Las plantas integradas en Aeversu evitaron el vertido de 2,5 millones de toneladas de residuos no reciclables
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Las 11 plantas integradas en la Asociación Española de Empresas de Valorización Energética (AEVERSU) consiguieron valorizar energéticamente el pasado año 2.566.647 toneladas de residuos no reciclables, evitando su depósito en vertedero y, en consecuencia, su negativo impacto sobre el medio ambiente y la salud.
En un proceso de mejora continua, las plantas de Tirme, en las Islas Baleares; Zabalgarbi, en el País Vasco; Trargisa, Mataró, Sirusa y Tersa, en Cataluña; Remesa, en Melilla; Tircantabria, en Cantabria; Tirmadrid, en Madrid; Sogama, en Galicia, y Ctrasa, en Andorra, han reforzado su operativa para hacer posible una gestión más eficaz y eficiente de los residuos procesados en las mismas a fin de convertirlos, con las máximas garantías ambientales, en energía, un bien de extraordinario valor que todavía se hace más evidente en un país caracterizado por su alta dependencia energética del exterior.
Conjuntamente, estas instalaciones han conseguido producir 1.997.198 MWh de energía, permitiendo satisfacer las demandas de unas 500.000 viviendas, y lo han hecho además a través de procesos tecnológicos innovadores y vanguardistas capaces de compatibilizar la actividad industrial con la protección del entorno. Prueba de ello son los niveles de emisión a la atmósfera, situados en todos los casos muy por debajo de los límites legales, y ello a pesar de que estas plantas están sometidas a rigurosos controles que superan incluso los requerimientos y exigencias que rigen para otras instalaciones.
La valorización energética reivindica su papel en la economía circular
Tras los últimos datos hechos públicos por Eurostat y, a pesar de que en España la recuperación energética de la fracción no reciclable ha subido dos puntos porcentuales respecto al año 2015, pasando del 12% al 14%, lo cierto es que resulta claramente insuficiente para dar debido cumplimiento a la gestión jerarquizada que propone la Unión Europea, en donde la valorización energética, tal y como se recoge en la legislación vigente y en el propio paquete europeo de economía circular, debe posicionarse por delante del vertedero, siendo este último la opción menos deseable.
En un marco de economía circular, resulta insostenible que nuestro país cuente todavía con una tasa de vertido del 57% si realmente quiere abandonar el modo de vida lineal o, lo que es lo mismo, las malas prácticas de usar y tirar, y avanzar hacia un modelo de desarrollo circular que prime el máximo aprovechamiento de los productos, la reducción de residuos y la conversión de éstos en recursos.
El reciclaje también constituye una asignatura pendiente. Según los mismos datos de Eurostat, éste, sumado al compostaje, no ha conseguido superar el 30%, un porcentaje muy alejado todavía de los ambiciosos objetivos europeos previstos para los próximos años. En este sentido, es preciso recordar que, en fechas recientes, los eurodiputados respaldaron los planes de acción para impulsar el reciclaje (hasta el 65% para el año 2035) y reducir el vertido, de tal forma que, para 2030, no se acepten en vertedero los residuos reciclables, limitando un vertido máximo del 10% para 2035.
El escenario es bien distinto en los países del norte de Europa. Sus elevadas tasas de reciclaje (entre el 48 y el 66%) y de valorización energética (entre el 32 y el 50%) hacen posible que el vertido se posicione en un insignificante 1% (es el caso de Bélgica, Dinamarca, Alemania, Holanda y Suecia).