Las aguas profundas del Pacífico ecuatorial fueron un gran almacén de CO2 durante el último período glacial
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Hace unos 20.000 años, durante la época de máxima extensión de las capas de hielo del último período glacial, las aguas profundas del este del Pacífico ecuatorial estaban menos ventiladas, lo que en principio permitió acumular más CO2 en ellas y alejarlo de la atmósfera. Estas son las conclusiones de un estudio internacional publicado en la revista Nature Communications y firmado por los expertos Isabel Cacho, del Departamento de Estratigrafía, Paleontología y Geociencias Marinas de la UB; María de la Fuente y Eva Calvo (ICM-CSIC), Luke Skinner (Universidad de Cambridge), y Carles Pelejero (ICREA e ICM-CSIC).
Los resultados de este trabajo, tal y como apunta la investigadora María de la Fuente, que lidera el estudio, «apoyan la teoría de que los océanos podrían haber tenido un papel clave como responsables de los cambios en los niveles de CO2 registrados en la atmósfera durante épocas frías y cálidas».
El océano más grande y profundo del planeta
Según explica Isabel Cacho, miembro del Grupo de Investigación Consolidado de Geociencias Marinas de la UB, «el Pacífico tiene una relevancia particular, ya que es el océano más grande y profundo del planeta; pero, además, tiene una localización clave dentro del patrón global de circulación oceánica profunda: está situado en el extremo al que llegan las aguas que llevan más tiempo dentro del océano (las más envejecidas, y consecuentemente, las que pueden llevar más carga de CO2)». El Pacífico, por lo tanto, «es un buen sensor de cuáles han sido los niveles de almacenamiento de CO2 durante diferentes períodos climáticos».
La investigación de las ultimas décadas ha aportado datos muy contradictorios respecto a esta región. El nuevo trabajo aporta una explicación para estas contradicciones aparentes, así como datos que apoyan la relevancia del Pacífico ecuatorial como gran almacén potencial de CO2.
Estudiando los foraminíferos en los sedimentos marinos
En el trabajo, los expertos han analizado la evolución de la ventilación del este del Pacífico ecuatorial durante los últimos 25.000 años, con el objetivo de detectar la existencia de una masa de agua profunda más envejecida que la actual que pudiera ser la fuente de los cambios atmosféricos de CO2 acaecidos durante la última desglaciación.
Para ello, han analizado la señal de radiocarbono preservado en los caparazones de pequeños microfósiles —foraminíferos— acumulados en el sedimento marino de los fondos oceánicos durante los últimos 25.000 años.
Tal y como indica Eva Calvo «la ventilación oceánica hace referencia, principalmente, al intervalo en el que una masa de agua está alejada de la atmósfera, en profundidad, y puede estimarse mediante el análisis del carbono-14 o radiocarbono». Este elemento se forma en la atmósfera de manera continua y es posteriormente incorporado por la biosfera terrestre y los océanos.
Los resultados del estudio muestran la existencia de una masa de agua profunda unos 1.300 años más antigua que la actual en el Pacífico ecuatorial, y que debió de formarse durante el último período glacial. Con el inicio de la desglaciación, la señal de carbono-14 indica una «reactivación» de la circulación oceánica, cambio que coincide con el aumento de CO2 de la atmósfera.
Para María de la Fuente, «estos resultados apoyarían la hipótesis de que los océanos almacenaron grandes cantidades de CO2 en profundidad durante el último ciclo glacial, pudiendo regular así la concentración atmosférica a escala glacial e interglacial».
En el contexto de aumento desproporcionado de emisiones de CO2 antropogénico, mejorar la comprensión de la evolución del ciclo de carbono en el pasado es un paso imprescindible para poder predecir posibles impactos futuros sobre el clima del planeta y la acidificación de los océanos.
«El océano, actualmente, está capturando un 25 % de nuestras emisiones de CO2. Las masas oceánicas han sido un elemento clave para controlar los niveles de CO2 atmosféricos en el pasado y en la actualidad, y también tendrán en el futuro un papel muy significativo. Con este trabajo intentamos aportar datos que permitan evaluar mejor cuál ha sido la capacidad del océano de almacenar CO2 en periodos del pasado para poder llegar a entender mejor el papel del océano en el ciclo del carbono», concluye Carles Pelejero.