Guinea (AEVERSU): "España necesitaría 17 plantas de valorización energética para tratar la fracción no reciclable de los RSU"
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Con motivo de su intervención en un curso promovido por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo bajo el título “Gestión sostenible de los residuos: alternativas y eficiencia”, y que se celebró en la ciudad de Ourense del 1 al 3 de julio, el presidente de AEVERSU (Asociación de Empresas de Valorización Energética de Residuos Urbanos), Rafael Guinea, comenzó su exposición explicando el cometido de esta organización, que aglutina a todas las compañías que llevan a cabo un proceso de valorización energética, erigiéndose en la delegación de la CEWEP (Confederación de plantas europeas de valorización energética) en España.
Si bien trasladó que nuestro país cuenta con 10 instalaciones de estas características (incluyendo la de Andorra), todavía desconocidas por el gran público a día de hoy, tratando en las mismas el 10 por cierto de la basura producida, lo cierto es que en Europa operan casi medio millar, alcanzando las 2.000 en todo el mundo.
En el marco de la gestión comunitaria de residuos, puso de relieve los nuevos objetivos definidos por la Comisión Europea, estableciendo, entre otros, la prohibición de depositar en 2025 desechos reciclables en vertedero y alcanzar el reciclaje del 70 por ciento para el 2030. Asimismo, se plantean impuestos al vertido, medida que considera muy acertada, pues “cuanto más caro se ponga el vertido, más materiales se destinarán a reciclaje”.
Papel clave de la valorización energética en la economía circular
En el ámbito de la Economía Circular, en la que los residuos son concebidos como recursos, el máximo responsable de Aeversu precisó que “la valorización energética quiere ser parte de la solución, no del problema, dirigiéndose el trabajo del sector hacia el vertido técnico cero”. Esto quiere decir que únicamente se llevarán a vertedero aquellos materiales que no puedan ser reutilizados, reciclados ni recuperados energéticamente, es decir, que no tengan otra salida. Y como ejemplo puso a Alemania, que ha conseguido eliminar el vertedero e incrementar el reciclaje y la valorización energética de la parte no reciclable. España, por su parte, y según datos de Eurostat correspondientes al año 2013, deposita en vertedero el 60 por ciento de la basura.
También se refirió a Reino Unido, país que contaba con unos altos índices de vertido y que, entre 2014 y 2016, pondrá en marcha 16 nuevas plantas de valorización energética con una capacidad para 5 millones de toneladas.
Recordó que la transformación de desechos en energía trae consigo la emisión de gases contaminantes que, como no podía ser de otra forma, hay que limpiar, pesando sobre estas instalaciones una estricta legislación ambiental que incluso supera a la que rige para cualquier otra industria. “Las inversiones que se hacen en este ámbito son muy elevadas, destinándose a depuración de gases más de la mitad del coste de estas instalaciones”, subrayó.
La generación de electricidad, vapor y agua caliente ahorra del orden de 42 millones de toneladas de petróleo, siendo las comunidades autónomas que cuentan con un mayor desarrollo las que han optado por la implantación de este sistema.
Servicio público
Guinea destacó que, en España, la valorización energética permanece estancada desde 2005, constatándose una falta de compromiso por parte de la Administración. Ello da lugar a una mala imagen del sector y una operativa que la ciudadanía sigue viendo como perjudicial para la salud, llamando la atención el hecho de que el debate curiosamente se concentre en aquellas zonas que no cuentan con plantas de estas características. “Es un sector con mucho ruido, que genera diariamente mucho debate”, al tiempo que abundó en el hecho de que se trata de un sector de gestión pública que no debe obedecer en ningún caso a intereses políticos.
Concluyó su ponencia manifestando que, de las 22 millones de toneladas de residuos producidas en España, serían necesarias unas 17 plantas de valorización energética para darles una correcta gestión y que supondrían una inversión de 4.000 millones de euros, generando un importante volumen de empleo (local, fijo y de calidad), y ayudando a la reindustrialización dispersa.
El broche de su intervención lo puso una imagen de la planta de valorización energética de Copenhague, sobre la que se ha habilitado una pista de esquí, evidenciando de esta forma los usos diversos que pueden tener estas instalaciones y su plena compatibilidad con el entorno.