvulas etc. que estarán en los programas de información geográfica, pero también el valor preciso de todas las variables controladas en el sistema, caudales, presiones, parámetros de calidad, lo que les permitirá realizar mucho mejor todas las tareas de operación y mantenimiento.
Con toda la información disponible, se están desarrollando herramientas como Sistemas Expertos para la ayuda a la toma de decisiones en la operación diaria. De esta manera somos capaces de detectar fugas de agua en función de modelos predictivos de comportamiento de las redes, también estamos trabajando en tratar de minimizar los riesgos de desbordamiento en las redes de saneamiento, con una gestión mucho más precisa de los recursos disponibles.
El efecto de todas estas herramientas es que conseguimos ser más eficaces y mucho más eficientes. Más eficaces porque somos capaces de cumplir mejor los objetivos de calidad que bien se nos exigen por ley, o bien nos autoimponemos para ofrecer el mejor servicio a la ciudadanía. Esto, al fin y al cabo, se traduce en agua de mayor calidad y un mejor control del tratamiento del agua residual.
Somos también más eficientes ya que todos estos sistemas nos ayudan a dedicar nuestros esfuerzos a lo que realmente lo necesita. En vez de dedicarnos a recopilar y analizar datos, los Sistemas de Información Expertos nos entregan ya los eventos o incidentes de interés, lo que permite que nos centremos en actuar donde sea necesario y prioritario.
Al mismo tiempo somos más eficientes energéticamente, ya que estamos adaptando continuamente los automatismos que gobiernan las instalaciones para que funcionen sólo cuando las condiciones lo requieren y optimizar así su consumo. Esta mejor gestión energética redunda al fin, en una mejor gestión económica y ecológica, manteniendo de esta forma nuestro compromiso de conservación del medio ambiente.
Se trata pues, de seguir haciendo lo mismo, pero haciéndolo mejor; con nuevas herramientas que nos plantean nuevos retos a diario, en nuestro compromiso con las personas y su calidad de vida, pero también con el futuro del planeta. Y es que, aunque gestionamos lo local, nuestro pensamiento debe estar en lo global, en la protección de un recurso escaso y fundamental para la vida, como es el agua.
Artículo publicado en el número 212 Enero/Febrero 2020