Bioenergy Europe presenta un nuevo informe sobre el papel de la bioenergía para la descarbonización en Europa
- 2546 lecturas
Bioenergy Europe ha lanzado recientemente el cuarto capítulo de su Informe estadístico 2020 que se centra en la biomasa para producción de calor, destacando el papel esencial, aunque descuidado, del sector de la calefacción y la refrigeración para alcanzar la neutralidad de carbono europea en 2050.
Con demasiada frecuencia se ha pasado por alto el vínculo inherente entre el sector y la descarbonización europea. El hecho de no aceptar el grado en que los sistemas de calefacción viejos e ineficientes, cuando se combinan con una alta dependencia de los combustibles fósiles, contribuyen a las emisiones de GEI, tiene el potencial de afectar la capacidad de la UE para cumplir sus futuros objetivos climáticos.
De acuerdo con las disposiciones del Pacto Verde Europeo, existe una necesidad indiscutible de una mayor penetración de las soluciones de energía renovable y una mayor eficiencia energética del sistema de calefacción. Sin esto, es poco probable que los Estados miembros alcancen sus compromisos climáticos a largo plazo.
Como se destaca en el Informe estadístico Bioheat Statistical Report 2020, de Bioenergy Europe, los planes nacionales de energía y clima de los Estados miembros europeos establecen la participación media en el sector para 2030 en un 40%. Si bien representa un aumento significativo de la participación actual del 19,7%, para lograr la neutralidad de carbono para 2050, los objetivos para 2030 deben revisarse al alza. La Directiva sobre energías renovables incluye además un objetivo flexible que tiene como objetivo impulsar la penetración de las energías renovables en el sector de la calefacción y la refrigeración. Sin embargo, casi ningún Estado miembro parece haber tomado el incremento anual requerido de 1,3pp al calcular sus objetivos para 2030.
En 2018, el 79% de las fuentes de energía utilizadas en el sector de la calefacción siguieron procediendo de combustibles fósiles. Por supuesto, aunque la eliminación gradual de los combustibles fósiles es abrumadora, la UE y los Estados miembros deben implementar medidas concretas que desincentiven el uso de combustibles fósiles, fomenten el crecimiento del sector renovable y, en última instancia, estimulen la transición energética.
La biomasa, un recurso renovable asequible, eficiente y fácilmente disponible, ha demostrado ser una solución eficaz para la calefacción residencial, el calor derivado y los procesos industriales. El Informe Estadístico 2020 encontró que desde el año 2000, ha crecido en promedio casi un 3% anual. Además, en 2018 la bioenergía representó el 85% del consumo de calor renovable en Europa.
Con el 49% del calor con biomasa consumido en el sector residencial, son los pequeños y medianos electrodomésticos los que dominan, siendo su modernización, correcto mantenimiento e instalación claves para frenar las emisiones atmosféricas. Las redes de calefacción urbana son de igual importancia para la integración del sector inteligente, ya que no solo aumentan la eficiencia energética sino que permiten el acceso a fuentes bajas en carbono. Sorprendentemente, el 99% del calor renovable en la industria proviene de la biomasa, lo que demuestra que la bioenergía es fundamental para ayudar en la transición de la industria a sistemas de energía neutros en carbono.
En general, el Informe establece una serie de recomendaciones esenciales para los responsables políticos para avanzar, centrándose principalmente en priorizar la descarbonización europea a través de un cambio por soluciones de calefacción renovables como la bioenergía. Por un lado, los subsidios a los combustibles fósiles deben eliminarse gradualmente y reemplazarse con la promoción de la calefacción urbana con biomasa. Además, las renovaciones deben apoyar y promover la sustitución y modernización de instalaciones residenciales antiguas e ineficientes por aparatos de biomasa modernos y de alta calidad. Un cambio de esta naturaleza no solo es energéticamente eficiente, sino que mejora la calidad del aire y, al mismo tiempo, impulsa a Europa hacia un 2050 neutro en carbono.