La resiliencia de la naturaleza ante los desmanes del consumismo
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Por Emilio Muñoz Ruiz y Jesús Rey Rocha
Que vivimos en una sociedad convulsa parece un hecho indubitable. A pesar de que estas convulsiones han conducido a que el lenguaje con el que nos comunicamos acepte el término posverdad (o las fake news), es difícil ignorar acontecimientos reales, como virus y episodios climáticos, que desde la naturaleza están generando riesgos de gran extensión y amplitud.
Estos peligros se difunden insidiosamente debido a la globalización y el empleo masivo de las tecnologías de la información y las comunicaciones (Internet y compañía). A nuestro juicio, estos fenómenos requieren una reflexión a la que queremos contribuir con este artículo.
Nos permitimos recordar que se ha conseguido una especie de clonación social de los ciudadanos para que no sean responsables de sus deseos y se dediquen a consumir impulsivamente, agitados por el ansia de alcanzar sus deseos (comprar, viajar, disfrutar de la playa en circunstancias inusuales, celebrar festividades y festivales)
Retomamos los efectos de la naturaleza asociados al concepto de entorno de sociabilidad sobre la base de la evolución. Estos desvelan amenazas evidentes para cumplir tales deseos. Vamos a exponer seguidamente casos de extrema actualidad y con notable repercusión.
Expansión del coronavirus (COVID-19)
La sorprendente aparición de la enfermedad generada por una nueva estirpe de coronavirus ha provocado que China no haya podido celebrar sus tumultuosas fiestas de Nuevo Año y ha tenido evidentes repercusiones socioeconómicas.
Por otra parte, Italia se ha visto inmersa en una crisis sanitaria con una emergencia de casos de COVID-19 y hasta algunas muertes. Por ello ha tenido que establecer una profunda cuarentena de pueblos y ciudades en las regiones de Lombardía y el Véneto, y dar por finalizadas anticipadamente las celebraciones del Carnaval de Venecia.
En cuanto a los efectos socioeconómicos, en suelo español, donde por el momento se controla el tema sanitariamente, Barcelona ha visto la suspensión del mediático y rentable socialmente Mobile World Congress. Ha sido decisión de las empresas organizadora y participantes, con la excusa de la responsabilidad social corporativa.
En este mismo orden de cosas, hay que subrayar los riesgos para la industria del turismo con especial atención a los viajes multitudinarios como es el caso de los cruceros, en evidente amenaza mientras exista la emergencia sanitaria.
Episodios climáticos de gravedad
Los fenómenos climáticos extremos son constantes y siguen en plena actualidad. Para el caso que nos ocupa queremos poner la atención en el fenómeno de calima desproporcionada acompañada de vientos huracanados en las Islas Canarias.
El fenómeno ha supuesto la suspensión de unas fiestas tan significativas cultural y económicamente como los carnavales. Además, se ha generado un incendio de notables proporciones en un lugar estratégico, una situación complicada por el evento climático, lo que ha requerido la inmediata intervención de los bomberos con la inestimable colaboración militar de la UME.
Asimismo, se ha producido un importante caos aeroportuario con la obligada suspensión de vuelos con las consiguientes molestias para muchos viajeros y su indudable efecto en la principal industria de las islas: el turismo.
La (compleja) gestión de los residuos: el vertedero de Zaldívar
En el País Vasco, admirado por su equilibrio y buena acción administrativa desde la rendición de ETA en 2011, se ha producido un triste acontecimiento: se ha desplomado un vertedero que ha causado dos óbitos –los cadáveres todavía no han sido encontrados–.
La situación se ha complicado con la generación de un incendio caracterizado por su renuencia a la extinción y por sus consecuencias negativas para el medio ambiente y la salud. La alarma de la ciudadanía (muy localizada, aunque no pequeña porque ha afectado a varias ciudades vascas) es lógica. A juzgar por la reacción en medios, ha sido bastante meditada y, por lo tanto, digna de elogio, especialmente en tiempos tan convulsos.
Este es un triste y paradigmático ejemplo de un asunto que ha estado presente en la agenda política española junto con otro episodio de circunstancias de debate por el momento solo logísticas, atinente a la Comunidad de Madrid.
Alcalá de Henares tiene su vertedero colmatado y, hasta la construcción de uno nuevo, ha exigido que sus residuos vayan al de Valdemingómez, también en las cercanías de la ciudad de Madrid, abriendo un conflicto social.
La sociedad del riesgo revisitada
La sociedad que hemos calificado al principio de convulsa se ha construido evolucionando a lo largo de algo más de tres décadas en un entorno marcado por acontecimientos sociopolíticos de calado:
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La caída del muro de Berlín y la reunificación de Alemania.
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El asesinato de Olof Palme –de nuevo en sorprendente actualidad mediática respecto a su posible resolución–.
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La introducción de la doctrina económica neoliberal patrocinada por el binomio Thatcher y Reagan.
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La identificación de los dislates de la estrategia de los algoritmos afectando (¿infectando?) resultados de elecciones trucadas, influyendo en la vida de los soplones (Assange y Snowden).
Por eso se ha agudizado el esfuerzo analítico de los cultivadores de las ciencias humanas y sociales para acuñar calificativos. Se ha hablado de la sociedad de la información o del conocimiento (Castells), la sociedad postsocial (Touraine), la sociedad líquida (Bauman), el afloramiento del transhumanismo y los conceptos de singularidad y de dirigir la evolución.
Nosotros queremos reivindicar la importante contribución del sociólogo y filósofo Ulrich Beck con su concepto de la sociedad del riesgo y la estrategia de la modernización reflexiva. Creemos en la vigencia y oportunidad de esta visión porque asistimos a un combate quizá desmedido entre las ansias de los ciudadanos por cumplir sus deseos y la resiliencia de los distintos elementos que habitan y configuran el planeta.
Aviso a los navegantes
Por favor presten atención los hedonistas, quienes con mezcla de ilusión y sacrificio estén preparando la asistencia, el disfrute, la participación en eventos como las vacaciones (las más próximas las de Semana Santa), las numerosas maratones y los Juegos Olímpicos: ¡Ojo a la resiliencia del planeta, sobre todo, a los distintos agentes que lo definen, lo componen y lo habitan!
Una versión de este artículo fue publicada en el blog de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia.