Biomasa: indispensable para cumplir los objetivos renovables
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Por Jordi Aguiló, presidente de APPA Biomasa
Durante las últimas semanas, una vez pasado el agobiante calor del verano, hemos sido testigos de un repunte en los precios de la electricidad que están llenando todos los titulares. Es difícil entender las razones que, en un sistema con clara sobrecapacidad de potencia instalada – 104.122 MW para un pico histórico de 45.450 MW –, en el que los precios deberían ir a la baja por esa misma competencia, y con unas reservas hidráulicas que no se parecen en nada a la sequía que sufrimos el pasado año, se marquen récords en los precios de la electricidad.
Como viene siendo habitual, a lo largo de los últimos años, no han faltado voces que han acusado a las energías renovables del encarecimiento de la factura. Estas acusaciones no se sostienen. Si la baja producción eólica de los últimos meses fuera responsable del aumento del precio del mercado – algo totalmente falso – también lo sería del precio bajo en otros meses porque la eólica, como la fotovoltaica, son tecnologías que no siempre están disponibles en un determinado momento pero cuya producción, año tras año, es constante. Adicionalmente, cuando otras plantas de generación no renovables se ven obligadas a parar, por mantenimiento, recarga o fallo, no observamos el mismo nivel de crítica. En mayo pararon tres de las siete centrales que conforman el parque nuclear español y no se relacionó esta parada con subidas de precios.
Más allá de que las renovables sean inocentes de las acusaciones, sí es cierto que debemos conformar un mix eléctrico equilibrado para que, cuando algunas tecnologías renovables con menos capacidad de gestión no estén disponibles, podamos seguir disfrutando de un suministro eléctrico ininterrumpido. El viejo mantra, repetido una y otra vez, de que es necesario un megavatio fósil por cada megavatio renovable es totalmente absurdo. En primer lugar, porque hay renovables perfectamente gestionables y, en segundo lugar, porque aquellas que no lo son, suelen ser complementarias. Justo en esos meses en los que ha habido menos eólica, hemos contado con récords de producción en las tecnologías solares.
Renovables gestionables y de carga base para un mix equilibrado
Es habitual sentir aversión al cambio, más aún en un sector tradicional en el que ha cambiado sustancialmente poco en la última mitad del siglo XX. El sector energético, y también el eléctrico, ha sido un sector de grandes actores con reglas muy claras. Sin embargo, la irrupción de las energías renovables como alternativa competitiva a las fósiles y nuclear, ha cambiado mucho el panorama energético. Pero sentir aversión al cambio no debería valer para todo. Aquello de que las renovables son caras, ha pasado ya de moda. Tanto porque algunas tecnologías son competitivas en precio de forma directa como por el hecho real de que, analizadas externalidades positivas y negativas, otras como la biomasa son tremendamente rentables para nuestro país. En el caso de la gestionabilidad de las energías renovables esto aún es peor.
Cuando se han puesto sobre la mesa objetivos de energías renovables, siempre se ha mencionado la imposibilidad de gestión de un mix eléctrico con altos porcentajes de generación limpia. Es cierto que la fotovoltaica solo genera cuando hay sol y que la eólica solo lo hace cuando hay viento pero esto es solo una parte de la generación renovable. Dentro de las energías limpias hay diversas tecnologías que son perfectamente gestionables. La solar termoeléctrica con almacenamiento tiene mayor capacidad de gestión que la fotovoltaica; algunos tipos de hidráulica no son solo perfectamente gestionables sino que serían responsables – en caso de fallo crítico del sistema – de reiniciarlo; y la biomasa es una tecnología perfectamente gestionable que puede funcionar 24 horas al día los 365 días del año, tanto regulando la producción como aportando carga base, como la nuclear. Superando las 8.000 horas anuales de funcionamiento.
Por lo tanto, cuando ponemos sobre la mesa objetivos ambiciosos de energías renovables no debemos limitarnos a incorporar, sin ton ni son, aquellas tecnologías que sean más económicas en un determinado momento. Debe existir un plan definido para abordar la Transición Energética. Saber que si quitamos algunas centrales debemos sustituirlas por otras que nos permitan, entre todas, asegurar la seguridad de suministro y la gestionabilidad con precios controlados.
Una tecnología condicionada por la regulación
España cuenta con un potencial de, al menos, 8.000 megavatios adicionales de potencia renovable totalmente gestionable. En la actualidad, únicamente existen 1.038 megavatios de potencia eléctrica instalada de biomasa, incluyendo biomasa eléctrica, biogás y residuos renovables e incluso estos, si tuvieran una regulación no restrictiva, podrían aportar más electricidad verde a nuestra red. Existe, por la regulación, una limitación a esta tecnología: más allá de las 6.500 horas esta tecnología no percibe compensación por las numerosas externalidades positivas que aporta a nuestro sistema. Esto significa que, solo con quitar este límite, podríamos aumentar la producción eléctrica de la biomasa en un 23%.
Adicionalmente, las subastas del año 2017 dieron completamente de lado a la biomasa. Se trató de unas subastas que, en teoría, eran “tecnológicamente neutras” pero que, en la práctica, se atribuyeron casi exclusivamente a eólica y fotovoltaica. Estas tecnologías tenían casos “tipo” en los que podían competir los proyectos y la biomasa carecía de ellos.
Por lo tanto, hemos visto que desde el año 2016 no se ha realizado ninguna subasta de potencia específica para biomasa. ¿Cómo afecta esto a nuestro mix de generación? Sin una contribución clara de una tecnología perfectamente gestionable nos alejaremos de un mix renovable equilibrado. Hoy, que asistimos al gran debate de qué ocurrirá cuando las centrales de carbón desaparezcan de nuestro mix, la biomasa tiene mucho que decir. En nuestro país hay 10.000 MW de centrales de carbón y la biomasa tiene un potencial superior a los 8.000 MW. Si debemos cumplir nuestros objetivos medioambientales, cuando se cierren las centrales de carbón debemos suplirlas con centrales renovables gestionables que cumplan la misma función sin las emisiones contaminantes.
Los usos térmicos el gran reto de la Transición Energética
Cuando se habla de Transición Energética muchas veces nos limitamos al análisis del mix eléctrico y esto es una grave equivocación. La electricidad, a pesar de ser indispensable para nuestro día a día, no supone más que el 25% del total de la energía que consumimos. Los usos térmicos (calefacción, refrigeración, cocinas, agua caliente sanitaria…) y el transporte son el verdadero campo de batalla en nuestro afán por sustituir energías fósiles por su contrapartida renovable.
Debemos entender que la comparativa entre estas dos fuentes de energía no es algo que podamos reducir o simplificar. Es algo que nos atañe a todos como sociedad. Nuestra balanza comercial arrojó en 2017 un déficit de 22.694 millones de euros. De ese total, el sector energético representó 19.269 millones de euros por las importaciones de combustibles fósiles.
Nuestra dependencia energética, ya sea en electricidad o usos térmicos, de estos combustibles lastra de forma real nuestra economía. Cuando, a primeros de año, comenzó a subir el barril de petróleo, Bruselas bajó la previsión de crecimiento del PIB español por la exposición al precio de los combustibles fósiles. Si dependemos tanto de un producto que no tenemos – el 99,9% del petróleo y el gas deben ser importados – ponemos a nuestra economía en una clara posición de debilidad.
¿Cuánto nos cuesta la Transición a la biomasa?
Si, tal y como acordaron los gobiernos de la Unión Europea y el Parlamento Europeo, debemos cumplir un porcentaje de renovables del 32% para el año 2030, y si, como hemos visto, debemos aumentar la biomasa para alcanzar estas cifras. ¿Cuánto nos va a costar? Para dar respuesta a este interrogante, Unión por la Biomasa encargó a Analistas Financieros Internacionales-Afi, estudiar los distintos escenarios y como impactarían a nivel socieconómico en nuestro país.
APPA Renovables forma parte de Unión por la Biomasa, así como las organizaciones profesionales agrarias (ASAJA, COAG y UPA), propietarios forestales (COSE) y una treintena de entidades más. No hablamos, por lo tanto, de algo que afecta únicamente al sector energético. Entidades agrarias, forestales, ganaderas, residuos… el aprovechamiento de la biomasa – en todas sus formas – tiene un impacto muy alto en nuestra sociedad.
El Balance Socieconómico de las biomasas en España 2017-2021, que puede consultarse en la página web de nuestra Asociación, realiza un diagnóstico del actual uso que se realiza en España de la biomasa, tanto para generación térmica como eléctrica (biomasa sólida, biogás y fracción orgánica de residuos municipales), y cuantifica el valor económico, social y medioambiental de este sector. También diseña un escenario de evolución de la biomasa en nuestro país, basado en los objetivos del Plan de Acción de Energías Renovables (PANER 2011-2020), que implicaría incrementar 550 MW de biomasa eléctrica (biomasa sólida, biogás y fracción orgánica de los residuos municipales – FORM) y 800 ktep de biomasa térmica.
Las conclusiones del estudio son demoledoras, al poner de manifiesto las externalidades positivas que tiene esta tecnología: con un incremento de 173 millones de euros en el marco retributivo, la biomasa aumentaría su balance positivo en 824 millones en el período 2016-2021 y crearía 12.600 puestos de trabajo. Está claro que se trata de una inversión muy rentable.
Conclusiones sobre la situación actual de las biomasas
Con apenas 1.038 megavatios en España, la biomasa representa un porcentaje muy modesto en el mix de generación eléctrica. Del total de la producción nacional de energía eléctrica en 2016, la biomasa, el biogás y la FORM solo supusieron el 2,1% del total. El crecimiento entre 2010 y 2017 ha sido prácticamente nulo.
En lo referente a la generación térmica, España consume significativamente menos biomasa que la media UE-28. De acuerdo con el informe EurObserv'ER de diciembre de 2017, España ocupa la posición 22 de la UE-28 en consumo de energía procedente de biomasa sólida per cápita (0,114 tep/hab). A pesar de la abundancia de recursos autóctonos, los combustibles fósiles son ampliamente utilizados tanto en edificaciones como en industrias, en detrimento de otras fuentes de generación sostenibles y autóctonas como la biomasa.
El análisis del valor económico, social y medioambiental de las biomasas concluye que esta forma de energía genera un balance positivo de 1.323 millones de euros, como diferencia entre la aportación a las arcas públicas y ahorros medioambientales (emisiones de CO2 y prevención de incendios) y la retribución específica percibida por la actividad.
España cuenta con un potencial biomásico envidiable
La infrautilización de la biomasa en nuestro país contrasta con el gran potencial que tenemos. España es el tercer país europeo por recursos absolutos de biomasa forestal (sólo por detrás de Suecia y Finlandia) y el séptimo en términos per cápita. Cuenta con una superficie forestal de 27.664.674 hectáreas (57 % del total), y es el país de Europa con mayor incremento de bosques, con un ritmo de crecimiento anual del 2,2%, muy superior a la media de la UE (0,51 %). España es, a pesar del tópico, un país forestal y debemos valorizar el gran stock de biomasa que encierran nuestros bosques.
Por otra parte, España es el principal productor de aceite de oliva del mundo (1.401.600 t en la campaña 2015-2016, muy por delante de Italia con 474.000 t) y ha alcanzado el primer puesto en la producción de ganado porcino en Europa, generando más de 50 millones de toneladas anuales de purines. Sin embargo, se encuentra a la cola en el ranking europeo por aprovechamiento de los recursos forestales y agroganaderos en la generación de energía eléctrica, térmica, biogás/biometano y valorización de la fracción orgánica de los residuos municipales (FORM).
La valorización energética de la biomasa es una alternativa eficiente y sostenible a la urgente necesidad de reorientar el modelo productivo hacia un modelo circular basado en la bioeconomía. El tratamiento de todo tipo de residuos permite mitigar emisiones de gases contaminantes, evitar el deterioro de ecosistemas y reducir el riesgo de incendios. La biomasa anualmente contribuye al medioambiente en 334 millones de euros, como mínimo, por el CO2 evitado (por sustitución y vertido), así como en 150 millones de euros por el ahorro en prevención y extinción de incendios.
Tres años para aumentar un 62% los beneficios para la sociedad
El informen analiza un escenario posibilista, basado en los objetivos vinculantes de participación de la biomasa para la generación energética y en un rediseño del sistema de incentivos para el sector, que permitiría incrementar 550 MW de biomasa eléctrica (biomasa sólida, biogás y fracción orgánica de los residuos municipales – FORM) y 800 ktep de biomasa térmica, lo cual traería consigo un incremento de la aportación económica de las biomasas, así como una contribución a otros objetivos decisivos de equilibrio medioambiental, con un incremento del ahorro de 824 millones de euros (+62%) en 2021 sobre el balance actual positivo de 1.323 millones de euros.
Los beneficios no se limitan únicamente al impacto económico del ahorro. También se aumentaría el valor agregado bruto de las biomasas de 1.623 millones a 4.355 millones en 2021, pasando a ser el 0,4% del PIB, y se superarían los 45.500 puestos de trabajo, creándose 12.596 empleos nuevos. El aumento de recaudación fiscal, al ahorro de prestaciones de desempleo y las emisiones evitadas – en un entorno de precio del CO2 creciente – serían también muy importantes.
¿Cuáles son los siguientes pasos?
Una inversión tan rentable para nuestro país y con una repercusión tan positiva para nuestra sociedad debe articularse de forma ordenada entre los distintos actores, con la creación de una Comisión Interministerial permanente que implique de forma periódica a las Comunidades Autónomas y los representantes del sector. Esta Comisión debería tratar el desarrollo de la biomasa española de forma conjunta pues son muchos los ámbitos implicados: energético, agrícola, forestal, ganadero, industrial, residuos municipales, desarrollo rural y medioambiental.
Al igual que el resto de tecnologías renovables, la biomasa es muy intensiva en capital y requiere fuerte financiación por lo que es imprescindible contar con un marco normativo específico que, adicionalmente a la consideración de energía renovable, reconozca las singulares aportaciones sociales, económicas y medioambientales que esta energía limpia genera en los sectores agrícola, ganadero y forestal.
Un gran potencial para cumplir los objetivos
La biomasa, como hemos visto, cuenta con un magnífico potencial en nuestro país que no está siendo aprovechado. Adicionalmente, la inversión que realicemos en estas tecnologías biomásicas nos será devuelta con creces por lo que, si queremos realmente alcanzar nuestros objetivos futuros de descarbonización y de renovables, la biomasa será indispensable.
Desde APPA Renovables y desde Unión por la Biomasa trabajamos para coordinar los esfuerzos por una apuesta energética limpia, gestionable y que nos permite valorizar unos residuos que, de un modo u otro, han de ser gestionados. Utilicémoslos para reducir nuestra sangrante dependencia energética y crear empleo y riqueza autóctonos. Si trabajamos juntos, administraciones públicas, organismos oficiales, asociaciones y empresas, es posible.