En duda la efectividad de la adaptación al cambio climático en las mayores ciudades del mundo
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Los planes de adaptación al cambio climático de las ciudades más grandes a nivel mundial no van a conseguir resultados efectivos a medio y largo plazo, tal y como están planteados ahora. Es una de las conclusiones principales del estudio publicado por Marta Olazabal y María Ruiz de Gopegui, investigadoras del Basque Center for Climate Change (BC3).
Tras el Acuerdo de París, la adaptación cobra todavía más importancia en las negociaciones internacionales. En este contexto, las ciudades y las regiones adquieren un papel más relevante, de ahí la necesidad de saber cómo se están preparando para los impactos del cambio climático. El artículo, publicado en la revista Landscape and Urban Planning, la revista número uno a nivel internacional en la disciplina de estudios urbanos, identifica al detalle los planes de adaptación de 59 ciudades costeras, entre las más grandes de todo el mundo, y analiza sus fortalezas y debilidades. A su vez, se basa en otro estudio publicado el año pasado por las investigadoras del BC3 que examinaba 136 ciudades a nivel mundial, de manera que ofrece una visión internacional muy representativa de la situación actual.
“Con falta de efectividad nos referimos a que no serán capaces de reducir la vulnerabilidad, ni de incrementar la resiliencia de las ciudades ante los impactos del cambio climático”, puntualiza Marta Olazabal. Como explica la investigadora del BC3, “los planes de adaptación todavía son poco efectivos, entre otros factores, porque los procesos de financiación no están bien definidos, no se asignan responsabilidades suficientes, la naturaleza regulatoria de dichas políticas y planes es bastante escasa, no se genera ni utiliza adecuadamente el conocimiento sobre impactos y riesgos del cambio climático, y, por último, los temas de equidad y justicia social no están aún bien integrados”.
El estudio, titulado “Adaptation planning in large cities is unlikely to be effective”, se basa asimismo en una batería de 53 métricas publicadas el año pasado en otro estudio que fue un especial de la conferencia sobre ciudades del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC).
Las ciudades españolas, sin planes efectivos de adaptación
El anterior trabajo, en el que se observaban las 136 ciudades costeras más grandes a nivel mundial por encima de 1 millón de habitantes, ponía de manifiesto que solo 59 tenían planes de adaptación a nivel local, y que muchos de esos planes todavía no estaban implantados. “En el estudio actual queríamos lograr una profundidad mayor y ver la calidad de esos planes, ya que el grado de implementación es bastante limitado y es urgente saber en qué estamos fallando”, subraya Olazabal.
Algunas ciudades demuestran que se han esforzado más que otras en diseñar sus planes de adaptación. En este sentido, sobresalen los casos de Los Ángeles y Baltimore (Estados Unidos); Montevideo (Uruguay); Lisboa (Portugal) y Ulsan (Corea del Sur). Por su parte, entre las políticas que conseguían los peores resultados del análisis destacan las de Hong Kong y Shanghái (China), Sapporo (Japón), o Ciudad del Cabo (Sudáfrica).
En el caso de España, el estudio actual se fija en Barcelona, si bien los trabajos anteriores realizados por las investigadoras de BC3, donde de 54 capitales de provincia solo encontraron 11 ciudades con planes de adaptación, cuyo análisis llega a resultados similares: los planes de adaptación de las ciudades españolas no están diseñados para ser efectivos frente al cambio climático.
Cómo deberían ser los planes de adaptación climáticos
Las investigadoras del BC3 proponen las siguientes acciones para que estas políticas de adaptación al cambio climático sean efectivas en un futuro:
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Mejorar la información climática existente y la forma en que es utilizada en los procesos de planificación.
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Incrementar los canales de financiación a nivel local, no solo desde los ayuntamientos sino también desde las regiones y países.
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Reforzar la parte regulatoria de las medidas de adaptación, yendo más allá de las recomendaciones.
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Fortalecer los sistemas de monitorización y evaluación para poder mejorar mediante la observación.
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Robustecer los procesos participativos y la co-producción, tener en cuenta los grupos vulnerables, y en general las cuestiones de transparencia, justicia y legitimidad.