Agua sin ideologías
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La política hidráulica ha sido uno de los puntales del Gobierno de Andalucía en la última legislatura. Un compromiso con los andaluces que ha tenido su reflejo en una apuesta inversora sin precedentes dirigida a alcanzar la garantía hídrica, la depuración de las aguas residuales y la reutilización de las aguas regeneradas para el riego, además de la necesaria modernización del patrimonio hidráulico y la restauración ambiental de cauces. Todo esto ha supuesto movilizar, en solo tres años y medio, más de 1.500 millones de euros en una auténtica política de agua generadora de nuevas oportunidades.
La política hidráulica ha sido uno de los puntales del Gobierno de Andalucía en la última legislatura. Un compromiso con los andaluces que ha tenido su reflejo en una apuesta inversora sin precedentes.
Esta apuesta por una política de agua posibilista contrasta con quienes gestionan este recurso vital desde los prejuicios que marcan las ideologías. No se trata de negar que Andalucía, como otros tantos territorios de España, se enfrenta a un cambio climático que agrava las consecuencias de un déficit de agua histórico. Los datos objetivos son incuestionables. De lo que se trata es de no cruzarse de brazos y permanecer inmóvil mirando al cielo a que llueva o buscando a quién endosarle el cartel de culpable. Es el momento de ponerse a trabajar para aprovechar cada fuente de agua disponible y buscar nuevas soluciones que aseguren el ciclo integral del agua.
Y esto es lo que ha hecho el Gobierno de Andalucía y lo que va a seguir haciendo en los próximos cuatro años. Porque, la que viene va a ser la legislatura del agua. De la revolución hídrica. Grandes proyectos hoy en fase de redacción o incluso ya en obras, tendrán ahora su desarrollo y finalización. Es el caso, por ejemplo, de las obras para abastecimiento de agua potable, en cantidad y calidad, a toda la ciudad de Almería mediante la conexión del depósito de la Pipa Alta y San Cristóbal. O la ampliación de la depuradora Los Vados, en Granada, que dará servicio a medio millón de habitantes de una veintena de municipios del área metropolitana. O la EDAR de El Copero, en Sevilla, que será todo un referente en la revolución del tratamiento del agua al incorporar tecnología de última generación a la que será la mayor depuradora de toda Andalucía.
En cada una de estas grandes actuaciones, que requieren de inversiones millonarias, y también en las pequeñas obras de saneamiento que se acometen en pueblos de la Andalucía más rural, hay una voluntad clara y firme por hacer una política de agua cimentada en hechos y no en mantras ideológicos vacíos de realidades y repletos de excusas.
Paradójicamente, quienes hoy se presentan como abanderados ideológicos del cuidado medioambiental de nuestros mares, ríos, acuíferos y humedales, son los mismos que dejaron de invertir más de 550 millones de euros en infraestructuras de depuración para evitar los vertidos de aguas negras a nuestros mares, ríos, acuíferos y humedales. Un incumplimiento con las normas comunitarias, y sobre todo con el cuidado del medio ambiente, que aún hoy pagamos con creces los andaluces en forma de sanciones millonarias a la Unión Europea.
La apuesta inversora por la depuración de la Junta de Andalucía viene ligada a una apuesta por el uso ‘in crescendo’ de las aguas regeneradas como fuente hídrica adicional que proporcione recursos al riego agrícola.
La apuesta inversora por la depuración de la Junta viene ligada a una apuesta por el uso ‘in crescendo’ de las aguas regeneradas como fuente hídrica adicional que proporcione recursos al riego agrícola. En comarcas especialmente vulnerables al cambio climático ubicadas en la Andalucía más seca, estamos llevando a cabo una batería de actuaciones destinadas a alcanzar, en todas las cuencas de competencia autonómica, los 63,6 hectómetros cúbicos de aguas regeneradas. De esta forma, en Andalucía nos convertiremos en auténticos referentes en el aprovechamiento de las aguas saneadas, dando un paso decisivo en economía circular al cerrar un ciclo donde cada gota cuenta.
No menos relevante es la restauración de los cauces y ramblas. De su cuidado depende también la calidad de nuestras aguas, además de la seguridad de quienes viven en sus márgenes. En estos tres años y medio, en Andalucía se han ejecutado 600 actuaciones en 1.000 kilómetros de cauces. Unos trabajos que han supuesto la eliminación de miles de toneladas de especies invasoras y la restauración ambiental de la cubierta vegetal con la siembra de especies autóctonas. Esto también forma parte de un ciclo integral del agua con una concepción cada vez más global y que tiene en la protección del medio ambiente uno de sus principales ejes de actuación. Un cauce limpio es una garantía de seguridad en caso de lluvias torrenciales.
El agua no tiene dueño, ni obedece a ideologías. Quien ve aún en una presa imágenes proyectadas del NODO, no solo se equivoca cegado por sus prejuicios, sino que, además, perpetúa la falta de agua en la Andalucía más seca. Reivindico la España solidaria, la que cose lazos de unión con hilos de agua. La España que da de beber de hermano a hermano y que saca provecho a cada gota con exquisita precisión automatizada. Reivindico la España de los trasvases que hacen de Andalucía la tierra más próspera y fértil. En Andalucía, el agua lo es todo.
Es el momento de ponerse a trabajar para aprovechar cada fuente de agua disponible y buscar nuevas soluciones que aseguren el ciclo integral del agua.
No podemos desdeñar ninguna fuente hídrica, estamos inmersos en un cambio climático que afecta muy especialmente a Andalucía, el sur del sur, de ahí la importancia de alcanzar una garantía hídrica para la población y los sectores productivos.
En Andalucía el agua es sinónimo de vida, pero también de empleo, de crecimiento y de futuro.
Artículo publicado en el número 239 de RETEMA.