La planificación y la gestión desde la prevención, bases para afrontar los fenómenos climáticos extremos
- 1414 lecturas
La planificación hídrica y la gestión desde la prevención son dos elementos fundamentales para abordar los fenómenos climáticos extremos, como las sequías y las inundaciones. Estas dos herramientas son también muy útiles para la gestión hídrica general, que debe apoyarse además en la gestión de la demanda y la educación ciudadana. Estas han sido algunas de las conclusiones fundamentales del IV Conversatorio del Agua en Chile, organizado por el Foro de la Economía del Agua.
El cambio climático va a incrementar los fenómenos climáticos extremos, algunos de los cuales se están convirtiendo en cíclicos. Tal y como explicó Estanislao Arana, director académico del Foro de la Economía del Agua, “necesitamos saber cuándo estamos pasando de situaciones extraordinarias (que requieren medidas reactivas) a ordinarias, que se resuelven mediante la prevención. Para ello, necesitamos más conocimiento técnico”
Arana destacó además la importancia de la multidisciplinariedad y la amplitud de miras, y destacó que, “para resolver problemas complejos, es necesario aplicar conocimientos de distintas áreas. Además, los fenómenos climáticos no tienen fronteras, hemos comprobado que no es suficiente con aplicar perspectivas locales”, afirmó.
Ciencia, derecho y política
Los ponentes del IV Conversatorio coincidieron en la importancia de la planificación de la demanda y en la necesidad de cambiar el criterio tradicional, más centrado en la oferta. “La planificación es fundamental en la gestión hídrica, como en la mayoría de los problemas de la gestión del territorio”, explicó Ángel Menéndez, Catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Autónoma de Madrid.
El experto puntualizó que “planificar no es lo mismo que intervenir” y que es imprescindible conocer “qué recursos tenemos y qué demanda hay que cubrir. Una vez obtenido el conocimiento hay que proceder a la toma de decisiones, “que no siempre son fáciles”, apuntó. Para tener éxito “es imprescindible la colaboración entre ciencia, derecho y política”. En esta línea, Christian Rojas, Profesor de la Facultad de Derecho Adolfo Ibáñez, añadió que “el gran desafío jurídico es la coordinación; mientras que el reto a nivel técnico es llegar a los tomadores de decisiones”.
Menéndez apuntó la importancia de detectar las zonas inundables para controlar las consecuencias de fenómenos como riadas e inundaciones, y recordó que “la ordenación territorial y urbanística es clave en este sentido”.
Junto a la planificación, los ponentes destacaron la educación como una de las bases para prevenir los efectos del cambio climático. Así, Gladys Vidal, Directora e Investigadora Principal del Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería en Chile, situó a la educación y a la normativa como los dos pilares fundamentales para la prevención: “debemos pensar en cómo introducimos en las personas una nueva cultura del agua, y, a largo plazo, plantear la reforma de algunas normas para adaptarlas al cambio climático, como el Código del Aguas y la Ley General de los Servicios Sanitarios”.
Gladys Vidal destacó la urgencia de tomar medidas contra el cambio climático y recordó que en 2025, cerca de 2000 millones de personas vivirán en países o en regiones donde la escasez de agua será absoluta, siendo Chile es uno de los países que estará más expuesto a las situaciones extremas.
Sostenibilidad como principio rector
“El ser humano se ha convertido en un fabricador de espacios de riesgo, sobre todo desde la segunda mitad del siglo XX”, aseguró Jorge Olcina, Catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante. El experto explicó que “se han invadido espacios de inundación y territorios fluviales, se han practicado explotaciones agrícolas y modelos de urbanización por encima de las capacidades de agua, generado mucha más vulnerabilidad ante la peligrosidad natural”. Por ello, “la sostenibilidad debe ser el principio rector de la ordenación del territorio” y la gestión de la demanda debe ser “la apuesta fundamental para lograr el equilibrio hídrico”.
En esta línea, Olcina hizo hincapié en la necesidad de aplicar criterios de economía circular, “el reintegro al sistema de los recursos ya usados a través de herramientas tecnológicas de las que ya disponemos y que deben estar presentes en la planificación hidrológica”.
Coincidió en esta idea Francisco Ramosellez, Director del CEITSAZA (Centro de Investigación Tecnológica del Agua en el Desierto), que afirmó que la gestión hídrica debe enfrentarse “a través de la mejora la gestión del recurso; la reutilización de las aguas; el cambio en los sistemas de cultivo en la agricultura, etc. La gestión del agua debe ir de la mano de la tecnología”, concluyó.