Industria, competitividad y economía circular

La transformación circular puede ayudar a lograr una expansión sólida y sostenible en un mundo con recursos limitados y una economía cambiante; pero para ello, la industria deberá repensar su uso de los recursos y su contribución al crecimiento económico
Autor/es
Griselda Romero
Publicado en
26-06-2023

La demanda de bienes aumenta, mientras los recursos se tornan cada vez más escasos. Sería así incluso en el  un inimaginable y utópico mundo adaptado al clima y geopolíticamente cooperativo. Sin embargo, la realidad es que vivimos una actualidad marcada por una grave crisis climática y con continuas perturbaciones en las cadenas de suministro y de valor, provocadas por las crisis geopolíticas y de salud pública, lo que hace la situación cada vez más alarmante y acentúa drásticamente la escasez. Los seres humanos consumimos 1,75 veces los recursos naturales que la Tierra es capaz de regenerar. ¿Cómo enfrentar esta situación?

Con la mirada puesta sobre las industrias del futuro, responde a esta cuestión la Directora de Circularidad de Recursos del Foro Económico Mundial, Kristin Hughes, quien asegura que la única forma en que el mundo podrá satisfacer la creciente demanda de bienes con menos recursos y de manera más eficiente y sostenible es diseñando productos y procesos que minimicen los residuos y maximizando la reutilización, la reparación y el reciclaje de materiales, algo que también implica tener en cuenta todo el ciclo de vida de los productos, desde su diseño hasta su eliminación, trabajando para eliminar los residuos en cada etapa.

A esto se le llama “Economía Circular”, un concepto que, si bien no es recién nacido, aún no ha conseguido despegar a gran escala. Así lo revela un estudio reciente elaborado por el Foro Económico Mundial junto a Bain & Company, que señala que aproximadamente el 60% de las iniciativas circulares activas no han alcanzado la escala necesaria, y según Hughes, suelen verse frenadas por la falta de capacidades tecnológicas, la incoherencia de las normas del sector y la falta de conexiones sólidas con otros agentes de la industria. Los ejecutivos consideran que el cambio hacia la circularidad es costoso, y a menudo lo es, advierte Kristin, ya que añadir elementos circulares al modelo económico lineal actual no suele mejorar el rendimiento de una empresa ni generar un impulso suficiente para el cambio.

El error está en que, aunque en los últimos veinte años, empresas, industrias y gobiernos han experimentado e invertido en soluciones circulares, siempre lo han hecho dentro de sus propias cuatro paredes y sin plantearse un cambio completo en la cadena de valor, asevera la experta.

Además, las iniciativas suelen estar centradas principalmente en el reciclaje y la reordenación de los flujos de residuos, algo que si bien es una opción más fácil y controlada, limita enormemente el potencial de ampliar las iniciativas de circularidad, insiste.

 

Las iniciativas circulares suelen verse frenadas por la falta de capacidades tecnológicas, la incoherencia de las normas del sector y la falta de conexiones sólidas con otros agentes de la industria.

 

Por otro lado, los beneficios percibidos de la circularidad se han limitado a la sostenibilidad medioambiental, sin tener apenas en cuenta los beneficios sistémicos en términos de resiliencia, eficiencia de los recursos y crecimiento económico incremental y sostenible, algo que, sin duda, nos hará avanzar más despacio, si es que llegamos a algún sitio, lamenta Kristin.

Queda por tanto demostrado que, en la actualidad, el coste adicional y la complejidad de convertirse en circular superan los beneficios añadidos, motivo por el que la actual propuesta de valor no ha convencido a empresas y consumidores para hacer realidad la circularidad o emprender cambios a un nivel más amplio. Los esfuerzos aislados no bastan, ya que estancan la transformación circular y sólo producen cambios lentos, graduales e ineficaces, denuncia la directora.

Bajo su visión, el éxito de la Economía Circular requiere de un cambio sistémico, de esfuerzos de colaboración a escala mundial y del compromiso de todas las partes interesadas, que deberán unirse para construir el “sistema operativo” de la Economía Circular, siguiendo los pasos de los innovadores de la industria.

 

Los esfuerzos aislados no bastan, ya que estancan la transformación circular y sólo producen cambios lentos, graduales e ineficaces, afirma Kristin Hughes, Directora de Circularidad de Recursos del Foro Económico Mundial.

 

Transformar el funcionamiento de la economía mundial va mucho más allá de que las empresas creen redes circulares, apunta. Se requiere de un pensamiento audaz y de un enfoque holístico para rediseñar los modelos operativos y empresariales, así como los procesos de relación con el cliente, los procesos de diseño de productos, las estructuras de la cadena de suministro, etc.

En este sentido, Hughes considera que estarán mejor posicionadas para prosperar (incluso en tiempos de disrupción) aquellas organizaciones que se embarquen en transformaciones circulares con modelos más adaptables. Los nuevos modelos operativos y empresariales, que han nacido circulares por diseño, serán los que aporten el cambio transformacional necesario, opina. El paso más difícil será para aquellas empresas que deban reorganizarse e invertir en compras, fabricación, y ventas de productos, de cara a ampliar sus iniciativas circulares, manteniendo sus crecientes ambiciones económicas y de sostenibilidad, y sin dejar de satisfacer la demanda, añade.

Si miramos hacia los líderes de éxito, estos inician el viaje circular mirando hacia dentro y diseñando un modelo de negocio circular y rentable, con el que poder ir transformando las operaciones en consecuencia, explica la directora. De esta manera, los equipos de gestión pueden avanzar paso a paso en la transformación circular y escalar, una vez que entienden claramente el potencial de la economía circular y cómo los nuevos modelos empresariales pueden crear fuentes adicionales de valor, reducir el uso total de materiales, mejorar la resiliencia y generar un crecimiento cuantificable, apunta.

 

La industria y responsables políticos están proponiendo la circularidad de los recursos y trabajan, cada vez más, orientados a un futuro en el que poder ampliar la escala.

 

 

¿Vamos por buen camino?

Empresas, organizaciones, gobiernos e industrias tienen ya grandes ambiciones fijadas para impulsar la productividad, la innovación, el crecimiento, lograr la resiliencia de la cadena de suministro, alcanzar las emisiones netas y reducir drásticamente los recursos, afirma Kristin.

También menciona cómo las coaliciones industriales y responsables políticos están proponiendo la circularidad de los recursos para ayudar a asegurar, transformar y diversificar el suministro de materiales críticos para la industria, tratando de reducir la necesidad de extracción y las emisiones asociadas; y trabajan, cada vez más, orientados al futuro, para establecer los incentivos, los marcos políticos, las normas, los modelos operativos, las certificaciones y las capacidades orientadas a la circularidad que son necesarias para ampliar la escala.

Incluso algunos mercados están transformando sus modelos de negocio para disminuir la demanda y aumentar el potencial de recuperación y la recuperación real de los recursos, mitigando parcialmente la brecha entre la oferta y la demanda de cara al futuro, destaca.

A esto se le suma que jugamos con una gran ventaja: la tecnología. Según la experta, la digitalización y las nuevas herramientas que sustentan la cuarta revolución industrial, como la inteligencia artificial, el aprendizaje automático, el blockchain, la computación en la nube… están simplificando la implantación y el impulso de la economía circular.

Desde el Foro Económico Mundial defienden que “el puente entre industria y medio ambiente es algo que no puede disociarse cuando se habla sobre circularidad”. Por este motivo, trabajan con líderes de la industria para acelerar el cambio a modelos operativos y empresariales circulares, aprovechando la circularidad para desbloquear la productividad, la resiliencia y la sostenibilidad.

Ayudamos a empresas, gobiernos y ciudadanos a reconocer la deficiencias del actual enfoque de la producción y el consumo, y pretendemos que los líderes públicos y privados se comprometan a adoptar este nuevo enfoque de economía circular, considerando los residuos como un defecto de diseño, para generar beneficios planetarios, sociales y económicos, concluye Hughes.

 

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Una mirada al caso de Euskadi

Llevando estas consideraciones a escala nacional, la comunidad autónoma del País Vasco es uno de los grandes referentes y ejemplos a seguir en materia de economía circular, especialmente en el ámbito industrial. Tanto es así que la Comisión Europea ha seleccionado a Euskadi entre las cinco regiones europeas destacadas por su trayectoria hacia la transición verde, reconociendo su buen hacer en economía circular, ligada a la desmaterialización, descarbonización y competitividad de la industria.

Euskadi tiene un recorrido de más de veinte años de trabajo en economía circular, donde más de 400 empresas, un 80% PYMES, están aplicando prácticas o modelos circulares, principalmente en los sectores de automoción, equipos de transporte, equipos eléctricos y electrónicos, máquina-herramienta, metal, químico, mobiliario, edificación y subsector de servicios ambientales.

 

Las iniciativas circulares presentan oportunidades para las empresas vascas, como mejores expectativas de crecimiento de la facturación, mejores resultados ambientales, mejora de la reputación corporativa, apertura a nuevos mercados o mayor valor de las ventas y rentabilidad económica.

 

Así nos lo ha contado Alexander Boto Bastegieta, Economista Ambiental y Director General de Ihobe, la Sociedad Pública de Gestión Ambiental del Gobierno Vasco, que cumple cuatro décadas este 2023. El experto asegura que la visión de circularidad de Euskadi parte de la comprensión de que la economía circular no es una estrategia puramente ambiental, sino económica, que apuesta por un modelo que aumenta la competitividad de las empresas y a la vez reduce los impactos ambientales. Competitividad y sostenibilidad van de la mano, una no se entiende sin la otra, asevera.

 

La economía circular no es una estrategia puramente ambiental, sino económica, que apuesta por un modelo que aumenta la competitividad de las empresas y a la vez reduce los impactos ambientales, destaca Alexander Boto, Director General de Ihobe.

 

En la actualidad, la economía circular en Euskadi está más viva que nunca, y esto es gracias a que las empresas han observado la rentabilidad económica, social y ambiental de estas medidas, asegura Alexander. La clave del éxito, ha sido y es, la visión holística y el trabajo conjunto, que mencionaba anteriormente Kristin Hughes. Así lo demuestran programas como el “PYME Circular Euskadi”, que, a través de 22 agentes intermedios, como asociaciones empresariales o agencias de desarrollo local, moviliza a más de 2.000 empresas y 175.000 trabajadores de las cadenas de valor industriales en todo el territorio vasco; el “Basque EcoDesign Center”, una alianza público-privada que pretende traccionar la cadena de valor hacia una economía más circular; el “Basque Circular Hub”, por el que 170 jóvenes se formaron en economía circular durante el pasado curso; o el “Basque Circular Summit”, congreso internacional de economía circular que reunió a más de 800 profesionales de múltiples sectores.

Con respecto a los retos a enfrentar en el País Vasco, es el propio marco planificador, conformado por el Plan de Economía Circular y Bioeconomía 2024 y el Plan de Prevención y Gestión de Residuos 2030, el que los delimita. Se trata de dos planes muy relacionados entre sí, con muy ambiciosos objetivos y un presupuesto contemplado de 142 millones de euros, señala el director.

 

Las empresas vascas han observado la rentabilidad económica, social y ambiental de las medidas circulares.

 

Los desafíos que señalan las empresas industriales en su camino hacia la transición circular son: la reducción de residuos, el ahorro del consumo y la eficiencia de los recursos, tres grandes acciones de mejora impulsadas en parte por una mayor concienciación y compromiso; y también, por la normativa, legislación y estándares en vigor.

No obstante, aún existen iniciativas de circularidad que no terminan de despegar, y los principales obstáculos son, según el experto, el coste de las medidas, la falta de experiencia en este tipo de acciones, la dificultad para seleccionar las acciones más adecuadas y la dificultad para adaptar la legislación ambiental, motivos por los cuales desde Ihobe se han desarrollado herramientas de acompañamiento en economía circular.

Relativo a las oportunidades, desde Ihobe se ha observado, a través del análisis de experiencias empresariales activas en economía circular, que las expectativas de crecimiento de la facturación son mayores para los productos o servicios derivados de proyectos de economía circular que para los tradicionales; que la aplicación práctica de la economía circular en las empresas, además de lograr resultados ambientales, contribuye a mejorar la reputación corporativa, abrir nuevos mercados y mejorar el valor de las ventas; y por último, que los proyectos de economía circular que desarrollan las empresas son mayoritariamente rentables desde el punto de vista económico, concluye Boto. 

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