Fenacore aboga por aumentar la regulación de los ríos para paliar los efectos de las inundaciones
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Graves episodios de sequía seguidas de intensas nevadas en pleno mes de abril. Con este inestable escenario como contexto, el presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE), Andrés del Campo, insta a la Administración a poner en marcha medidas estructurales como las obras de regulación y la limpieza de cauces y riberas de los ríos para poder paliar las consecuencias de fenómenos climáticos extremos derivados del cambio climático.
De esta forma, durante su participación esta tarde en las Jornadas de Derecho de Aguas que la Universidad de Zaragoza celebra estos días, incidirá en la necesidad de mantener una actitud proactiva y anticiparse a las situaciones de crisis, lo que minimizaría consecuencias económicas tan negativas como las producidas por el impacto de la última crecida del Ebro, cifrada por el Gobierno de Aragón en 25 millones de euros.
En este sentido, para Fenacore, entre las medidas estructurales que es necesario llevar adelante para reducir los riesgos de inundaciones destaca la regulación de los ríos, tal y como establece la normativa comunitaria (Directiva 2007/60/CE). La ejecución sostenible de obras de regulación como presas y embalses permitirá aumentar en al menos un 25% la capacidad de las reservas superficiales de agua.
Al avanzar en estas infraestructuras hidráulicas se producirá un doble efecto. Por un lado, evitar los daños producidos por las lluvias que, aunque espaciadas en el tiempo se vuelven más torrenciales; y por otro, disponer de agua garantizada en los periodos de sequía.
El gráfico ejemplo del Guadiana
Un claro ejemplo de la eficacia de esta medida se localiza en la zona media del Guadiana, que cuenta con un conjunto de infraestructuras de regulación y almacenamiento que además de garantizar los recursos necesarios para el riego y el abastecimiento, permite que los caudales vertidos en épocas de crecidas no produzcan daños aguas abajo.
De hecho, esta infraestructura es la que ha hecho posible atenuar los impactos del río Zújar (Granada), considerado uno de los más irregulares de España, al registrar volúmenes que oscilan de los 14 a los 2.977 hectómetros cúbicos anuales; unas crecidas que de no estar construido el sistema Serena-Zújar, que reduce el caudal punta hasta en un 40%, supondrían un grave riesgo tanto económico como social.
Situación muy diferente es la que sufre el Ebro, ya que la regulación de esta cuenca apenas permite retener entre un 25% y un 30% de las crecidas, lo que en palabras de Del Campo “representa el verdadero drama, ya que solo se controla el caudal aguas abajo del embalse de Mequinenza (Zaragoza), mientras que aguas arriba apenas se controla un tercio del volumen”.
Limpieza de cauces para evitar repetir las inundaciones de Zaragoza
El análisis y estudio de las zonas de los ríos que necesitan una limpieza de cauce y ribera o un dragado en determinados tramos de su recorrido es otra de las medidas defendidas por Fenacore para reducir las graves consecuencias económicas de las inundaciones.
Sin ir más lejos, la crecida del Ebro el pasado día 13 de abril a su paso por Navarra hizo saltar todas las alarmas trayendo a la memoria las consecuencias de las inundaciones de 2015 en Zaragoza, donde fue necesario inundar los campos de cultivo para evitar mayores inundaciones en la ciudad; una buena muestra de que si el río tiene cada vez menos calado, provoca que inevitablemente en época de crecida el área inundable sea mayor, produciendo no sólo más daños sino también más severos.
De hecho, de los 3.000 metros cúbicos por segundo que circulaban en 2003 cuando se produjo la anterior crecida, se ha pasado en estos tres últimos años a un caudal máximo de unos 2.600 metros cúbicos/segundo, lo que pone de manifiesto que aunque el volumen máximo fue menor, las consecuencias fueron más graves, algo que Fenacore califica de “ilógico”.
Según Del Campo, “el perjuicio que causan las inundaciones al sector agrario, algunas veces provocadas para reducir el caudal del río y evitar males mayores a los núcleos de población no se valoran lo suficiente. Y no estoy hablando sólo de indemnizaciones. La contribución que hacen los campos de cultivo en beneficio de toda la sociedad urbanita debe ser reconocida y divulgada en mucha mayor medida”.