El III Foro LEQUIA, una gran fiesta de cumpleaños para debatir los retos del sector del agua
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Cuando, al inicio del III Foro LEQUIA el rector de la UdG, Joaquim Salvi, leyó en voz alta, uno a uno, los nombres de pila de los miembros del grupo, todo el mundo comprendió que aquello era algo más que una jornada técnica sobre los retos del sector del agua. En el programa había tres ponentes excepcionales – Juan Lema (Universidade de Santiago), Adisa Azapagic (University of Manchester) y Gonzalo Delacámara (IMDEA Agua). La mesa redonda sobre la I+D+I en el sector contaba con expertos reconocidos del mundo académico y empresarial como Xavier Amores (Catalan Water Partnership), Javier Lafuente (Universitat Autònoma de Barcelona) y Francisco Cubillo (consultor en servicios urbanos del agua). Y, al mismo tiempo, se celebraba el vigésimo quinto aniversario del grupo. Emociones y ciencia iban cogidas de la mano para reflexionar no sólo sobre el futuro del agua sino también sobre lo que es o lo que debería ser un grupo de investigación.
Un grupo de investigación es la suma de sus miembros y colaboradores. Investigadores permanentes, postdocs, doctorandos, estudiantes, personal de apoyo, técnicos de laboratorio y promotores, están detrás de cada artículo y de cada proyecto. Lo explicó en el foro el director del LEQUIA, Manel Poch, en su presentación “Veinticinco años de Laboratorio de Ingeniería Química y Ambiental”; lo desarrollaron Joaquim Comas y Maria Dolors Balaguer al tratar de resumir el día a día de más de sesenta doctores y doctoras surgidos del grupo; y lo corroboraron Ignasi Rodriguez-Roda y Maria Martín en la presentación del libro LEQUIA 25x25, con contribuciones de doctorandos pero también de colaboradores externos con las cuales se ha tenido la ocasión de trabajar a lo largo de un cuarto de siglo.
Un grupo de investigación debe responder a los retos de la sociedad. En los años noventa Miquel Rigola tuvo la visión de orientar la actividad del grupo hacia la protección del medio ambiente. El LEQUIA jugó un papel clave en los inicios de los estudios de Ciencias Ambientales en la UdG y en Cataluña, y empezó investigando de forma prioritaria el tratamiento de las aguas residuales. Sin embargo, si bien la protección del medio ambiente y del agua se ha hecho más necesaria, también ha evolucionado. La ponencia de Juan Lema dejó claro que las depuradoras pronto pueden dejar de ser meras instalaciones de eliminación de contaminantes y convertirse en auténticas biorefinerías y que, en este proceso, el papel de la digestión anaerobia será clave.
Un grupo de investigación se enriquece si es multidisciplinario. La ponencia de Adisa Azapagic evidenció la necesidad de estudiar todas las etapas del ciclo urbano del agua (abastecimiento, distribución, saneamiento…) y todas las categorías de impacto ambiental (emisiones de gases de efecto invernadero, consumo de energía, agotamiento de recursos fósiles, consumo de agua…) en la evaluación de su sostenibilidad. Vivimos en un mundo donde nada es un departamento estanco y todo está interrelacionado. También la investigación apuesta cada vez más claramente por la multidisciplinareidad. Así, en la mesa redonda moderada por Sebastià Puig se habló de nexo “agua-energía-alimentación-salud”, y de conceptos y de tecnologías tan aparentemente distintas como, por ejemplo, el big data o la desalinización.
Un grupo de investigación está condicionado por incentivos. La multidisciplenariedad también fue el hilo conductor de las tres ponencias invitadas, moderadas por Jesús Colprim. En la última, Gonzalo Delacámara nos mostró como la economía y los incentivos determinan en buena medida la viabilidad final de las soluciones tecnológicas. No basta con desarrollar tecnologías extraordinarias, sino que, además, deben tejerse las complicidades políticas y sociales para implementarlas con éxito. También los grupos de investigación requieren de incentivos y de un entorno idóneo para desarrollarse y crecer. En este sentido, la mesa redonda debatió sobre la inversión en investigación en España y coincidió en la necesidad de facilitar más mecanismos de transferencia tecnológica entre el mundo académico y empresarial.
Un grupo de investigación debe saber comunicar y divulgar sus resultados. No importa cuán valioso sea un recurso tan frágil y tan vital como es el agua. Si no somos capaces de comunicarlo y de divulgarlo de forma comprensible, es difícil que la sociedad acepte que los precios de los servicios de abastecimiento respondan a los criterios de autofinanciación que propugna la Directiva Marco o que se cierre el ciclo del agua en el paradigma de la economía circular. Un grupo de investigación también tiene que saber transmitir los resultados de su actividad a la sociedad e interaccionar de modo natural con los actores implicados en su explotación. Por ello, el LEQUIA –que siempre ha sido miembro de las redes IT y TECNIO– ha tenido entre sus pilares fundamentales la divulgación y la transferencia.
Un grupo de investigación se sustenta en historias. Los humanos nos distinguimos porque, entre otras cosas, pensamos en historias. Lo dicen el escritor Yuval Noah Harari y uno de los protagonistas de la serie Juego de Tronos en el último episodio. También lo dijo Manel Poch en el Foro LEQUIA25x25: en su presentación recordó los comienzos del LEQUIA en la Casa de Cultura de Girona y su estrecha relación con la Universitat Autònoma de Barcelona, de donde procedían él y Maria Dolors Balaguer. No obstante, probablemente sean las historias de los doctorandos, en el libro LEQUIA25x25 “el alma del LEQUIA”, las que mejor nos demuestran esta necesidad de articular la identidad a través de un discurso narrativo. Hablar de las peripecias en las plantas pilotos y en los laboratorios, de fiestas para celebrar defensas de tesis, de anécdotas de congresos… es, simplemente, hablar de un grupo de investigación.
No podemos saber a ciencia cierta cómo evolucionará el sector del agua en los próximos veinticinco años. Tampoco podemos saber por qué vicisitudes deberá pasar el LEQUIA. Sin embargo, nos gustaría pensar que el Foro LEQUIA25x25 deja un buen poso de recuerdos y de reflexionas a las más de 130 personas que el viernes 24 de mayo estaban en el auditorio del edificio Narcís Monturiol del Parque Científico y Tecnológico de la UdG.