Combustibles no fósiles, cada vez más presentes en la economía española
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24-11-2020
Por Michel María, Director técnico de Energía de Veolia España
España consiguió reducir en un 6,2% sus emisiones de CO2 en 2019. Eso es lo que indicaba el Avance de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero, publicado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico a principios de verano. Aunque, tal y como indica el organismo, se trata de una estimación y los datos definitivos se elaborarán a lo largo de este otoño, esta cifra respalda la viabilidad del uso de fuentes de energía no fósiles. Y es que, tal y como indica el documento, la razón principal que provocó ese descenso en el volumen de emisiones fue la reducción del uso del carbón para la producción de electricidad, frente a una mayor popularidad de las energías renovables, como la eólica o la solar fotovoltaica, que aumentaron su producción en un 9,4% y un 19%, respectivamente.
El Ministerio también indicaba aquellos sectores responsables de la mayor parte de las emisiones, entre los que se incluyen el transporte -que lidera el listado con cerca del 30% de las emisiones-, la industria (20,6%) o la generación eléctrica (13,5%), entre otros. Uno de los puntos que más llama la atención es que todos ellos, a excepción del transporte, disminuyeron sus emisiones -aunque fuera levemente- el pasado año. Un descenso que no está provocado por una recesión en la economía, tal y como se encargan de destacar desde el Ministerio, ya que el Producto Interior Bruto (PIB) de nuestro país creció un 2%.
¿Significan estos datos que el uso de combustibles no fósiles en nuestra economía tiene aún un importante recorrido de desarrollo? No hay duda de que España ha iniciado una descarbonización de la economía y que muchas industrias están buscando alternativas más sostenibles, pero aún queda trabajo por hacer. Es necesario seguir impulsando formas de energía más sostenibles, que permitan un crecimiento económico y que, al mismo tiempo, sean respetuosas con el medio ambiente. Energías como la eólica, la solar o la hidráulica son las primeras que suelen aparecer en la mente de la sociedad, pero hay otros tipos de energía renovable que la mayor parte de la población desconoce, como son la biomasa o el biogás.
España ha iniciado la senda de la descarbonización de la economía y muchas industrias buscan alternativas más sostenibles, pero aún queda trabajo por hacer. Se hace imperativo seguir impulsando formas de energía más sostenibles. La eólica, la solar o la hidráulica son las primeras que suelen aparecer en la mente de la sociedad, pero hay otros tipos de energía renovable que la mayor parte de la población desconoce, como son la biomasa o el biogás.
Biomasa: calor y agua caliente sanitaria (ACS) más sostenibles
La biomasa está cada vez más presente en nuestro país y la tendencia es que siga creciendo en los próximos años. Según los datos del Informe anual del Observatorio de Biomasa, al cierre de 2018 -últimos datos disponibles- operaban en España 298.400 instalaciones de calefacción alimentadas con biomasa, 53.480 más que el año anterior, lo que supone un incremento del 22%.
La concienciación existente entre la población, las organizaciones y la Administración justifican el auge de las instalaciones de biomasa en los últimos diez años. Todo el mundo comienza a comprender que apostar por el desarrollo de las centrales de biomasa es apostar por las energías renovables y salir de la dependencia de los combustibles fósiles.
Sin embargo, a pesar de sus múltiples beneficios como su fácil obtención, producción y precio estable a lo largo del año -que la convierten en una buena opción para proyectos de eficiencia energética a largo plazo-, la biomasa sigue siendo una energía alternativa que genera desconocimiento entre los ciudadanos.
Las redes de calor son una muestra de eficiencia energética y gestión inteligente. Se trata de una modalidad de gestión y producción de calor que reduce el consumo energético y el coste asociado, a la vez que se reduce el impacto ambiental y mejora la calidad de vida.
Las redes de calor son una muestra de eficiencia energética y gestión inteligente. Se trata de una modalidad de gestión y producción de calor que reduce el consumo energético y el coste asociado, a la vez que se reduce el impacto medioambiental y mejora la calidad de vida. El principal combustible utilizado por estos sistemas de suministro es la biomasa: tres de cada cuatro redes de calor emplean esta fuente de energía[1], bien de forma única o combinada con otros combustibles.
Desde Veolia, como Empresa de experiencia internacional con amplio conocimiento local, hemos desarrollado varios proyectos que ponen de manifiesto la eficiencia de la biomasa y las redes de calor como fuente de energía alternativa. Un ejemplo es la red de Móstoles Ecoenergía, el primer proyecto privado con colaboración pública. El municipio cuenta con una de las redes de calor 100% biomasa más extensas del panorama nacional y europeo. Veolia es responsable de la operación y la explotación de la central, así como del suministro energético a las Mancomunidades que incluye labores de intervenciones las 24h del día los 365 días del año.
La red presenta multitud de ventajas tanto medioambientales - permite evitar la emisión de 9.000 toneladas de CO2 a la atmósfera-, como económicas - el coste energético se reduce en un 15%-. De este modo, Móstoles Ecoenergía permite a los vecinos reducir su coste de agua caliente y calefacción, a la vez que se utiliza astilla forestal de biomasa proveniente de la limpieza de los bosques españoles. Todo ello convierte a Móstoles Ecoenergía en una solución adaptada 100% a los vecinos de Móstoles al facilitarles una solución más económica, sostenible, eficiente y confortable.
Biogás: una fuente de energía limpia muy versátil
La utilización de gases renovables como fuente de energía es otro ejemplo de cómo implementar modelos de economía circular, ya que permite aprovechar ciertos residuos generados para transformarlos en combustible. De esta forma, no solo se consiguen reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, sino también un ahorro económico en la factura energética de las industrias.
Uno de estos gases es el biogás. Tal y como explica la Asociación Española de Biogás (AEBIG), se trata de un gas combustible que se genera mediante la descomposición microbiológica de materia orgánica biodegradable en condiciones anaerobias, es decir, ante la ausencia de oxígeno. Gracias al biogás, se puede producir energía eléctrica, térmica y utilizarlo hasta como carburante, al mismo tiempo que permite la revalorización de los residuos.
La utilización de gases renovables como fuente de energía es otro ejemplo de cómo implementar modelos de economía circular, ya que permite aprovechar ciertos residuos generados para transformarlos en combustible.
Entre las distintas industrias que pueden aprovechar los beneficios que ofrece el biogás se encuentra el sector cárnico, los vertederos o incluso las explotaciones agrarias y ganaderas, gracias a que cuentan con residuos orgánicos con los que generar este combustible ecológico. De hecho, en Asturias Veolia trabaja junto al Matadero de Gijón para aprovechar el biogás de un digestor anaerobio que utiliza los desechos para depurar las aguas residuales y generar ese biogás, que se utiliza como combustible en una caldera para todas las necesidades de agua caliente de la instalación.
La compañía también colabora con la papelera Hinojosa en su planta de Alquería de Aznar (Alicante), donde instaló un reactor con tecnología Biobed™ Advanced para el tratamiento anaerobio de las aguas residuales. Esta tecnología permite, entre otras cosas, maximizar la producción de biogás, que se valoriza energéticamente en la propia fábrica gracias a una caldera que utiliza este combustible. De este modo, se reutilizan los recursos para reducir la huella de carbono de la papelera y contribuir a un desarrollo más sostenible.
Todos estos proyectos ponen de manifiesto nuestro compromiso tanto con el planeta como con el desarrollo local y nuestros colaboradores. Además, demuestran que otras fuentes de generación de energía son viables y están ya disponibles y nos permite divisar un horizonte bastante cercano en el que las ciudades inteligentes sean una realidad. La biomasa y el biogás son solo un ejemplo de la multitud de ventajas que presentan las energías limpias para ser más responsables con el medio ambiente, siempre asociándolas con la reducción de la demanda energética y con instalaciones más eficaces que permitan mejorar la sostenibilidad del conjunto de edificios e industrias. Su uso como fuente de energía principal ayudará a aumentar el conocimiento sobre las energías alternativas, un factor clave para concienciar a la población de que ya existen métodos viables para reducir, en un futuro próximo, nuestra dependencia a los combustibles fósiles y contaminantes.
Pero las medidas y soluciones basadas en la innovación tecnológica, así como la búsqueda y la promoción de combustibles no fósiles, no son los únicos pasos que pueden ir explorándose para reducir la cantidad de emisiones a la atmósfera. La voluntad de todas las partes implicadas en hacer realidad este cambio -gobiernos, compañías e incluso la sociedad en su conjunto- es tanto o más importante para que nuestras emisiones disminuyan. Debemos cambiar radicalmente nuestra actitud frente a los recursos y trabajar en un nuevo modelo de desarrollo económico y social más eficaz, más equilibrado y más sostenible. Aunemos nuestros esfuerzos y capacidades para que las próximas generaciones puedan disfrutar de un planeta mejor.
[1] Censo de Redes de Calor y Frío 2019. Asociación de Empresas de Redes de Calor y Frío (ADHAC): http://www.adhac.es/Priv/ClientsImages/AsociacionPerso8_1571845211.pdf
Puedes descargar el reportaje en PDF aquí.