Un 70% de la Tierra es agua. Alrededor de 1.386 millones de kilómetros cúbicos. De esta vasta cantidad, solo entre un 2,5% y un 3,5% es agua dulce, y acceder a ella no está garantizado. Asegurar el agua es un reto para la sociedad actual. La Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) recuerda que la seguridad hídrica es cada vez más compleja y urgente. No son pocos los factores: el aumento poblacional en las últimas décadas, la concentración de la ciudadanía en ciudades y megaurbes, la degradación de la calidad del agua, los cambios del uso del suelo y el impacto de las inundaciones, sequías y otros efectos hidrológicos relacionados con el cambio climático, que cada vez son más agresivos.
Según datos de la ONU, para 2030 el 47% de la población vivirá en regiones con estrés hídrico. Para esto solo quedan siete años. España será una de las zonas más afectadas, especialmente la región mediterránea, particularmente sensible a los impactos del cambio climático sobre el agua y que además sufre un problema de agua estructural, según el informe Cambio Climático 2022: Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).
Con tales cifras, en un escenario de evolución en el que la expresión ‘economía circular’ ya no puede ser solo una expresión, sino un modelo vital para hacer frente a la crisis climática y la transición a un progreso sostenible, como remarcan los expertos, también hay que hablar de economía circular en el sector del agua. Hablar de ello es hablar de biofactorías.
Un concepto que va más allá
La economía circular del agua no consiste solo en recuperar, reutilizar, reaprovechar el agua, la sustancia líquida, como nos puede venir a la mente en primer lugar. Su potencial va mucho más allá, y aquí aparecen las biofactorías.
Se trata de estaciones depuradoras de agua que, además de posibilitar la recuperación del agua que tratan, buscan (como mínimo) otros dos aspectos clave: producir energía y recuperar y producir nuevos recursos. Por ejemplo, los lodos que se obtienen de la depuración se pueden valorizar y utilizar para obtener biogás. Constituyen por tanto una evolución de las EDAR, las estaciones depuradoras de aguas residuales, hacia un nuevo concepto de instalación.
“En la sociedad ya está completamente implantada y entendida la idea de que tenemos que aprovechar al máximo los recursos, porque estamos en un planeta con recursos limitados. Las depuradoras no pueden quedar fuera de este planteamiento, y más si tenemos en cuenta que están al final de la cadena, y lo que no se recupere ya no podrá aprovecharse”, sentencia Pedro Simón, director técnico de ESAMUR (Entidad Regional de Saneamiento y Depuración de Aguas Residuales de la Región de Murcia).
"Economía circular no solo es recuperar materias primas, nutrientes o agua. También es hacerlo usando la menor cantidad de energía, reactivos y recursos", destaca Pedro Simón, director técnico de ESAMUR (Entidad Regional de Saneamiento y Depuración de Aguas Residuales de la Región de Murcia).
Mar Micó, responsable del Área de Depuración y Recuperación de Recursos del Departamento de Innovación de ACCIONA, cree que las biofactorías están generando un interés creciente en el sector del agua, tanto a nivel de operadores y administraciones, como de diseño, suministro y construcción. “El paradigma de la depuración del agua residual está cambiando. Las EDAR han de pivotar desde su concepción tradicional de estaciones centradas en eliminar la contaminación presente en el influente hacia un nuevo planteamiento que persigue recuperar los recursos contenidos en el agua residual”, afirma.
En realidad esto no es un concepto tan novedoso. Hace años que se aprovechan los principales recursos del agua residual en regiones del Levante español, como los nutrientes de los lodos o su capacidad energética, recuerda Simón. La Región de Murcia es referente en esto: allí se reutiliza prácticamente toda el agua tratada y los lodos se aprovechan en agricultura. Ahora, el término biofactoría significa ampliar el alcance, avanzar y mejorar.
Además de esos recursos, “se plantean otras líneas como crear bioplásticos, producir ciertos tipos de algas o microorganismos que tengan una utilidad alimentaria, energética o comercial”, ejemplifica Simón. En definitiva, la “biorrecuperación de los microorganismos que transforman la materia orgánica y los compuestos del agua en productos útiles”. Esto abre nuevas puertas, como la selección de bacterias y microorganismos específicos, tanto para el tratamiento de las aguas como para la producción de nuevos compuestos. “Biometano, celulosa, biopolímeros, fósforo o agua regenerada son solo algunos de los recursos que constituyen las corrientes de salida de estas nuevas biofactorías”, enumera Micó.
Que evolucione el término también hace un favor a las instalaciones, ya que la palabra depuradora ha tenido tradicionalmente asociado un componente negativo, recuerda Abraham Esteve-Núñez, investigador principal del grupo Bioe de la Universidad de Alcalá y de IMDEA Agua. Eso sí, el experto remarca que hay que tener cuidado con “cambiarle el nombre sin más” a una EDAR; hay que “profundizar de verdad y sacarle partido al concepto biofactoría, haciéndolas funcionar como instalaciones industriales de producción”. Para hacerlo, es necesaria una transición.
EDAR Murcia Este. Foto: ESAMUR
De la EDAR a la biofactoría y la ecofactoría
Si una biofactoría es el siguiente escalón de una EDAR, ¿cómo se crea? ¿A partir de ella? En España ya existe un amplio parque de instalaciones diseñadas y construidas bajo el concepto convencional de depuradora, pero Micó no considera eficiente “transformar radicalmente estas estaciones antes de finalizar su vida útil”. Se puede hacer con actuaciones puntuales, para mejorar instalaciones preexistentes a corto plazo, y con obras de mayor calado enfocadas que maximicen la recuperación de todos los recursos disponibles a medio-largo plazo, evalúa la responsable de ACCIONA.
Se va avanzando. La experta explica que “cada vez más administraciones incluyen en sus pliegos de licitación mejoras y modificaciones que permiten obtener el máximo provecho a los recursos contenidos en el agua residual”, y que “las primeras aproximaciones para conseguir que las EDAR existentes se conviertan en fuentes de recursos ya son una realidad”. Para ver instalaciones concebidas desde cero como biofactorías habrá que esperar “de 15 a 20 años”, vaticina Micó.
"El paradigma de la depuración del agua residual está cambiando. Las EDAR han de pivotar desde su concepción tradicional hacia un nuevo planteamiento que persigue recuperar recursos", resalta Mar Micó, responsable del Área de Depuración y Recuperación de Recursos del Departamento de Innovación de ACCIONA.
En Agbar, del grupo Veolia, aspiran a un escalón más, y hablan de las ‘ecofactorías’ como paso evolutivo natural. “El concepto de economía circular ha sido un elemento clave en esta evolución de las EDAR en instalaciones productoras de nuevos recursos. En las ecofactorías, aplicando el principio de dar una nueva vida al agua, somos capaces de generar todo tipo de nuevos recursos, además de agua reutilizada, especialmente enfocados a la generación energética”, define Javier Santos, director de Operaciones España de Agbar.
En su enfoque hay un deseo más: “Que estas plantas sean una infraestructura que contribuya de manera activa a la mejora de los entornos urbanos y naturales”. Un modelo de depuradora no apartado, sino integrado de la ciudad, que contribuya de forma circular a la sostenibilidad.
Al fondo, la EDAR de Molina de Segura, muestra de la doble reutilización que se da del agua regenerada en el humedal y en agricultura. Foto: ESAMUR
Iniciativas en marcha
Las biofactorías aún no son referencia en el sector, pero hay unos cuantos ejemplos que dibujan la hoja de ruta del presente y proyectos que ponen ladrillos para el futuro.
Biofactorías en Granada, Barcelona y Chile
Como pioneras destacan las biofactorías (renombradas como ecofactorías) del Gran Santiago (Chile), Sur Granada (Granada) y Baix Llobregat (Barcelona), que pertenecen a entidades de Grupo Agbar.
Lo primero, claro, la reutilización del agua. En el caso del Baix Llobregat, de Aigües de Barcelona, las aguas regeneradas pueden emplearse para el riego de humedales, el mantenimiento del caudal ecológico de los ríos o, mediante un proceso de electrodiálisis reversible, para suministrar aguas regantes, enumera Santos. Además, “añadiendo un tratamiento cuaternario adicional mediante ultrafiltración y ósmosis inversa, se puede inyectar este agua en acuíferos y combatir la intrusión salina”.
“Al final, pretendemos que el agua regenerada pueda emplearse indistintamente del territorio en la agricultura, la industria y las ciudades. El potencial de ahorro de agua por el empleo de técnicas de regeneración es enorme y, en un futuro próximo, será necesario”, apostilla Santos.
En el caso de la recuperación de los lodos para aprovecharlos para generar energía, por ejemplo biogás, destaca la planta Sur de Granada, de la Empresa Municipal de Abastecimiento y Saneamiento de Granada (Emasagra). “Se ha convertido en un paradigma de eficiencia energética. En esa ecofactoría hemos alcanzado un índice de aproximadamente el 130% de eficiencia; es decir, hemos sido capaces de alimentar la planta con la propia energía generada en ella y obtener un sobrante que se ha podido retornar a la red eléctrica general”, asegura Santos.
Biofactoría Sur Granada. Foto: Agbar
Por otro lado, en el proyecto LIFE Nimbus, coordinado por Cetaqua Barcelona, se ha trabajado para “cargar una flota de buses urbanos con biometano generado en la propia ecofactoría del Baix Llobregat”. En Santiago de Chile, la biofactoría del Gran Santiago de Aguas Andinas está compuesta por las plantas de La Farfana, Mapocho-Trebal y el Rutal, que reutilizan los residuos y los transforman en energía para buscar la autosuficiencia energética.
Para optimizar la gestión de estas plantas de tratamiento utilizan tecnologías punteras, como inteligencia artificial, algoritmos específicos, análisis de datos en tiempo real y gemelos digitales. En el centro de investigación Cigat Biofactoría de Cetaqua, también de Grupo Agbar, una de las líneas de trabajo es desarrollar tecnologías para la mejora, valorización y modernización de los recursos naturales y su aprovechamiento.
"No se trata de cambiarle el nombre sin más a una EDAR. Hay que apostar por que el concepto de biofactoría no se quede solamente en decir que utilizamos energía y recuperamos residuos, sino ir más allá", afirma Abraham Esteve, investigador principal del grupo Bioe de la Universidad de Alcalá y de IMDEA Agua.
Proyectos de innovación y tecnologías
En ACCIONA Agua también se centran en el desarrollo de la tecnología, y trabajan para “superar las barreras tecnológicas asociadas al concepto de biofactoría que limitan su implementación como práctica común”, indica Micó. Por eso, están centrados en desarrollar nuevas tecnologías que “permitan recuperar recursos de forma eficiente a nivel energético y económico, y puedan implementarse a escala real en un futuro próximo”.
En esta línea, Micó nombra proyectos como LIFE PRISTINE, enfocado a asegurar la calidad del agua regenerada mediante tecnologías sostenibles y eficientes, para garantizar la eliminación de contaminantes emergentes presentes. También el proyecto BIOUP, para desarrollar una solución que aproveche el dióxido de carbono contenido en el biogás, empleando excedentes de energías renovables, y con ello obtener una corriente rica en biometano asimilable al gas natural.
ACCIONA colabora a su vez en LIFE PHOS4EU, que busca una tecnología de recuperación de fósforo en forma de vivianita que podrá implementarse en estaciones depuradoras de aguas residuales con digestión anaeróbica. El objetivo es recuperar hasta un 65% del fósforo presente en estas aguas. Por último, en el proyecto HICCUPS, trabajan en colaboración con otras empresas y entidades de España, Francia, Noruega, Países Bajos, Italia, Alemania y Finlandia para desarrollar un sistema de separación del dióxido de carbono presente en el biogás que luego se pueda aprovechar para fabricar films plásticos para envases.
EDAR San Pedro del Pinatar. Foto: ACCIONA
ESAMUR también centra esfuerzos en la investigación como motor de desarrollo, y para ello participa en varios proyectos europeos con pilotos en municipios murcianos. Uno de ellos es TRINEFLEX, ubicado en la EDAR de Alcantarilla, en la que se va a implementar un gemelo digital para optimizar el proceso de depuración y reducir el consumo de energía mediante el uso de inteligencia artificial. En la EDAR de San Javier desarrollan el proyecto europeo DRY4GAS. El objetivo es hacer un secado solar del lodo procedente de la depuradora, recuperar energía de la gasificación y convertir las cenizas resultantes en compost para los terrenos de cultivo.
Otros ejemplos son la planta piloto del proyecto Acuacycle, en la EDAR de Blanca, y el proyecto LIFE Pristine, en la EDAR de Ceutí, donde se investigan soluciones para eliminar contaminantes emergentes del agua, como productos farmacéuticos o que generen resistencia a antibióticos.
"La recuperación de lodos y su uso como fertilizantes es solo la punta del iceberg. Las biofactorías dan para mucho más: esas aguas tienen nutrientes, la clave es extraerlos antes de que lleguen al fango", destaca Dolores Hidalgo, directora del área Economía Circular en el Centro Tecnológico CARTIF.
Minibiofactorías integradas
Al final, lo importante es que el ciclo del agua no se detenga y que se genere valor. Por eso, Esteve-Núñez del grupo Bioe e IMDEA Agua habla de posibilidades a menor escala de implantación, que pueden ser útiles para las empresas y que se integren en sus procesos, antes de dar lugar a que el agua llegue a una estación depuradora.
“Nosotros estamos acoplando procesos en la salida de agua de determinadas industrias. Son corrientes de agua residual, eliminamos los contaminantes orgánicos y dejamos los nutrientes para que puedan utilizarse en otra industria”, explica. Por ejemplo, en un agua contaminada del sector alimentario, “si somos capaces de eliminar el contaminante orgánico y dejar los nutrientes, el mismo agua rica en fertilizantes naturales puede alimentar otros procesos industriales como el cultivo de una bacteria con valor nutricional como la espirulina”. Es uno de los proyectos que tienen en marcha en Milán donde la industria puede ahorrar evitando la compra de nutrientes de síntesis química.
El futuro de la recuperación del agua
Como el cauce de un río, la circularidad del agua sigue su curso y, ante el escenario de necesidad y retos que hay, cabe preguntarse si España es terreno fértil para que el concepto de las biofactorías de verdad cale.
“España ha sido tradicionalmente punta de lanza en la recuperación de recursos en el sector del agua, mucho antes de que el concepto de biofactoría saltara a la palestra. Esto es así, por ejemplo, gracias al gran esfuerzo llevado a cabo en comunidades como la Región de Murcia para recuperar el máximo del agua tratada para aplicaciones de riego y valorizar los fangos; supone un ejemplo de circularidad por el que siempre se ha abogado en nuestro país”, considera Micó de ACCIONA.
Con estos precedentes, la experta cree lógico que España continúe avanzando en el desarrollo de biofactorías y desempeñe en Europa un papel muy relevante, “contribuyendo a la formalización de una economía circular a todos los niveles y aprovechando el gran potencial de las estaciones recuperadoras del futuro”.
"Es esencial que convirtamos las ciudades y todas sus infraestructuras, incluidas las del agua, en entornos saludables y sostenibles, beneficiosos para el entorno y para el bienestar de las personas", destaca Javier Santos, director de Operaciones España de Agbar, empresa del grupo Veolia.
De mirar al futuro y no quedarse en el pasado habla también Simón de ESAMUR: “Las biofactorías son un camino sin retroceso, porque no tenemos otra opción. Los recursos se están gastando muy rápidamente y tenemos que conseguir cambiar esa dinámica”, zanja.
En ese camino, en Grupo Agbar miran a largo plazo a su idea de ecofactoría: “Nuestra visión es crear infraestructuras del agua seriadas, unificadas, tomando la depuradora como punto de inicio y final en ese proceso circular de tratamiento de las aguas, con el fin de crear un ciclo integral del agua mucho más eficiente y centralizado”, sintetiza Santos.
“El discurso está muy claro, pero luego se incorpora a la realidad de forma muy lenta. Tenemos que apostar por que el concepto de biofactoría no se quede solamente en decir que utilizamos energía y recuperamos residuos, sino ir más allá”, advierte Esteve-Núñez.
Todos los expertos y expertas coinciden: revalorizar los lodos, extraer energía de las aguas residuales, obtener nuevos productos, integrar las infraestructuras en el medioambiente y, en el centro de todo, reutilizar el agua, son piezas clave de una evolución que ya no tiene marcha atrás.
¿Qué aporta una biofactoría a la economía circular?
Por su propia definición, las biofactorías deben ser “el motor de la economía circular del agua, ya que están al final de la cadena y son las responsables de recuperar todo aquello que pueda ser útil para volverlo a usar en el ciclo de los recursos”, afirma Pedro Simón, director técnico de ESAMUR. El experto subraya que esto no significa solo recuperar materias primas, nutrientes o agua, sino hacerlo usando la menor cantidad de energía, reactivos y recursos. Todo debe replantearse y sumar, y no restar, a la economía circular. ¿Cómo?
La energía es uno de los aportes que pueden hacer las biofactorías a la circularidad del agua, una arista desde la que históricamente las instalaciones de depuración venían mal planteadas, considera Abraham Esteve-Núñez, investigador principal del grupo Bioe de la Universidad de Alcalá y de IMDEA Agua. “En los contaminantes orgánicos hay una gran cantidad de energía disponible, sin embargo en los sistemas convencionales de depuración no solamente no se utiliza, sino que se invierte energía externa, asociada a la aireación artificial de las balsas de tratamiento. Así que estos sistemas de depuración convencionales no solamente no producen, sino que consumen”, explica el investigador. En un momento dado, esto empezó a gestionarse mejor.
Energía, nutrientes o reserva de biodiversidad se posicionan como los principales aportes de las biofactorías.
A partir de la materia orgánica que tiene el agua residual se puede refinar y obtener biometano para inyectar directamente a la red. Otra línea de investigación interesante sería la producción de hidrógeno renovable. “En una depuradora de aguas residuales se puede generar hidrógeno con el mismo proceso de producción de metano de digestión anaerobia”, explica Dolores Hidalgo, directora del área de Economía Circular en el Centro Tecnológico CARTIF.
Cómo uses la energía generada dependerá también de lo que más interese a la instalación. “Puedes utilizarla para autoconsumo, o igual te trae más cuenta obtener rédito económico inyectándola a la red y consumiendo electricidad en tu biofactoría”, analiza la experta. Desde el punto de vista global, “la implementación del concepto de biofactoría permitiría acabar con el tradicional nexo agua-energía, contribuyendo a hacer más alcanzable a nivel mundial el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6, Agua Limpia y Saneamiento”, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, añade Mar Micó, responsable del Área de Depuración y Recuperación de Recursos del Departamento de Innovación de ACCIONA.
La recuperación de nutrientes es otra lanza, que hasta ahora se quedaba simplificada al uso directo del fango como fertilizante. “Ya se está trabajando en esta línea, pero la recuperación de lodos y su uso directo como fertilizantes es solo la punta del iceberg. Entraría en el concepto de biofactoría, pero las depuradoras dan para mucho más”, apunta Hidalgo. Esas aguas tienen nutrientes, la clave es extraerlos antes de que lleguen al fango: “Puede que acaben como fertilizantes, pero si los comercializas de otra forma es más cómodo y seguro utilizarlos y, además, su valor en el mercado es mayor (por ejemplo, en formato seco en polvo en vez del fango inicial)”.
Esteve-Núñez, por ejemplo, investiga sobre la recuperación del nitrógeno y fósforo del agua a través cultivos de algas o determinados tipos de bacterias que son capaces de transformar esos nutrientes en proteína con valor comercial.
Como aportación extra a la circularidad, desde Agbar recuerdan la importancia de que las plantas estén integradas en el entorno y la circularidad del modelo sea total. Que las instalaciones sean “reservas de biodiversidad es muy importante en un mundo cada vez más urbanizado, en el que las ciudades crecen a costa de entornos naturales; por eso es esencial que convirtamos las ciudades y todas sus infraestructuras, incluidas las del agua, en entornos saludables y sostenibles, que sean beneficiosos para el entorno y para el bienestar de todas las personas”, valora Javier Santos, director de Operaciones España de Agbar.
La teoría es esta, pero, en la práctica, Simón recuerda que no hay que dejarse llevar por la definición y perder por el camino eficiencia y sostenibilidad: “Llegar a maximalismos de que se recuperen absolutamente todos los recursos o lleguemos a unas calidades de agua ultrapuras posiblemente exigirá tantos recursos que, o bien sea inviable, o generemos daños colaterales que perjudiquen más que resuelvan”.
Retos pendientes para las biofactorías
Los ejemplos de biofactorías que ya existen o están en proceso son potentes, pero insuficientes en número y alcance. Pese a excepciones como la Región de Murcia, en la mayoría de regiones de España la tasa de reutilización del agua es muy baja. Si parece unánime que la economía circular es la solución, ¿por qué no se pasa de la idea a la implementación real? Los expertos y expertas apuntan a varias causas que se pueden agrupar en tres bloques: concienciación, inversión y legislación.
Concienciación
Para iniciar un cambio, primero hay que estar convencido de ello. “El personal del mundo del agua ha sido tradicionalmente reacio a la innovación. Es cierto que ha habido una revolución en los últimos 20 años, pero llevamos décadas de retraso. Sigue haciendo falta un cambio de mentalidad”, considera Esteve-Núñez y coincide Hidalgo.
Por eso, a nivel social, es importante potenciar la sensibilización en referencia a las aguas regeneradas, subraya Santos: “Existen, todavía hoy, algunas reservas entre la población sobre su uso, pero debemos mostrar al gran público que es totalmente seguro y, además, necesario para poder combatir los efectos de una sequía como la que sufre nuestro país”.
Primero, la población; a la vez, la concienciación de los dirigentes. “Tenemos que tener claro que o aprovechamos mejor los recursos que estamos usando, o nuestros descendientes van a tener serios problemas”, sostiene Simón. Y en eso se incluye una apuesta a largo plazo por la investigación y la inversión.
Inversión
“Las medidas cortoplacistas o no implantar tarifas o inversiones en los servicios públicos que sean suficientes impide poder desarrollar un modelo que de verdad apueste por la eficiencia y optimización, que evite el deterioro de las infraestructuras y que permita cambiar el modelo actual”, aglutina Simón.
“De nada vale la investigación si luego no hay una continuación para ir escalando inteligentemente esas tecnologías y procesos en los que se ha estado trabajando”, por eso, el experto cree que la Administración debe ser valiente para apostar por esa innovación.
Por otro lado, aún no hay un mercado maduro ni conformado. “Los modelos de negocio para la monetización de los recursos recuperados en las estaciones de tratamiento de aguas residuales también se encuentran, en la mayoría de los casos, en un estado muy incipiente. Esto también lastra la implementación de las biofactorías”, sostiene Micó. Con un escenario así, aunque industrias y administraciones han mostrado interés en invertir en tecnologías de recuperación y valorización, “la falta de eslabones en la cadena de valor limita la concreción de estas líneas de negocio”.
Todos coinciden en que son necesarios más esfuerzos de inversión. “A día de hoy, tenemos el conocimiento y la tecnología. Únicamente nos falta la inversión necesaria para aplicarlos. En España se calcula que el déficit de inversión en infraestructuras de agua ronda los 20.000 millones de euros. Es una cifra muy elevada, pero se trata de una inversión necesaria. Soy optimista y creo que tendremos estos recursos en el futuro”, pronostica Santos.
Legislación
La tercera en discordia, la legislación, que, como suele pasar, va por detrás del desarrollo tecnológico. “Muchas veces las normativas adolecen de una tremenda falta de sentido común y tienen unas elevadas dosis de autoprotección, por lo que aparecen normativas u obligaciones que solo consiguen gastar más recursos de los necesarios debido a un exceso de exigencia no justificado”, opina Simón.
Tanto él como Dolores Hidalgo de CARTIF ponen el ejemplo de la estruvita. La tecnología para depuradoras de agua se conoce desde hace tiempo, “en Estados Unidos se utiliza y comercializa sin ningún problema”, recuerda la experta, pero en Europa hay restricciones legislativas: está muy limitado su uso como producto fertilizante tanto en las normativas europeas como en la española. “A una empresa no le interesa generar un subproducto que no puede comercializar o al que no le puede dar salida, entonces no va a invertir en esa tecnología ni en esos procesos”, reflexiona Hidalgo.
“La ausencia de legislación es sin duda una limitación”, recoge Micó. La gestión de residuos de forma ambientalmente racional y el aprovechamiento de los recursos que contienen son elementos clave de la política medioambiental de la Unión Europea, en línea con el Nuevo Plan de Acción en Economía Circular, como recuerda la experta. Por este motivo, “tanto en la Unión Europea como en los Estados Miembros se están desarrollando nuevas normativas que fomentan explícitamente la recuperación de otros recursos disponibles”, como la normativa alemana Sewage sludge ordinance, que “forzará a los actores implicados a recuperar el fósforo contenido en los fangos de depuradora a partir de 2029”. Micó considera que este tipo de regulaciones “suponen un acicate para el sector hacia la búsqueda de soluciones cada vez más circulares para los sistemas de depuración”.
Además, ACCIONA participa en el proyecto europeo WATER MINING, dedicado al análisis de la normativa existente para detectar “qué medidas impulsan el establecimiento efectivo de una economía circular en el sector del agua, y qué aspectos legislativos no están cubiertos”. ¿Si pudiéramos pedir un deseo? Para Santos, “es importante que las próximas legislaciones, tanto a nivel europeo como nacional, tengan en cuenta las idiosincrasias particulares de nuestro sector y de cada territorio”.
Fotos: ACCIONA, Agbar, ESAMUR y archivo propio.