20 años de innovación al servicio del reciclaje
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Raro es el día en el que no leemos, oímos o hablamos sobre la economía circular, una expresión que a todos nos sugiere medio ambiente y economía como parte de un mismo todo al que necesariamente hemos de tender. Un modelo que apuesta por el crecimiento sin comprometer las necesidades del planeta y que ha pasado de ser una tendencia a la única opción posible de futuro. Los que ya llevamos unas décadas en el sector de la gestión de residuos sabemos que de siempre lo veníamos haciendo, aunque no habíamos sabido ponerle un nombre tan evocador.
Y es que el reciclado de envases, claro exponente de economía circular, nos lleva acompañando más de veinte años en nuestro país, aunque poco tiene que ver la situación actual con la que había hace una década, ni posiblemente con la que tendremos dentro de diez años más. Sin duda seguimos centrados gestionar estos residuos de la manera más eficiente y sostenible posible, pero lo hacemos de una forma más innovadora.
El reciclado de envases, claro exponente de economía circular, nos lleva acompañando más de veinte años en nuestro país, aunque poco tiene que ver la situación actual con la que había hace una década.
Los contenedores son un ejemplo de ello. Siguen siendo amarillos o azules, pero tienen poco más en común con los antiguos contenedores. Se trata de equipos con identidad única, capaces de ser geolocalizados, de que cada uno tenga su propio historial de mantenimientos, pueden llegar a comunicar como cuánto están de llenos, pueden incluso reconocernos y permitirnos -o también negarnos- que los usemos... y todo eso manteniendo su condición cercana, aguardando pacientes a nuestros residuos de envases. Ya más de 600.000 en nuestras calles.
Esta apuesta por la innovación también ha impactado en los camiones, aunque quizá esto es más evidente. Son ordenadores con ruedas, capaces de medir cada parámetro de su funcionamiento, del servicio que prestan, y conocedores de la carga que protegen. En conexión permanente con su conductor, con su base de operaciones, con los contenedores que recogen. Cada vez más silenciosos, dóciles y fieles, a la espera de la orden de su conductor, sabedores que están en la lista de los vehículos urbanos que pronto se electrificarán.
La aplicación de tecnologías punteras y soluciones innovadoras se ha hecho de manera integral en todo el ciclo de los envases domésticos, más allá del ámbito de la recogida. Nuestro país cuenta hoy con 97 plantas de selección que escudriñan entre el montón de los residuos recogidos, y que con agilidad clasifican y empaquetan los envases en fracciones de materiales homogéneos, con altos niveles de calidad. Hasta nueve materiales diferentes. Todas estas instalaciones cuentan ya con software de control, equipos de separación magnética, de inducción. Más del 87% de los residuos recuperados lo son en plantas dotadas de cribados automáticos y de tecnología que identifica y separa los envases por espectroscopia del infrarrojo cercano. Y ya se están instalando los primeros robots, que reconocen su residuo diana al verlo pasar y que lo cogen -o no, según se les programe- que aprenden con cada nuevo envase. En definitiva, instalaciones no hace mucho intensivas en intervención humana, que ahora se dedica a las labores de mayor valor añadido que las máquinas no pueden acometer.
La aplicación de tecnologías punteras y soluciones innovadoras se está haciendo de manera integral en todo el ciclo de los envases domésticos, más allá del ámbito de la recogida. Desde avanzados software a equipos de separación o robótica para un reciclaje más eficiente en plantas de tratamiento de residuos.
En la misma línea de las plantas de selección, las de reciclaje absorben con solvencia la creciente cantidad de envases clasificados que les llegan, depurándolos y transformando el residuo en nueva materia prima que se incorpora al mercado, llegando a lograr aplicaciones de tanto valor como nuevos envases plásticos para uso alimentario. Y todo gracias a la innovación.
Ligando y dando sentido a toda esta compleja amalgama de tecnología está Ecoembes: recopilando cada mes la información sobre las cantidades de envases recogidas por los más de 8.100 ayuntamientos, organizados en 1.200 agrupaciones municipales; recabando cada una de las salidas a reciclador de cada una de las plantas de envases; habiendo creado herramientas informáticas para simplificar el aporte de información de cada uno actores, e instrumentos que permiten hacer más eficientes los procesos. En definitiva, desarrollando tecnología que simplifica un proceso que gana en casuística y envergadura.
Además, generando garantías en todo el proceso. Sobre los controles propios y los de las administraciones públicas, se ha desarrollado una capa de riguroso control sobre el residuo por parte de entidades externas: se audita la acción municipal; 14.000 controles anuales de calidad de los materiales recogidos y clasificados; auditorías periódicas a los 429 recicladores y recuperadores homologados; auditorías de la traza de los materiales reciclados…
Sobre los controles propios y los de las administraciones públicas, se ha desarrollado una capa de riguroso control sobre el residuo por parte de entidades externas.
Tan solo dos décadas de funcionamiento, en las que todo ha cambiado. Dice el tango que Veinte años no es nada. Pues bien, como dice el bolero, en este sector son Toda una vida.
Artículo publicado en el número 230 de RETEMA.