2021, el año de la posguerra contra la COVID-19
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Hablar de predicciones sobre qué nos deparará el 2021 en materia de gestión de residuos nos remite directamente a las terribles consecuencias derivadas de la pandemia sanitaria mundial causada por la COVID-19, que hasta el mes de diciembre ha provocado más 1,5 millones de muertos.
Tales cifras, sumadas a los 65 millones de contagios (heridos), nos evocan épocas pasadas de conflictos bélicos, con la gran diferencia de que, en esta ocasión, el enemigo es invisible y el campo de batalla se ha expandido hasta los hogares de los ciudadanos de todas las clases sociales y ha provocado que, por primera vez en la historia moderna, la Tierra no sea un lugar seguro en el que estar a salvo de los males provocados por sus habitantes.
Por eso, antes de valorar las nefastas consecuencias económicas derivadas de la COVID-19 para la industria del reciclaje, hay que mencionar la gran esperanza para la humanidad que suponen las anunciadas vacunas, con las que gradualmente se irá atenuando la gravedad de la infección.
Una vez superada esta guerra, gracias a las armas de las que nos dotarán los científicos y la heroica actuación de los sanitarios en la primera línea del frente batalla, no nos quedará más remedio que firmar las capitulaciones para poder reconciliarnos con la naturaleza. Si algo ha puesto en evidencia esta crisis sanitaria, es que no podemos seguir dando la espalda a la forma de relacionarnos con el medio ambiente, al que llevamos maltratando sistemáticamente en aras del progreso, el crecimiento económico y tantas otras estulticias propias del ser humano.
Precisamente, este factor de sostenibilidad medioambiental, mal usado algunas veces para dilatar de forma indefinida la adopción de medidas urgentes, nos ha llevado a la situación actual, donde no se puede negar la relación existente el coronavirus y el medio ambiente. Ahí están los datos irrefutables sobre la disminución de la contaminación ambiental tras la adopción de las medidas de confinamiento y tantas otras investigaciones que se están realizando sobre clima, calidad del aire y del agua, incendios…
Vayamos, pues, a analizar las repercusiones económicas del coronavirus sobre el sector recuperador, que desde FER ya aventuramos que tendrán una mayor o menor impacto, como en muchos otros sectores, si se cumplen las medidas a las que se han comprometido los líderes políticos europeos. Es decir, los objetivos del Pacto Verde Europeo son el eje del Plan de Recuperación, que incluye un instrumento de recuperación temporal que permite a la Comisión recaudar fondos por valor de 750.000 millones de euros en el mercado de capitales. Lo que esperamos los gestores de residuos es que la Unión Europea garantice que los Estados miembros utilicen esos fondos para apoyar las cadenas de valor circulares que utilizan las materias primas secundarias para producir metales, papel y plásticos, por citar algunos flujos.
Además, desde la Confederación Europea de Industrias del Reciclaje (EuRIC) ya hemos defendido ante las autoridades europeas que la financiación verde tiene que desempeñar un papel fundamental para garantizar, en el largo plazo, que las inversiones públicas y la financiación privada apoyen de manera eficaz proyectos acordes con los objetivos del Pacto Verde Europeo.
"Estamos convencidos de que solo mediante una apuesta decidida por la industria del reciclaje será viable alcanzar ese nuevo modelo de economía circular y evitar que la denominada “transición” se convierta en una eterna hoja de ruta sepultada bajo la burocracia".
Por otro lado, somos plenamente conscientes de que las empresas recuperadoras tendrán que hacer frente, a corto plazo, a los problemas derivados de los flujos de caja por las condiciones de los mercados tras el impacto del coronavirus, que provocó que la demanda de materias primas secundarias cayera un 50% en algunos flujos de residuos en la primera ola, a causa de la paralización de actividades como la construcción y la automoción. Así, siendo realistas, no creemos que, de forma global, la industria del reciclaje recupere las cifras previas a la pandemia sanitaria en un corto periodo de tiempo.
Sin embargo, la primera ola también demostró que la industria del reciclaje, además de ser intrínsecamente eficiente en cuanto a recursos y clima, es esencial para la sociedad y la economía. Por eso, en toda Europa, los gobiernos incluyeron la gestión de residuos y el reciclaje entre las actividades esenciales obligadas a operar.
Este hecho, junto a la demostrada capacidad de resiliencia de los recicladores, nos hace albergar una alta dosis de esperanza para el 2021. Estamos convencidos de que solo mediante una apuesta decidida por la industria del reciclaje será viable alcanzar ese nuevo modelo de economía circular y evitar que la denominada “transición” se convierta en una eterna hoja de ruta sepultada bajo la burocracia o utilizada con fines espurios. En nuestras manos está actuar sin más ambages, ante este serio aviso de la naturaleza, para hacer del planeta un lugar más seguro y habitable para todos sus habitantes.
Artículo publicado en el número 227 Noviembre/Diciembre 2020