Agua: derecho humano y elemento trasversal en el desarrollo económico
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El Día Mundial del Agua tiene este año como lema “Valoremos el agua”. Para ello, es fundamental tener en cuenta todas sus vertientes, ya que el agua es una cuestión trasversal que atañe a múltiples sectores de actividad y a la raíz misma de la vida en el planeta.
Esta puesta en valor del agua debe plantearse bajo dos grandes líneas: la concienciación - que nos afecta a todos - y la aplicación, que implica principalmente a los gobiernos, las administraciones y la industria. La sociedad civil, desde la concienciación y en su rol como grupo de presión, debe impulsar una gestión eficiente, sostenible y ética del agua.
El acceso al agua es un derecho humano, y este es el punto de partida del que debemos arrancar para valorar este recurso. La COVID-19, que lleva ya un año con nosotros, ha hecho más visible que nunca la necesidad de contar con un suministro de agua y un sistema saneamiento básico con carácter universal. De hecho, la OCDE ha advertido, de la mano de Oriana Romano en el I Conversatorio en Chile auspiciado por el Foro de la Economía del Agua, de la problemática que supone para miles de millones de personas el no poder contar con el agua suficiente ni siquiera para lavarse las manos, una acción que se ha demostrado básica para la prevención de la infección.
Paralelamente, la crisis económica y social, que avanza junto a la pandemia, muestra también la necesidad de proteger el acceso al agua de las personas más desfavorecidas, para evitar agravar aún más sus dificultades con una crisis del agua. De este modo, la recuperación tiene que incluir la gestión del agua dentro de sus prioridades básicas, tanto para garantizar su acceso a la población como para gestionar su uso en las actividades económicas que impulsarán el desarrollo económico.
Tal y como defiende la OCDE, las crisis del agua son en su mayoría crisis de gobernanza, cuya solución no es única para los distintos retos que presenta. Así, es necesario el desarrollo de políticas que se adapten a las especificidades territoriales, así como un marco de estrategias y reglas que establezcan claramente qué acciones deben desarrollarse y a cargo de quién están.
La OCDE establece una serie de principios de gobernanza del agua, estructurados en tres grandes objetivos: Efectividad, para lo cual se requieren roles y responsabilidades claras, escalas apropiadas en los sistemas de cuenca, coherencia en las políticas y capacitación; Eficiencia, que exige información, financiación, marcos regulatorios y gobernanza innovadora; y por último Confianza y Participación, para lo que son necesarias la integridad y transparencia, el involucramiento de las partes, los arbitrajes entre usuarios y el monitoreo.
Para la aplicación de estos principios se hace imprescindible trabajar por el consenso entre los diferentes actores implicados y la búsqueda de alianzas. Tal y como plantea Naciones Unidas en su ODS 17, los objetivos de desarrollo sostenible, entre ellos el ODS 6, que busca garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos, solo se pueden conseguir con asociaciones mundiales sólidas y cooperación.
Desde el Foro de la Economía del Agua lo entendemos así y lo hemos materializado en una red de alianzas en las que hemos involucrado no solo las universidades, sino también las empresas y la sociedad civil. Precisamente, una de las misiones fundamentales del Foro es generar una plataforma capaz de involucrar indistintamente a gobiernos, empresas, sociedad civil y ciudadanos de forma individual, con una profunda vocación internacional y un acentuado perfil académico e independiente.
La ONU considera necesario establecer asociaciones inclusivas (a nivel mundial, regional, nacional y local) sobre principios y valores. En el caso del agua este principio es fundamental, ya que la seguridad y el equilibrio hídrico son una cuestión multisectorial, multicultural, multiinterés, con carácter universal y al mismo tiempo local.
Sin las alianzas no es posible afrontar con éxito los grandes retos a los que nos enfrentamos, entre ellos la sostenibilidad del agua. Es el momento de buscar consenso, puntos en común de los distintos actores, reunir fuerzas y actuar: el futuro requiere acción y no meras declaraciones de intenciones.